¿Un lujo jugar al béisbol?: Cómo los aranceles y los altos costos amenazan los deportes juveniles en EE. UU.
El aumento de precios en equipamiento, los aranceles impuestos a productos importados y la brecha económica están marginando a miles de niños que quieren jugar
El deporte juvenil, atrapado entre costos crecientes y aranceles
Para miles de familias estadounidenses, el deporte juvenil es mucho más que una actividad extracurricular: es una vía para fomentar salud física y mental, socialización y disciplina. Pero una tormenta perfecta de factores económicos —especialmente los nuevos aranceles a productos deportivos importados y el aumento generalizado de precios— está poniendo la práctica deportiva fuera del alcance de muchas familias de clase media y trabajadora.
Este fenómeno está sacudiendo tanto a consumidores como a empresas del ramo. Como lo expresó Karli Casamento, una madre de Pennsylvania cuyas palabras resuenan con miles de padres: “Mientras crecen, necesitan nuevo equipo. Y todo viene de China. Es definitivamente una preocupación”.
¿Qué está ocurriendo exactamente con los precios?
Con la imposición de aranceles del 10%, e incluso del 30%, a productos deportivos provenientes de China, Vietnam y Taiwán —los principales exportadores del mundo de este tipo de mercancía—, el precio del equipamiento deportivo juvenil sigue al alza. Las compañías afectadas han tenido que trasladar ese impacto a los consumidores.
- China representa el 43% de todas las exportaciones mundiales de bienes deportivos (OMC, 2022).
- EE. UU. es el mayor importador del mundo desde 2010, con el 31% del total de las importaciones en 2022.
- Vietnam aumentó sus exportaciones deportivas un 340% entre 2018 y 2024, hasta $705 millones, gracias a deportes como golf, bádminton y tenis.
Como consecuencia, productos como bates de béisbol, guantes, redes de fútbol, conos y equipamiento de hockey han subido drásticamente de precio. Esto es especialmente relevante para el béisbol, una de las disciplinas más populares del país.
El costo de jugar béisbol... y otros deportes
Jax Casamento, un adolescente de 15 años, es un ejemplo real del costo de competir en deportes escolares hoy en día:
- Guante de $300
- Bate de $400
- Equipo de catcher: $700
- Registro para equipo de viajes: varios cientos de dólares
- Viajes a torneos: alojamiento, transporte y alimentación
Sumando todos esos gastos, la familia Casamento estima que gasta alrededor de $5,000 dólares anuales solo por un hijo en deportes. “Y ahora tenemos dos niños en deportes”, recalca Karli.
¿Quiénes son los más afectados?
Los aranceles amenazan con revertir avances recientes en cuanto a inclusión y participación en los deportes juveniles:
- En 2023, la participación regular en deportes de equipo alcanzó su nivel más alto desde 2015: 39.8% (Sports & Fitness Industry Association)
- La participación de niñas alcanzó sus mayores niveles desde al menos 2012 (Aspen Institute)
Pero estas cifras esconden una preocupante desigualdad. Según el Aspen Institute:
- El 43.5% de los niños de hogares con ingresos mayores a $100,000 juega deportes regularmente
- Solo el 25.1% de los niños de hogares con ingresos menores a $25,000 lo hace
“Es muy probable que estos aumentos de precios saquen del juego a muchas familias de ingresos bajos y medios”, advirtió Todd Smith, presidente ejecutivo de la Sports & Fitness Industry Association.
Los aranceles no solo afectan a los padres… también a las empresas
Empresas como Nike, Adidas, Under Armour y Puma firmaron una carta abierta al gobierno solicitando la exclusión del calzado deportivo de los aranceles. En palabras del grupo de distribución Footwear Distributors & Retailers of America: “Estos aranceles se convertirán en un impacto inmediato en la caja registradora de cada familia”.
Algunas compañías intentan buscar alternativas locales, pero como señala Todd Smith: “La idea de que aranceles permitirán que una fábrica de 10 millones de dólares nazca de un día para otro en EE. UU. no es realista”.
Más allá del juego: impactos en salud pública
No se trata solo del campo de juego. La práctica deportiva juvenil está directamente ligada con beneficios sociales y de salud. Así lo explica Tom Farrey, fundador del Sports & Society Program del Aspen Institute: “Podemos generar un ciclo virtuoso si logramos sacar a los niños del sofá y de las pantallas, y darles una experiencia deportiva significativa durante la adolescencia”.
Cuando eso no ocurre, los riesgos se acumulan: obesidad, problemas de salud mental y sedentarismo, con efectos negativos de largo plazo en el sistema de salud y en el bienestar general.
Un muro invisible y creciente
Que un niño pueda jugar béisbol, baloncesto, fútbol o cualquier otro deporte no debería depender de si sus padres pueden pagar un bate de $400 o un guante de $300. Pero la realidad actual sugiere lo contrario.
Para Karli Casamento, también maestra de primaria, el problema trasciende su hogar: “Trabajo con muchos niños de familias con bajos recursos. Se les hace muy difícil pagar para que sus hijos jueguen deportes. Y eso tiene consecuencias”.
El profesor Travis Dorsch, director del Families in Sport Lab en la Universidad Estatal de Utah, lo deja claro: “No se puede ignorar que una gran parte del equipo que usamos en los deportes juveniles proviene del extranjero. Si los aranceles se hacen efectivos a largo plazo, afectarán directamente la experiencia de los niños en el deporte”.
¿Qué alternativas existen?
Algunas organizaciones están explorando modelos de préstamos de equipamiento, programas de donación y reutilización de artículos deportivos usados. Sin embargo, estas soluciones son aún incipientes y necesitan más apoyo institucional.
Por otro lado, los gobiernos locales y distritos escolares podrían desempeñar un papel clave, subsidiando el acceso a deportes juveniles como parte de sus estrategias de salud pública y educación.
Una reflexión final
¿Estamos permitiendo que el costo de una pelota determine el futuro de nuestra juventud? Jugar debería ser un derecho, no un privilegio.
En un país donde el béisbol es parte de la identidad nacional y donde la obesidad infantil es una preocupación creciente, vale la pena preguntarse si las decisiones económicas actuales están, sin quererlo, sacando del terreno de juego a quienes más lo necesitan.
Y mientras las empresas ajustan su contabilidad y los gobiernos piensan en comercio internacional, los niños esperan en sus casas, con ganas de correr, lanzar e imaginar que están en el campo de sus sueños.