India, Polonia y Hungría regresan al espacio: una nueva era para los astronautas internacionales
Con su primer viaje tripulado en más de 40 años, estos países reviven la ambición espacial gracias a un vuelo privado que marca una nueva página en la exploración orbital
Un regreso estelar a la órbita
Este 25 de junio de 2025 será recordado como una fecha histórica para India, Polonia y Hungría. Después de más de cuatro décadas de ausencia, estos países volvieron a enviar astronautas al espacio, marcando un hito gracias a las iniciativas privadas que están transformando la presente y futura exploración espacial.
El escenario fue el Centro Espacial Kennedy de la NASA en Cabo Cañaveral, Florida. Desde la plataforma 39A, un cohete Falcon 9 de SpaceX despegó con un equipo de cuatro personas a bordo de la cápsula Dragon, con destino a la Estación Espacial Internacional (EEI). El vuelo fue gestionado por la empresa estadounidense Axiom Space, y cada asiento tuvo un precio superior a los 65 millones de dólares.
A bordo: experiencia estadounidense e ilusiones renovadas
La tripulación está compuesta por la veterana astronauta estadounidense Peggy Whitson, conocida por haber pasado casi dos años en órbita a lo largo de su carrera espacial, y tres cosmonautas novatos pero entusiastas: Shubhanshu Shukla de India, Tibor Kapu de Hungría y Slawosz Uznanski-Wisniewski de Polonia.
Shukla, piloto de la Fuerza Aérea India, expresó antes del lanzamiento: “Aunque yo viajo como individuo al espacio, esta es la travesía de 1.400 millones de personas”. Con esas palabras, dejó clara su intención de inspirar a las nuevas generaciones de su país.
Una misión con carga simbólica y cultural
Además de llevar a cabo experimentos científicos, el equipo viaja con elementos arraigados a su identidad nacional. Entre ellos:
- Curry indio, arroz y néctar de mango.
- Pasta de paprika húngara, famosa por su intensidad.
- Pierogis polacos liofilizados, un toque nostálgico del hogar.
Estos detalles no solo expresan el orgullo cultural de los astronautas sino que sirven como puente simbólico entre sus países y el espacio exterior.
El peso de la historia
Sus referencias nacionales tienen aún más fuerza si consideramos que sus predecesores también volaron al cosmos durante la Guerra Fría en misiones soviéticas. Rakesh Sharma (India, 1984), Miroslaw Hermaszewski (Polonia, 1978) y Bertalan Farkas (Hungría, 1980), fueron pioneros pero nunca habían sido replicados. Farkas incluso asistió al lanzamiento en Florida para alentar a Kapu.
Estos nuevos astronautas planean realizar numerosas conexiones en directo con escuelas e instituciones de sus respectivos países para impulsar la educación científica y tecnológica.
El auge del turismo y los vuelos espaciales privados
La misión representa la cuarta de Axiom Space desde 2022. La empresa, fundada en Houston, cumple un rol emergente en el nuevo orden espacial, donde agencias como NASA permiten y favorecen el acceso comercial a la órbita baja.
En palabras de Uznanski-Wisniewski: “El espacio ya no es solo para las grandes agencias; ahora es para todos”. La participación de países tradicionalmente marginados en la carrera espacial reafirma este paradigma.
¿Una carrera espacial sin fronteras?
Lo notable de esta misión es cómo democráticamente se abren espacios para países emergentes o con poca trayectoria estelar reciente. En líneas generales:
- La NASA actúa como anfitriona, cobrando por comida y mantenimiento a bordo.
- SpaceX provee cohetes Falcon 9 y la cápsula Dragon.
- Axiom Space diseña y gestiona la logística del vuelo.
El modelo funciona como una forma híbrida entre servicio turístico de lujo y plataforma científica. Whitson, ya retirada de la NASA, ahora es comandante de estas misiones chárter, algo impensado hace una década cuando se temía que los "turistas" pudieran comprometer operaciones científicas delicadas.
Obstáculos técnicos y retrasos
El lanzamiento fue inicialmente previsto para semanas antes, pero diversos problemas técnicos causaron demoradas. Primero hubo fallas con la cápsula original. Posteriormente, SpaceX debió reparar una fuga de oxígeno en el cohete. Finalmente, debieron esperar a que se solucionaran filtraciones de aire en el módulo ruso de la EEI, lo que llevó a la NASA a poner el cronograma en pausa.
No obstante, una vez superados estos escollos, se dio luz verde al lanzamiento que no decepcionó en términos de precisión y visibilidad.
Peggy Whitson, la madrina del nuevo orden
A pesar de que el vuelo le hizo perder la ceremonia de su inclusión en el Salón de la Fama de los Astronautas de EE.UU., Peggy Whitson reafirmó su rol como chaperona estelar. Representa una transición generacional e institucional en la historia de los vuelos tripulados: de la NASA hacia el sector privado.
Whitson no solo vela por la seguridad, sino que también guía a los astronautas debutantes en el exigente entorno orbital. También es un rostro confiable para agencias como la ESA y Roscosmos con quienes aún se comparten responsabilidades tripuladas.
El futuro del acceso comercial a la órbita
Este relanzamiento internacional coincide con una etapa de cambio estructural: la EEI se retirará en 2031 y las futuras estaciones orbitales serán principalmente privadas. Entre ellas, Axiom planea tener su propio módulo independiente para 2028.
El éxito de estos modelos mixtos en vuelos orbitantes servirá de base para proyectos lunares y, eventualmente, marcianos. SpaceX ya lleva cinco años perfeccionando su sistema Starship para futuras misiones lunares y de larga duración.
El impacto nacional
Los vuelos como este no solo estimulan la industria espacial privada, también tienen implicaciones nacionales. Despiertan orgullo patriótico, impulsan carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), y permiten a economías emergentes participar de manera directa en el desarrollo científico internacional.
Como dijo el ingeniero húngaro Kapu: “Con esta misión, Hungría da un paso más cerca de las estrellas”.
Más que un viaje, una señal para el futuro
Los millones invertidos por India, Polonia y Hungría no son simplemente un lujo espacial. Son una inversión estratégica en presencia geopolítica, en talento nacional y en diplomacia tecnológica.
Y si la humanidad ha de establecer presencia permanente en otros mundos, será gracias a este tipo de alianza entre conocimiento acumulado, inversión privada e ilusión colectiva.