El éxodo forzado: el regreso masivo de afganos desde Irán y Pakistán amenaza la estabilidad regional
Más de 1.2 millones de afganos obligados a retornar en 2024 reabren heridas y temores en un país aún golpeado por la guerra y la crisis humanitaria
Un retorno involuntario con consecuencias impredecibles
En lo que va del año 2024, más de 1.2 millones de afganos han sido obligados a abandonar Irán y Pakistán, según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Esta ola de retornos forzosos amenaza con agudizar la ya frágil situación socioeconómica y humanitaria que atraviesa Afganistán bajo el régimen del Talibán.
Los gobiernos de ambos países han iniciado campañas masivas para expulsar a extranjeros sin documentación, una medida que aunque oficialmente no apunta directamente contra los afganos, ha tenido un impacto desproporcionado sobre esta población desplazada.
Antecedentes: décadas de exilio y desplazamiento
Desde la invasión soviética en 1979, los conflictos armados y las crisis políticas han empujado a millones de afganos a buscar refugio en países vecinos. Irán y Pakistán albergaron durante décadas la mayor parte de esta diáspora. Se estima que más de 6 millones de afganos habitan en Irán, de los cuales al menos 2.5 millones estarían en situación ilegal, según las autoridades iraníes.
Pakistán, por su parte, ha sido hogar de una de las comunidades de refugiados más grandes y prolongadas del mundo, acogiendo a más de 4 millones en décadas recientes. Sin embargo, el descontento local, el deterioro económico y razones políticas están llevando a ambos estados a endurecer postura frente a los migrantes afganos.
Fechas límite y amenazas de deportación
En marzo de 2024, el gobierno iraní impuso una fecha límite para que los afganos abandonaran el país voluntariamente. Aquellos que no cumplieran enfrentarían detención y deportación inmediata. Esto desencadenó una ola de salidas masivas: más de 366,000 afganos fueron expulsados desde Irán, muchos en condiciones de extrema vulnerabilidad.
Pakistán, por su parte, estableció el 30 de junio como fecha para que más de 1.3 millones de afganos se retiren voluntariamente. El gobierno busca expulsar a hasta 3 millones este año.
Un regreso sin hogar ni garantías
Para Arafat Jamal, representante de ACNUR en Kabul, el panorama es sombrío: “Las familias afganas están siendo desarraigadas nuevamente, llegan con pocas pertenencias, exhaustas, hambrientas y temerosas de lo que les espera en un país que muchos nunca han pisado.”
Las personas retornadas enfrentan inmensos desafíos: desde la falta de refugio y servicios básicos hasta la incertidumbre jurídica. Para mujeres y niñas, el regreso significa la posibilidad de restricciones severas en educación, movilidad y participación económica.
La promesa talibán: ¿real o retórica?
Con motivo del festival religioso Eid al-Adha, el primer ministro talibán Mohammed Hassan Akhund declaró vía X (antes Twitter): “Los afganos que han abandonado el país deben regresar a su tierra ancestral... Nadie les hará daño.”
El gobierno talibán asegura estar listo para brindar garantías y apoyo a los retornados. Una delegación ministerial fue enviada a la provincia de Herat para evaluar las necesidades urgentes. Sin embargo, los actores internacionales alertan que el régimen carece de infraestructura, capacidades y voluntad política para ofrecer una reintegración segura.
Un sistema humanitario en crisis
Más de la mitad de la población afgana depende de ayuda humanitaria. La situación se ha deteriorado aún más debido a los recortes de financiamiento por parte de países e instituciones internacionales, en protesta a las políticas represivas de los talibanes, especialmente contra las mujeres.
La reducción de operaciones por parte de ONG y agencias de Naciones Unidas, incluyendo salud, educación y comida, está dejando a millones de personas desprotegidas en un país ya devastado por la pobreza, la sequía y más de cuatro décadas de conflicto.
¿Qué motiva el endurecimiento de las políticas migratorias?
En el caso de Irán, el conflicto con Israel ha traído consigo una creciente retórica nacionalista y un aumento de la seguridad interna. Las autoridades han justificado las campañas de expulsión como una necesidad de defender la soberanía y el orden, especialmente tras rumores no confirmados de que algunos afganos pudieran estar colaborando con potencias extranjeras.
Pero distintos analistas sostienen que detrás de estas políticas hay una estrategia política y económica para desviar la atención de las crisis internas en ambos países, canalizando el descontento hacia los refugiados, quienes carecen de derechos y representación.
Perspectivas sombrías para 2024
El 26 de junio marcó un récord sombrío: más de 36,100 afganos cruzaron la frontera de regreso en un solo día. La velocidad y magnitud del retorno podría desatar una crisis humanitaria sin precedentes recientes.
Afganistán no cuenta con recursos ni estabilidad para absorber a tantos retornados. Además, la falta de planificación estructural por parte de las autoridades talibanes y la ausencia de instituciones estatales funcionales significan que muchos retornados caerán rápidamente en la marginación o incluso podrían verse obligados a migrar de nuevo, creando un círculo vicioso del exilio.
La comunidad internacional: expectante e inactiva
Mientras el mundo observa con atención la crisis en Gaza, Ucrania o las tensiones en el mar de China Meridional, Afganistán ha desaparecido del centro del escenario global. Lo cierto es que, sin un mecanismo global de solidaridad y apoyo sostenido, el país podría ser testigo de una catástrofe humanitaria.
Desde ACNUR se hace un llamado urgente a todos los países a restaurar el financiamiento humanitario, facilitar visas humanitarias y ofrecer reasentamientos para los casos más vulnerables. También se insiste en que el derecho internacional debe prevalecer: ninguna persona debe ser devuelta a una situación donde su vida, libertad o integridad estén en riesgo.
Afganistán: ¿el país sin retorno?
La historia de Afganistán es también la historia del exilio. Pero hoy ese éxodo ha regresado, esta vez desde el exilio mismo. Cientos de miles de personas que huyeron del Talibán, la guerra o la pobreza regresan a un país que no reconocen, un estado colapsado donde el futuro es tan incierto como el pasado fue doloroso.
El mundo debe preguntarse: si Afganistán no tiene espacio para sus hijos… ¿a dónde pueden ir?