Obergefell y Hodges: Un ícono del matrimonio igualitario… y una amistad improbable

A diez años del fallo histórico de la Corte Suprema de EE.UU., los nombres enfrentados en el caso que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo se han convertido en compañeros de causa

Del antagonismo judicial a la amistad sincera

Cuando el 26 de junio de 2015 la Corte Suprema de los Estados Unidos dictaminó que el matrimonio entre personas del mismo sexo era legal en todo el país, dos nombres quedaron inmortalizados en los libros de historia jurídica: Jim Obergefell y Rick Hodges. El caso fue conocido como Obergefell v. Hodges, pero lo que la mayoría desconoce es que, a pesar de sus posiciones antagonistas en el papel, estos dos hombres están lejos de ser enemigos. Hoy, una década después de ese fallo histórico, Obergefell y Hodges son amigos cercanos que incluso comparten escenarios en conferencias y foros públicos.

Un caso iniciado por amor y pérdida

Todo comenzó con el amor y la enfermedad. Jim Obergefell había sido durante años pareja de John Arthur, con quien vivía en Cincinnati, Ohio. Cuando a Arthur se le diagnosticó esclerosis lateral amiotrófica (ELA), ambos enfrentaron juntos un proceso doloroso que culminó en julio de 2013 cuando el estado de Maryland —donde el matrimonio igualitario ya era legal— les permitió casarse en una avioneta estacionada, ya que la salud de Arthur no permitía más.

El acto fue tan emotivo como legalmente cargado. A su regreso a Ohio, supieron que su matrimonio no sería reconocido oficialmente por el estado, y que Obergefell no sería mencionado como cónyuge sobreviviente en el certificado de defunción de Arthur. Así comenzó una batalla legal que llegó hasta la Corte Suprema.

Rick Hodges: El “adversario” con otras ideas personales

El nombre de Rick Hodges llegó al caso por su cargo: era el Director del Departamento de Salud de Ohio, y su rol requería defender la postura del estado, que entonces se oponía al reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo. Sin embargo, Hodges ha declarado públicamente que su opinión personal era diferente y que siempre apoyó, en lo personal, los derechos de la comunidad LGBTQ+.

Según el propio Jim Obergefell, su primera reacción al ser invitado a conocer a Hodges fue con reservas. “¿Tú qué opinas? ¿Debería querer conocerlo?”, recuerda haber preguntado. Pero el encuentro fue todo menos hostil.

Un café que cambió narrativas

Se conocieron por primera vez tomando café en un hotel. Hodges, lejos de mostrarse frío o indiferente, expresó un respeto profundo por Obergefell y un reconocimiento inusual en política. Le dijo: “No sé si deba felicitarte porque todo esto empezó con la pérdida de tu esposo, pero estoy feliz de que hayas ganado. Nunca me había alegrado tanto de perder en mi vida.”

Desde entonces, comenzaron una amistad sorprendentemente genuina. Ambos aparecen juntos regularmente en conferencias, paneles, y eventos conmemorativos del fallo. Como suele bromear Hodges: “Cuando entramos a una sala, todo el mundo aplaude a Jim y me miran a mí como si fuera el príncipe de las tinieblas… pero luego todo mejora.”

Una década de impacto legal y emocional

El fallo de Obergefell v. Hodges cambió para siempre la historia civil de Estados Unidos. Según la organización Human Rights Campaign, más de 14 millones de personas LGBTQ+ viven en EE.UU. y el fallo les otorgó un derecho civil que antes les estaba negado o regulado dependiendo del estado.

El abogado principal del caso, Al Gerhardstein, ha comentado que la amistad entre su cliente y el “demandado” es un ejemplo inspirador: “Es raro ver este tipo de reconciliación en los casos judiciales, y mucho más cuando se trata de temas tan polarizantes. La relación entre ellos debería servir de modelo en un país tan dividido.”

Lo profesional versus lo personal: Hodges en contexto

Una de las anécdotas más reveladoras fue relatada por Gerhardstein mismo, quien contó que, antes de la decisión del alto tribunal, Hodges ya se estaba preparando logísticamente para que las licencias de matrimonio fueran emitidas sin contratiempos en caso de fallar a favor de Obergefell. “Él ya estaba organizando a los abogados del estado para crear los sistemas de licencias”, algo que podría interpretarse como una forma de sabotaje institucional si viniera de alguien convencido de oponerse. Pero en el caso de Hodges se trataba, simplemente, de hacer su trabajo profesional con integridad, entendiendo que los derechos podrían —y debían— cambiar.

El legado de Obergefell

Jim Obergefell ha dedicado los últimos años a la defensa de los derechos civiles y el activismo LGBTQ+. Sus charlas son un testimonio de cómo un hombre común, con un dolor profundo, puede transformar su pérdida en una causa colectiva. “Lo hice por John, pero descubrí que en el proceso ayudé a millones como nosotros”, ha dicho en numerosas entrevistas.

Su lucha traspasa partidos y etiquetas. Cuando se le preguntó si imaginaba ser vocero nacional de los derechos LGBTQ+, respondió: “No. Solo quería que nuestro amor fuera reconocido como válido, tan válido como cualquier otro.”

Una amistad improbable, pero necesaria

En un clima político donde el “otro” es muchas veces demonizado, Obergefell y Hodges ofrecen un ejemplo de humanidad compartida. Sus charlas conjuntas generan desconcierto inicial, pero se transforman en ovaciones. En ellas discuten cómo la empatía, el respeto mutuo y el diálogo pueden hacer avanzar la causa de los derechos humanos aunque dos personas partan de lados distintos del espectro ideológico o institucional.

“Verlos hablar es como observar la redención de la política y del derecho,” dice un asistente habitual a sus presentaciones. “Si ellos pueden entenderse, ¿por qué nosotros no?”

La importancia de recordar: 10 años después

En este 2025, se cumplen diez años desde que la Corte Suprema de los Estados Unidos legalizó el matrimonio igualitario. Es un punto de reflexión no solo para el movimiento LGBTQ+, sino también para la nación completa. Tanto Obergefell como Hodges han asistido juntos a eventos como el simposio de la Northern Kentucky University y actos organizados por Equality Ohio, la misma organización que facilitó su primer encuentro en 2016.

En un discurso reciente, Obergefell dijo con cierto humor y mucha honestidad: "No puedo pensar en otro caso donde el demandante y el demandado sean amigos. Puede que existan, pero no los conozco. Estoy muy contento de que Rick y yo lo seamos."

El poder de la reconciliación

Más allá del caso judicial, más allá del fallo o de la política, el vínculo entre Jim Obergefell y Rick Hodges es significativo porque encarna un principio crítico en cualquier sociedad democrática: se puede disentir sin deshumanizar, se puede oponer sin odiar.

Una sentencia judicial puede cambiar leyes, pero una amistad como la de estos dos hombres cambia corazones. Como dijo Hodges en una reciente entrevista: "He aprendido más sobre humanidad, dignidad y coraje de Jim que de cualquier persona que haya conocido en política.”

En tiempos de polarización y discurso incendiario, su historia es un faro, una lección y quizás, un nuevo punto de partida sobre cómo relacionarnos en sociedad.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press