¿Una victoria efímera? El verdadero alcance de los ataques de EE.UU. e Israel al programa nuclear iraní
Entre versiones enfrentadas, daños estructurales y dudas persistentes, el mundo se pregunta: ¿cuán cerca está todavía Irán de obtener el arma nuclear?
Un golpe conjunto que sacudió al mundo
El 13 de junio de 2025, Israel lanzó una ofensiva sin precedentes contra instalaciones nucleares iraníes, acusando a Teherán de querer fabricar armas atómicas. Tres días después, Estados Unidos se sumó a la operación, desplegando 14 bombas bunker-buster en los sitios de Fordo y Natanz, profundizando la campaña militar. Según el presidente Donald Trump, los objetivos fueron “totalmente aniquilados”. Sin embargo, diversos informes sugieren que esa afirmación podría ser prematura o incluso exagerada.
Los objetivos: Fordo, Natanz e Isfahan
Los ataques se centraron en tres sitios clave del programa nuclear iraní:
- Fordo: una instalación de enriquecimiento de uranio construida bajo una montaña, altamente fortificada.
- Natanz: el principal centro de enriquecimiento, con una planta subterránea y otra en superficie.
- Isfahan: lugar que alberga una planta de conversión de uranio y otra para producir metal de uranio, vital para el desarrollo de ojivas nucleares.
La Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmó «daños extensos» en los tres, aunque resaltó que la evaluación detallada solo podrá realizarse una vez los inspectores puedan acceder con seguridad a las instalaciones.
El misterio del uranio enriquecido
Según la Defense Intelligence Agency (DIA), previo a los bombardeos podría haberse movido parte del uranio altamente enriquecido de Irán. Esta posibilidad cobra fuerza debido a imágenes satelitales que muestran camiones y movimientos de tierra en la entrada de Fordo días antes del ataque estadounidense.
En mayo de 2025, el OIEA había estimado que Irán poseía 408.6 kilogramos de uranio enriquecido hasta un 60%. Este nivel no es apto aún para desarrollar bombas, pero si se enriquece a un 90%, alcanzaría para armar hasta nueve armas nucleares. Cabe destacar que para fabricar un arma, se necesita más que solo el material fisionable: se requiere conocimiento técnico, sistemas de detonación, y miniaturización del dispositivo.
¿Fue una evacuación o una distracción?
Eric Brewer, exanalista de inteligencia estadounidense y experto del Nuclear Threat Initiative, declaró que era «plausible» que los camiones vistos en Fordo estuvieran retirando uranio. Sin embargo, otros expertos como Jacob Kirkegaard, del think tank Bruegel, lo consideran un simple señuelo.
Stephen Wood, director de Maxar Technologies, indicó que “algunas aperturas de los túneles fueron selladas con tierra” probablemente por los mismos camiones. Para Donald Trump, esto prueba que no se evacuó nada, sino que se intentaba proteger los accesos.
La destrucción de las centrifugadoras
Las centrifugadoras, dispositivos clave para enriquecer uranio, son delicadas y extremadamente sensibles a vibraciones. Las estimaciones preliminares del OIEA, según su director Rafael Mariano Grossi, sugieren que las cascadas de centrifugadoras en Fordo y en Natanz “han quedado inoperativas”.
En Natanz, la planta subterránea perdió el suministro eléctrico, resultando en la destrucción de casi todas sus centrifugadoras conectadas. Su planta en superficie fue “funcionalmente destruida”.
En Isfahan, los ataques también causaron daños importantes en las instalaciones que fabrican uranium metal, material crítico para una bomba nuclear.
¿Retroceso de meses o de años?
Aquí comienzan las discrepancias. Mientras Trump y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, han declarado que el programa nuclear iraní ha sido “reducido a escombros” y que Irán ha sido “retrasado por años”, otros informes técnicos, como el de la DIA, indican que el programa habría sido suspendido solo “por unos pocos meses”.
El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, fue más prudente al declarar que Irán estaba “más lejos de una bomba que antes”, sin dar una estimación temporal.
Desde Irán, el líder supremo Ali Jamenei afirmó que Trump “exageró” el impacto y reiteró que el país no busca armas nucleares.
La gran pregunta sin respuesta
La OIEA, junto con la comunidad internacional, necesita acceso a los sitios para confirmar el estado real del programa. Mientras eso ocurre, los temores continúan y se intensifican. La disponibilidad del material fisionable, la pérdida (o no) de las capacidades técnicas para enriquecerlo, y la intención final—militar o civil—de Irán siguen siendo los elementos clave del rompecabezas.
Contexto histórico: el acuerdo nuclear de 2015
Vale recordar que el programa nuclear iraní había sido contenido en 2015 con el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés), firmado con EE.UU., Alemania, China, Francia, Reino Unido y Rusia. El acuerdo limitaba el enriquecimiento, la cantidad de uranio y las instalaciones autorizadas a cambio de levantamiento de sanciones.
Trump se retiró del acuerdo en 2018, reimponiendo sanciones. Desde entonces, Irán ha ido progresivamente incumpliendo los límites del tratado, enriqueciendo uranio a niveles nunca antes alcanzados bajo supervisión internacional.
Una montaña rusa diplomática
En medio de una tregua frágil entre Israel e Irán, se desconoce si alguno de los involucrados reanudará negociaciones diplomáticas o si este nuevo episodio reactivará la carrera regional por la disuasión nuclear.
La amenaza de una bomba nuclear iraní ha sido una constante en los discursos israelíes desde hace más de dos décadas. Pero sin inspecciones verificadas, tal como lo confirmó Grossi, hoy reina la incertidumbre.
¿Y luego qué?
La pausa impuesta por los bombardeos podría otorgar tiempo, pero también podría servir como catalizador para una nueva etapa de desarrollo más clandestino. Irán ha prometido proteger su programa “con sangre”, mientras diversos sectores en EE.UU. y en Europa llaman nuevamente a resucitar alguna forma del JCPOA.
Irán, si se lo propone, aún podría continuar su programa desplazando sus operaciones a nuevas ubicaciones reforzadas o incluso fuera del radar. Como ya ha ocurrido en el pasado, la opacidad nuclear representa el verdadero riesgo global.
Mientras tanto, el reloj geopolítico sigue su marcha: ¿se ganó tiempo o se desató una nueva fase de incertidumbre atómica en Oriente Medio?