Crisis política en Tailandia: protestas, tensiones fronterizas y la caída de una coalición frágil

Paetongtarn Shinawatra, en el ojo del huracán tras un escándalo diplomático y un conflicto histórico con Camboya

Una grabación que desató la tormenta

La noche del sábado, Bangkok fue testigo de un estallido político que amenaza con desestabilizar al gobierno de coalición encabezado por la primera ministra Paetongtarn Shinawatra. Cientos de manifestantes se congregaron en el Monumento a la Victoria, una escena cargada de simbolismo, para exigir la dimisión de la mandataria tras la filtración de una llamada telefónica con el expresidente camboyano Hun Sen.

El contenido de la llamada ha generado un rechazo generalizado dentro y fuera del parlamento. Durante la conversación, Paetongtarn sugirió a Hun Sen no prestar atención a “un oponente” en Tailandia, en referencia al comandante militar regional que criticó públicamente a Camboya por su actuación en un enfrentamiento fronterizo el pasado 28 de mayo. En dicho choque murió un soldado camboyano en un área en disputa entre ambos países.

Un conflicto con historia

Este último incidente revive un conflicto territorial de décadas. En 1962, la Corte Internacional de Justicia otorgó a Camboya la soberanía sobre el templo de Preah Vihear, un veredicto que todavía resuena en la política tailandesa. En 2011, ya se habían registrado enfrentamientos esporádicos en la zona. La corte de La Haya reafirmó su decisión en 2013, cuando Yingluck Shinawatra—tía de Paetongtarn—era primera ministra.

Hun Sen, ahora presidente del Senado camboyano, aprovechó el 74º aniversario de su partido para llevar la narrativa del incidente a un plano nacionalista. Denunció la acción tailandesa como una violación de la soberanía camboyana y recordó “el sufrimiento histórico de Camboya por invasiones extranjeras”.

El regreso de los 'camisas amarillas'

Entre los líderes de la protesta en Bangkok se encontraban figuras del movimiento conocido como “Camisas Amarillas”, destacados simpatizantes de la monarquía tailandesa y férreos opositores a los Shinawatra. Estos grupos han sido protagonistas de manifestaciones que desembocaron en golpes de Estado en las últimas décadas—en 2006 contra Thaksin y en 2014 contra Yingluck.

“No confiamos en ella. Si traiciona al ejército, traiciona al país”, declaró un manifestante ante los medios.

Fragilidades dentro del gobierno

El escándalo también ha tenido consecuencias en el plano institucional. El partido Bhumjaithai, principal socio de coalición del partido Pheu Thai (liderado por Paetongtarn), se retiró de la alianza, debilitando aún más su respaldo parlamentario. De tener una holgada mayoría, el gobierno pasó a contar apenas con 255 escaños en una cámara de 500.

Las tensiones internas ya eran notorias. Se especulaba que Bhumjaithai sería excluido del control sobre el Ministerio del Interior, y varios de sus líderes están bajo investigación por presuntas irregularidades en las elecciones al Senado del año pasado.

Investigaciones por comportamiento antiético

La Comisión Nacional Anticorrupción de Tailandia confirmó que investiga a Paetongtarn por una posible violación grave de la ética, derivada de la llamada telefónica. Al mismo tiempo, la Corte Constitucional podría suspenderla del cargo de forma preventiva, como ocurrió con su predecesor del Pheu Thai.

“No tengo nada que ocultar. Estoy dispuesta a dar las explicaciones necesarias”, afirmó Paetongtarn en una rueda de prensa reciente.

Pero la historia no está de su lado. Los tribunales tailandeses han sido criticados por favorecer a los intereses del establishment realista, utilizando fallos judiciales como herramientas para eliminar o debilitar a gobiernos vinculados con los Shinawatra.

Fuego cruzado internacional y peligro regional

Las palabras de Hun Sen sonaron como un eco de los peores momentos de las relaciones bilaterales. El expresidente, famoso por su fuerte retórica, advirtió: “Esta Camboya pobre ha sido invadida, aislada e insultada. Ahora nos hemos levantado. Merecemos paz, cooperación y desarrollo”.

Tailandia, cuya política exterior ha estado marcada por una combinación de agresividad prudente y cálculos geoestratégicos, ha evitado, hasta ahora, una escalada militar. Sin embargo, la inestabilidad interna podría agudizar errores de cálculo diplomático, especialmente en una zona con profundo simbolismo histórico para ambas naciones.

¿Un nuevo ciclo de inestabilidad?

Desde el ascenso político del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, la política tailandesa se ha visto atrapada en un círculo vicioso de polarización, manifestaciones masivas, fallos judiciales polémicos y reiterados golpes militares. Más que una democracia consolidada, el país parece moverse en la cuerda floja entre un sistema electo y un establishment que actúa como “guardia moral”.

La figura de Paetongtarn combina lo nuevo y lo viejo: es joven, representa un liderazgo moderno, pero también debe cargar con el apellido Shinawatra, sinónimo tanto de desarrollo económico como de denuncias por corrupción y abuso de poder.

El futuro inmediato

La próxima semana podría ser clave. Si la Corte Constitucional decide admitir el caso en su contra y suspenderla, Tailandia entraría en otra fase de inestabilidad institucional. La posibilidad de nuevas elecciones o incluso una intervención militar, aunque menos probable en el actual contexto, no puede descartarse del todo.

Con la coalición debilitada, el descrédito público, y las presiones de aliados e instituciones, el mandato de Paetongtarn podría estar llegando a su fin, incluso antes de cumplir un año en el poder.

¿Cambio generacional o repetición de patrones?

Muchos tailandeses esperaban que la elección de Paetongtarn representara un cambio de estilo, una reconciliación con el pasado. Sin embargo, las fuerzas que operan tras bambalinas siguen siendo las mismas. Los partidos tradicionales, los sectores afines a la monarquía y los militares aún ejercen una enorme influencia política.

El periodista Pravit Rojanaphruk escribió en 2023: “En Tailandia, la democracia existe, pero sólo mientras no incomode al poder real”.

Epílogo temporal

Los próximos días definirán si el sistema político tailandés puede renovarse sin caer nuevamente en ciclos de purgas judiciales, protestas violentas o intervención militar. Paetongtarn enfrenta no sólo el desafío de mantener el poder, sino también el de legitimar su liderazgo en un país profundamente dividido, donde cada paso puede convertirse en una caída.

Como dijo un asistente a la protesta: “No se puede amar al país y al mismo tiempo traicionar a quienes lo protegen desde sus fronteras”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press