Gaza: Los bebés que mueren en silencio — una crisis humanitaria sin alivio

La catástrofe de los recién nacidos en Gaza refleja una tragedia evitable que el mundo ignora

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Una incubadora, una madre y un susurro de vida

En el Hospital Nasser de Khan Younis, sur de la Franja de Gaza, Seham Fawzy Khodeir observa a su hijo Hisham, un bebé prematuro que depende de una incubadora para respirar y de una sonda para ser alimentado. Tiene solo unos días de nacido, pero ya lucha por sobrevivir. Su madre lo mira con desesperación y susurra una frase escalofriante: “No hay leche”.

Hisham es uno de los 580 bebés prematuros que están en riesgo de morir por desnutrición en los hospitales devastados de Gaza. El desabastecimiento de fórmula médica infantil es una sentencia de muerte silenciosa para cientos de recién nacidos. La historia de Hisham podría ser la de cualquier otro de estos bebés, que no entienden guerras ni bloqueos, pero sí sufren sus consecuencias más brutales.

Nacer en Gaza: una lucha contra el olvido

La guerra entre Israel y Hamás, iniciada tras el brutal ataque del 7 de octubre de 2023, ha devastado la infraestructura del enclave palestino. Más de 56,000 palestinos han muerto y 131,000 han resultado heridos, según el Ministerio de Salud de Gaza. Aunque estas cifras incluyen tanto combatientes como civiles, al menos la mitad de las víctimas son mujeres y niños.

La situación en los hospitales es catastrófica. De los 36 centros médicos que había en Gaza, solo 17 aún funcionan parcialmente. El Hospital Nasser es uno de ellos, donde se atienden a pacientes entre apagones eléctricos, falta de combustible y escasez de suministros médicos.

Fórmula agotada y esperanzas que se diluyen

Dr. Ahmed al-Farah, jefe del departamento de pediatría y obstetricia del Hospital Nasser, alertó recientemente que la reserva de fórmula médica especializada se agotó por completo. Gracias a la donación de una ONG estadounidense, llegaron 20 cajas que servirán apenas para dos semanas. Según al-Farah: “Esto no es suficiente (…) Soluciona el problema temporalmente, pero necesitamos una solución permanente: levantar el bloqueo”.

En la parte norte de Gaza, la situación es aún más grave. El Hospital Al-Rantisi en ciudad de Gaza ya no tiene fórmula fortificada desde semanas atrás, según su director, Dr. Jamil Suliman. Agrega que muchas madres, debilitadas por la hambruna, no pueden amamantar a sus hijos.

Israel, el bloqueo y las acusaciones cruzadas

Desde el 2 de marzo de 2024, Israel implementó un cerco total al ingreso de alimentos, agua, medicamentos y combustible en Gaza como medida de presión contra Hamás, que aún retiene a por lo menos 50 rehenes del ataque del 7 de octubre. Bajo creciente presión internacional, Israel permitió el ingreso mínimo de ayuda desde el 19 de mayo, incluyendo más de 1,000 toneladas de alimentos para bebés, según COGAT, la agencia israelí de coordinación de ayuda.

Israel asegura que aprueba todo lo solicitado por las organizaciones humanitarias y que no retiene alimentos para bebés. Sin embargo, grupos defensores de derechos humanos y médicos en Gaza contradicen ese relato: afirman que los productos recibidos son insuficientes y no cubren todos los hospitales ni las necesidades particulares de los lactantes prematuros.

El mercado negro y el colapso alimentario

El Centro Palestino para los Derechos Humanos publicó esta semana que la fórmula especializada está al borde del colapso comercial. Algunas marcas ya desaparecieron totalmente, y las pocas disponibles se venden a precios desorbitados: fuera del alcance de familias comunes. El sistema de distribución, en algunos casos, implica acercarse a zonas donde se han reportado disparos por parte del ejército israelí hacia multitudes que buscaban insumos.

COGAT sostiene que la distribución de la ayuda se realiza fundamentalmente por organizaciones internacionales, y no por fundaciones como la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), que han sido objeto de protestas y controversia.

Una cadena rota: combustible, salud y sobrevivencia

Además de alimentos, el combustible se ha vuelto el recurso más crítico. Los hospitales requieren energía para mantener operativas las incubadoras, los quirófanos y áreas de cuidados intensivos. Con la electricidad cortada en la mayor parte del día, las instalaciones operan gracias a generadores cuyo combustible escasea. Según Jonathan Whittall, director humanitario de la ONU para Palestina: “Nuestros almacenes están vacíos mientras Israel limita los envíos a suministros médicos y comida en cantidades mínimas. La desnutrición infantil solo empeora”.

En este contexto, más de 110 niños son atendidos diariamente por desnutrición desde inicio de 2024. El colapso humanitario es tal que algunos departamentos del Hospital Nasser han quedado sin electricidad debido al racionamiento del combustible, según Ismail Abu-Nimer, jefe de mantenimiento de la instalación.

El rostro invisible de la guerra

“Estos bebés no tienen tiempo… ni voz”, lamenta al-Farah. Esta frase sintetiza la tragedia olvidada de los más vulnerables. En guerras de tan gigantesca escala, donde se juega el ajedrez geopolítico entre potencias y conflictos de décadas, quienes más sufren son quienes no pueden defenderse: los recién nacidos, indefensos ante el estruendo de los misiles y la indiferencia internacional.

La organización Human Rights Watch emitió recientemente un informe donde señala que todos los servicios médicos en Gaza están “sobrecargados, inmundos y desprovistos de los insumos básicos”. Las mujeres embarazadas dan a luz sin agua, sin higiene ni anestesia. Belkis Wille, vocera de la organización, fue tajante: “Ellas y sus bebés están en riesgo constante de muerte evitable”.

¿Dónde está el mundo?

El drama de Gaza ha sido eclipsado por la guerra entre Israel e Irán, los movimientos diplomáticos globales y los intereses geopolíticos. Mientras los titulares cambian de prioridades, la vida en Gaza se apaga lentamente, bebé por bebé.

Frente a este panorama, la pregunta ya no es qué debe hacer la comunidad internacional, sino por qué no lo ha hecho aún. Pasaron meses desde que Naciones Unidas advirtió de una hambruna inminente en el enclave palestino. Decenas de organizaciones han pedido, sin éxito, que se garantice un corredor humanitario seguro. Y mientras tanto, 580 incubadoras en Gaza laten al ritmo de la desesperanza.

No se trata de un conflicto político. Se trata de vidas. Vidas que aún ni siquiera han comenzado. Y que, si el mundo sigue en silencio, nunca lo harán.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press