Ola polar en Uruguay: El drama invisible de los sin techo y un Estado en alerta

La peor ola de frío en años sacude a Uruguay, dejando muertes, polémicas medidas y una dolorosa radiografía del abandono social

Uruguay ante un invierno inesperado

Uruguay, el pequeño país sudamericano conocido por su estabilidad política y su clima moderado, vive una crisis humanitaria a raíz de una inusual ola polar proveniente del Antártico. Con temperaturas descendiendo a -3°C y sensación térmica aún más baja por los gélidos vientos, al menos siete personas en situación de calle han perdido la vida esta semana.

La emergencia desatada ha obligado al Estado uruguayo a adoptar medidas excepcionales: se han abierto 32 nuevos centros de refugio y se han habilitado más de 1.000 camas adicionales, incluyendo gimnasios públicos y una academia policial.

La cara más cruel del frío: muertes en la intemperie

Las historias detrás de las víctimas estremecen. Un hombre hallado bajo un puente, otro en una parada de autobús, y uno más dentro de una tienda improvisada junto a un río. Todos atrapados por el clima, la desprotección y una sociedad que, en muchos casos, ha normalizado su presencia en las calles.

El Ministerio de Desarrollo Social informó que en 2024 hay más de 2.700 personas sin hogar en todo Uruguay, con la mayoría concentrada en la capital, Montevideo. Para una nación de apenas 3,4 millones de habitantes, la cifra es alarmante.

Respuesta estatal con medidas polémicas

El presidente Yamandú Orsi ha utilizado facultades ejecutivas excepcionales y ha autorizado a la policía y otras autoridades a trasladar de manera obligatoria a las personas sin hogar a los refugios, algo que por primera vez se ha aplicado de forma tan contundente.

La posibilidad de evacuación obligatoria se ha aplicado porque el problema exige herramientas distintas”, dijo Leandro Palomeque, director del Sistema Nacional de Emergencias.

Si bien algunos ciudadanos celebraron estas medidas, calificándolas de necesarias para salvar vidas, otros sectores, incluidos defensores de derechos humanos, las consideran intervenciones coercitivas que rozan la criminalización de la pobreza.

Los refugios: entre gratitud y temor

La escena en los centros de evacuación mezcla alivio con inquietud. Las autoridades permiten el ingreso junto a mascotas y pertenencias personales, algo inusual en refugios tradicionales y que ha sido bien recibido por quienes tienen vínculos afectivos fuertes, incluso en la precariedad.

Lucas Bilhere, un joven de 19 años, llegó al albergue con su cachorro, Alaska. Mientras se envolvía en una manta, confesó: “Lo peor del invierno es al atardecer, cuando el cuerpo ya no aguanta. Mi sueño es tener un hogar propio … y dormir calentito”.

Otro ciudadano, Mauricio Rodríguez, contó que fue removido a la fuerza: “Yo estaba acostado en una mesita. Vino la policía y me dijo que no podía quedarme en la calle. No quería venir”.

Una tendencia al alza: el crecimiento silencioso de la indigencia

De acuerdo al Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), el número de personas sin hogar en Uruguay ha crecido significativamente desde la pandemia. A pesar del relativo bienestar macroeconómico del país en comparación con otros de la región, el precio de los alquileres, el desempleo juvenil y la salud mental son factores que empujan a muchos a la calle.

Un informe del Banco Mundial en 2023 indicaba que en Uruguay el 17% de los adultos de entre 18 y 29 años no tiene empleo ni estudia (“ninis”), una cifra que anticipa exclusión social duradera, y uno de los principales factores de vulnerabilidad.

El frío extremo y el cambio climático

En medio de esta tragedia, surge una pregunta central: ¿es este fenómeno climático una anomalía aislada, o estamos ante un síntoma más de la disrupción del cambio climático global?

Fenómenos similares se han reportado en el sur de Brasil y el noreste de Argentina, lo que refuerza la hipótesis de un desplazamiento de masas árticas más frecuente y agresivo. El climatólogo uruguayo Marcelo Barreiro advierte en un estudio reciente que “la variabilidad climática está trastocando los patrones de invierno en el Cono Sur”.

La ética del desamparo: ¿hasta dónde debe llegar el Estado?

La interrogante sobre hasta qué punto un gobierno debe intervenir para salvaguardar la vida de sus ciudadanos en situación de calle confronta a las democracias modernas. Uruguay, país con tradición de políticas sociales amplias, enfrenta así un dilema moral y político.

Organizaciones como el Instituto Nacional de Derechos Humanos han observado con cautela el uso de la fuerza pública, aunque reconocen que la omisión también podría constituir una forma de violencia estructural.

Cuando el frío se va, ¿qué queda?

Si bien el frente polar comenzó a retirarse, muchos se preguntan qué ocurrirá cuando los centros de emergencia cierren sus puertas y la sociedad retome su ritmo cotidiano. ¿Volverá la indiferencia a cubrir, como una segunda capa de hielo, los cuerpos y las historias de quienes duermen en la calle?

Bilhere lo resume con una frase poderosa: “No quiero volver a la vereda. Deseo esto para todos: una cama y una puerta que no dé a la calle”.

Un espejo para América Latina

Lo ocurrido en Uruguay debe funcionar como un llamado de atención para toda América Latina. Las causas estructurales del sinhogarismo —la pobreza, la desigualdad, la falta de salud mental pública eficaz y el desempleo joven— no son exclusivos de Montevideo.

Las olas de frío pueden ser temporales, pero la exclusión social es permanente si no se abordan estos desafíos con políticas integrales, dignificantes y sostenidas en el tiempo.

¿Hasta cuándo esperaremos otra masa de aire polar para actuar?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press