Captura de Carbono: ¿Héroe Climático o Falso Salvador?
Una mirada crítica al papel de la captura y almacenamiento de carbono en la lucha contra el cambio climático desde los pasillos del Congreso hasta las profundidades de la Tierra.
¿Qué es la captura y almacenamiento de carbono (CCS)?
La captura y almacenamiento de carbono, conocida como CCS por sus siglas en inglés, es una tecnología que promete reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO₂), el principal gas de efecto invernadero responsable del calentamiento global. El proceso implica capturar el CO₂ de fuentes industriales o directamente del aire, comprimirlo y almacenarlo a grandes profundidades en formaciones geológicas para evitar que se libere a la atmósfera durante milenios. La idea es sencilla en teoría: atrapar el CO₂ antes de que llegue a la atmósfera. Sin embargo, en la práctica, son muchos los desafíos que enfrenta.El proceso en acción
En lugares como Bridgeport, Texas, empresas como BKV Carbon Ventures han construido instalaciones que permiten capturar CO₂ de centrales eléctricas. Este gas se separa de otros contaminantes, se comprime y se inyecta casi a tres kilómetros bajo tierra, en formaciones como acuíferos salinos profundos, capas de basalto o yacimientos de carbón no explotables. Según Lauren Read, vicepresidenta de BKV Corp., "el dióxido de carbono almacenado en estas formaciones puede permanecer infalible durante miles de años". Pero esa promesa también carga con un problema: el 75% del CO₂ capturado no se almacena de forma permanente. En cambio, se utiliza en un método conocido como recuperación mejorada de petróleo, inyectándolo en pozos para extraer más crudo. Esto, según la Agencia Internacional de Energía (IEA), perpetúa el uso de combustibles fósiles.¿Cuánto CO₂ se captura realmente?
Aunque algunas compañías se han atrevido a afirmar que pueden capturar hasta el 90% del CO₂ producido en sus procesos, la realidad es otra.“En la práctica, eso nunca ha ocurrido”, afirma Alexandra Shaykevich, investigadora de Environmental Integrity Project.La media ronda el 60% de captura efectiva, y cada punto porcentual adicional se vuelve exponencialmente más costoso. Pero lo que es aún más preocupante es el impacto comparativo. En 2023, las emisiones globales de CO₂ alcanzaron 37.8 gigatoneladas solo en el sector energético y más de 53 gigatoneladas incluyendo todos los gases de efecto invernadero, según Emissions Database for Global Atmospheric Research. Frente a esto, las 45 plantas operativas a escala comercial en el mundo juntas capturaron tan solo 50 millones de toneladas, equivalente a menos del 0.13% del CO₂ emitido por el sector energético.
Fallos estructurales y preocupaciones ambientales
Pese al entusiasmo de ciertos sectores, los proyectos de CCS enfrentan críticas severas:- El sitio de almacenamiento de Archer-Daniels-Midland en Illinois sufrió una fuga subterránea a apenas un kilómetro de profundidad en 2023, lo que llevó al estado a prohibir el almacenamiento de carbono cerca del Acuífero Mahomet, fuente de agua para más de un millón de personas.
- Un estudio de 2021 halló que algunas instalaciones de captura también emiten metano, un gas hasta 80 veces más potente que el CO₂, debido a fugas durante la recolección y transporte.
Incertidumbre política y créditos fiscales
El futuro de la CCS en Estados Unidos está fuertemente ligado a los créditos fiscales federales. La Ley de Inversión en Infraestructura y Empleos contiene incentivos como el crédito 45Q, clave para la viabilidad económica de muchos proyectos. Según Jessie Stolark, directora ejecutiva de Carbon Capture Coalition:"Sin estos créditos, muchas plantas de hidrógeno y amoníaco propuestas en la Costa del Golfo jamás verán la luz del día".Pero esos incentivos corren peligro. El Senado aún debate los ajustes fiscales y ya se advirtió que la inflación ha reducido su efectividad.
Una solución parcial, no milagrosa
El consenso entre expertos es que la captura de carbono no reemplaza las energías renovables, sino que es un complemento de una gama más amplia de soluciones climáticas. "No es un sustituto de lo solar o eólico. Es solo una pieza del rompecabezas", menciona Sangeet Nepal, especialista tecnológico de Carbon Capture Coalition.¿Qué opinan los escépticos?
Por una parte, algunos conservadores, especialmente del ala republicana en EE.UU., ven la inversión en CCS como un despilfarro innecesario, costoso para el contribuyente y con retornos dudosos. Por otro lado, activistas climáticos como Bill McKibben argumentan que la tecnología es "una distracción cara" que da licencia moral a las petroleras para continuar contaminando. Además, proyectos como la planta Shute Creek de ExxonMobil en Wyoming —una de las más grandes del mundo— logran apenas una tasa de captura del 50%, y la mayoría del CO₂ termina sirviendo a compañías de hidrocarburos.¿Es viable a largo plazo?
La respuesta es... complicada. La tecnología funciona técnicamente, pero no ha mostrado ser eficaz económicamente ni a escala suficiente como para marcar una diferencia real en el corto o mediano plazo. Y, como lo demuestran numerosos ejemplos, los riesgos ambientales son significativos. La historia de fugas, emisiones asociadas y uso para recuperar más petróleo alimenta la percepción de que el CCS podría ser más una maniobra de relaciones públicas que una salvación climática real.El reto de fondo: ¿reducir o acomodar?
La CCS, en su estado actual, parece estar más centrada en acomodar el uso continuado de combustibles fósiles que en su progresiva eliminación. Esto plantea un dilema ético y científico central: ¿Queremos mitigar emisiones para mantener un modelo de desarrollo basado en la quema de carbono, o estamos listos para una transición real, rápida y efectiva hacia renovables?Oportunidades de mejora
Para que la CCS sea útil:- Debe priorizarse su uso en industrias sin alternativas tecnológicas viables.
- Necesita regulaciones más estrictas sobre su eficiencia y monitoreo del almacenamiento.
- Debe desvincularse del ciclo de producción de petróleo mediante incentivos más selectivos.
Lo que viene
En esta gran batalla contra el cambio climático, el CCS podría ser un guerrero auxiliar, pero no el comandante del frente. Su eficacia dependerá del contexto, regulación y su conexión (o no) con la industria fósil. La presión está ahora sobre los legisladores: ¿seguirán financiando una tecnología plagada de promesas no cumplidas? ¿O redirigirán esos fondos hacia cambios más estructurales? Quizás, como dijo un analista de la IEA, "el CCS está en esa categoría de tecnologías brillantes en papel, caóticas en el terreno". Mientras tanto, el planeta sigue calentándose. Y la urgencia no espera. Este artículo fue redactado con información de Associated Press