Gaza: cuando buscar comida se convierte en sentencia de muerte
La desesperación por alimentos en medio del conflicto revive tensiones sobre la responsabilidad humanitaria de Israel y la inacción internacional
Por las calles devastadas de Gaza, la búsqueda de comida se ha transformado en un nuevo frente de batalla. Civiles caminando durante horas, bajo la amenaza constante de disparos y bombardeos, solo por una caja de víveres. Lo que debería ser una misión humanitaria, se ha convertido en lo que Médicos Sin Fronteras ha denominado 'una masacre disfrazada de ayuda'.
El contexto del hambre: asedio y desesperación
Desde el colapso del alto al fuego el 18 de marzo de 2025, la situación humanitaria en Gaza ha alcanzado niveles catastróficos. Según el Ministerio de Salud de Gaza, más de 56,000 personas han muerto y otras 132,000 han resultado heridas desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamas en octubre de 2023.
El acceso a comida, agua potable y medicamentos ha sido prácticamente eliminado por un bloqueo israelí total durante dos meses y medio. Esta medida fue implementada, según funcionarios israelíes, con el objetivo de facilitar el establecimiento de sitios de distribución seguros liderados por la nueva organización Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés), respaldada por contratistas privados estadounidenses.
Los centros de ayuda: ¿refugio o nueva trampa mortal?
Desde hace un mes, la GHF distribuye víveres en cuatro puntos al sur de Gaza. La dinámica implica largas caminatas por zonas controladas por el ejército israelí, en las que se reportan enfrentamientos, confusión y, en muchos casos, ataques directos a civiles.
Más de 500 palestinos han sido asesinados y cientos más heridos intentando alcanzar estos centros de ayuda humanitaria, según reporta el Ministerio de Salud de Gaza. Testigos han denunciado disparos dirigidos por parte del ejército israelí.
“Nos dispararon desde las 6 hasta las 10 de la mañana solo para obtener ayuda, y algunos apenas conseguimos cajas vacías. Hay mártires e heridos. La situación es dificilísima”, declaró Mohammad Fawzi, un desplazado de Rafah, al llegar al sitio de distribución en Shakoush el jueves por la mañana.
La respuesta de Israel: negación y defensa
El diario Haaretz, de línea editorial izquierdista, publicó una investigación que acusa a soldados israelíes de recibir la orden directa de disparar contra palestinos que se acercaran a los puntos de ayuda. Ante esto, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa, Israel Katz, calificaron el artículo como “una difamación maliciosa destinada a manchar al ejército”.
El ejército israelí, por su parte, admitió que investiga incidentes en los que civiles han sido heridos, pero rechazó “categóricamente cualquier afirmación de fuego deliberado contra civiles”.
GHF: ayuda cuestionada
La Fundación Humanitaria de Gaza, que recibe respaldo de contratistas estadounidenses, ha asegurado no tener constancia de ningún incidente violento en sus centros de distribución. Sin embargo, también reconoció que estas alegaciones son “demasiado graves como para ignorarlas” y exhortó a Israel a realizar una investigación transparente.
Esta organización ha sido criticada por otros agentes del ámbito humanitario y médico. La ONG Médicos Sin Fronteras denunció la operación como “una matanza ideada como ayuda humanitaria” y exigió su inmediata suspensión.
Una comunidad internacional paralizada
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, expresó su indignación frente a la situación: “La búsqueda de comida no puede ser una sentencia de muerte”. Pidió valentía política para forjar un alto al fuego similar al que se estableció entre Israel e Irán, e instó a regresar al sistema de ayuda de la ONU, subrayando la crisis como “una catástrofe humanitaria de proporciones horribles”.
La ONU también ha mencionado que el sistema de ayuda previo, gestionado directamente por agencias del organismo, se caracterizaba por una logística más robusta, mejor coordinación e imparcialidad. Sin embargo, su eficacia se encuentra actualmente socavada tras severas restricciones impuestas por las fuerzas israelíes.
Perspectivas históricas: Gaza como símbolo
Desde el bloqueo impuesto sobre Gaza tras la victoria electoral de Hamas en 2006, el enclave ha vivido varias ofensivas militares, crisis sanitarias y colapsos energéticos. Pero la actual crisis pone al descubierto un nuevo nivel de brutalidad: muertes registradas mientras se busca simplemente sobrevivir.
La situación remite a episodios históricos similares de crisis humanitarias en las que los civiles se convirtieron en objetivos colaterales o sacrificables. La hambruna en Yemen, el asedio de Sarajevo o la caminata de refugiados de Darfur resuenan como espejos dolorosos e ignorados.
¿Quién es responsable realmente?
El gobierno de Israel sostiene que la responsabilidad recae sobre Hamas por establecer bases en zonas densamente pobladas, utilizándolas como escudos humanos. Además, argumenta que los ataques son contra objetivos militares.
Los datos, sin embargo, reflejan otra realidad. Más del 50% de los fallecidos son mujeres y niños, según el Ministerio de Salud de Gaza. El ejército israelí sostiene que no puede verificar esta cifra porque el ministerio no distingue entre civiles y combatientes.
Pero organizaciones independientes, incluidas Amnistía Internacional y Human Rights Watch, han advertido repetidamente sobre un patrón sistemático de ataques indiscriminados que debe ser investigado como crímenes de guerra.
El hambre como arma de guerra
Utilizar el hambre como arma ha sido condenado en múltiples ocasiones por el derecho internacional humanitario. El artículo 54 del Protocolo Adicional I del Convenio de Ginebra establece explícitamente que está prohibido atacar, destruir, eliminar o inutilizar bienes indispensables para la supervivencia de la población civil.
No obstante, informes de terreno muestran una estrategia deliberada de limitación del acceso a alimentos, elementos de higiene y medicina durante el bloqueo. Lo que comenzó como un embargo ha devenido en hambre institucionalizada y mortal.
Asedio silencioso y desplazamiento masivo
La búsqueda de sobrevivencia ha obligado a decenas de miles a desplazarse. Las rutas hasta los centros humanitarios están plagadas de riesgos. “Se disparó una ráfaga cada tres minutos”, relató un voluntario médico anónimo al medio palestino Maan News.
El cruce por zonas militares, el hacinamiento y la escasa distribución han generado disturbios y estampidas. El caos no solo mata por las balas: muertes por deshidratación, golpes o simplemente por desvanecimientos también se reportan.
Testimonios que lo dicen todo
- “Llegamos tarde porque enterramos a mi hermano, que murió frente a mí cuando intentábamos conseguir harina.” — Khaled N., desplazado de Jabaliya.
- “Nos dieron cajas vacías, y dijeron que el camión fue saqueado en el camino. Ese 'alivio humanitario' está matando más que ayudando.” — Sahar A., madre de tres niños.
- “En mi hospital recibí ocho cuerpos. Todos venían del punto GHF. No sabemos cómo murieron, pero eso dice mucho.” — Dr. Mohamed Abu Selmyiha, director del Hospital Shifa.
¿Qué sigue para Gaza?
Con datos que oscilan entre el desconcierto y la tragedia, la comunidad internacional enfrenta una encrucijada moral: actuar o permitir otra catástrofe silenciada. La ONU insiste en restaurar el sistema tradicional de ayuda, pero sin voluntad política por parte de Israel y apoyo efectivo del Consejo de Seguridad, la maquinaria diplomática parece oxidarse.
Por ahora, en Gaza, el hambre no es una consecuencia colateral. Es una sentencia impuesta. Y quienes la desafían en busca de pan, pagan el precio más alto: su vida.
“Nos matan con balas y nos entierran con silencios.” — frase escrita en una pared de Rafah.