Deslizamientos, destrucción e impunidad: la tormenta perfecta entre desastres naturales y fallos humanos

Mientras Colombia sufre los embates del clima y Estados Unidos enfrenta errores judiciales que permiten circular a conductores culpables de homicidio vial, una misma verdad se impone: la falta de preparación y responsabilidad cuesta vidas.

Colombia bajo el lodo: la tragedia de Medellín y Bello

En los primeros días de la semana, una tragedia azotó el noroeste de Colombia, donde un deslizamiento de tierra consecuencia de lluvias torrenciales dejó al menos 11 muertos y más de 15 desaparecidos en los municipios de Medellín y Bello. Las autoridades locales y los equipos de rescate trabajan contra reloj, ayudados por perros entrenados, drones y maquinaria pesada, en busca de sobrevivientes atrapados bajo toneladas de sedimentos, techos colapsados y restos de estructuras arrasadas por la corriente.

La alcaldesa de Bello, Lorena González Ospina, informó que más de 1,300 personas fueron desplazadas, utilizando escuelas, centros comunitarios e incluso piscinas públicas como refugios improvisados. "La ciudad amaneció con ríos que parecían tsunamis", declaró ante medios locales. Por su parte, el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, ordenó evacuaciones preventivas en más de 60 viviendas.

Un patrón repetitivo en tierras vulnerables

Los deslizamientos de tierra en esta región montañosa de Colombia no son un fenómeno nuevo. El país experimenta su principal temporada de lluvias de abril a noviembre. Según el IDEAM (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia), este tipo de eventos son agravados por urbanizaciones informales, deforestación y la pobre planificación urbana.

En solo 2023, Colombia registró más de 600 emergencias asociadas a deslizamientos, dejando cientos de fallecidos y desplazados, aunque no siempre reciben atención mediática. En Medellín, la segunda ciudad más grande del país, las montañas ofrecen paisajes imponentes pero también peligros constantes cuando la lluvia supera los niveles normales.

Crónica de una negligencia: cuando el sistema judicial de California falla

Mientras tanto, en California (EE.UU.), una investigación periodística de CalMatters reveló un escándalo que demuestra cómo la negligencia burocrática puede ser tan peligrosa como un desastre natural. Según los hallazgos, más de 400 condenas por homicidio vehicular no fueron reportadas adecuadamente al Departamento de Vehículos Motorizados (DMV), permitiendo que conductores culpables conserven sus licencias de conducción.

Uno de los casos más indignantes es el de Marvin Salazar, condenado por la muerte de su amigo en un choque a alta velocidad. A pesar de la sentencia, el DMV no fue notificado y Salazar siguió conduciendo. Durante ese tiempo, recibió dos multas por exceso de velocidad y se vio involucrado en otro accidente. “Nos sentimos traicionados por el sistema”, expresó Gaudy Lemus, madre de la víctima. “Su licencia debió ser removida de inmediato”.

El sistema roto: errores humanos y tecnología ineficiente

La investigación descubrió que muchos tribunales simplemente olvidan remitir la condena al DMV o utilizan sistemas informáticos obsoletos que no envían los registros correctamente. Algunas cortes cuentan con software que falla al momento de reconocer ciertos códigos penales, mientras que otras han identificado errores humanos como la causa principal.

En condados como Santa Clara y Condado de Los Ángeles, las omisiones alcanzan hasta el 50% de los casos. Un ejemplo es el de Ricardo Aguilar, condenado por participar en una carrera ilegal que causó la muerte de Arian Rahbar, un estudiante de la Universidad del Sur de California (USC). Hasta mayo de este año, el DMV no tenía ningún registro de su condena. En su expediente aparecía: “NONE TO REPORT”.

Errores que matan, historias que se repiten

  • Timothy Hamano: atropelló a Gregory Turnage en 2021 tras beber alcohol. Fue condenado por homicidio vehicular pero su licencia siguió activa y fue parte de otro accidente en 2024.
  • Casos similares en 32 condados resultaron en más de 275 condenas no reportadas al DMV, de las cuales casi 200 resultaron en sanciones recientes gracias a la investigación periodística.
  • El DMV tiene la facultad de revocar licencias incluso sin condena penal, pero rara vez lo hace.

Esta cadena de errores se arrastra desde hace décadas. En los años 90, el DMV incluso produjo un video educativo advirtiendo sobre la falta de comunicación entre autoridades. ¿El desenlace trágico? El actor que protagonizó ese corto murió en un accidente causado por un conductor ebrio.

Una comparación dolorosa: lluvias torrenciales vs burocracia letal

A pesar de sus diferencias, los eventos en Colombia y California tienen algo en común: la falta de preparación, supervisión y responsabilidad institucional que expone a miles de personas a la tragedia.

En Medellín y Bello, casas construidas en zonas de riesgo colapsan sin previo aviso debido a la falta de control urbano. En Estados Unidos, conductores condenados por matar a inocentes siguen circulando debido a errores administrativos. En ambos contextos, el común denominador es que las víctimas son olvidadas y los sistemas fallan.

“Si alguien puede subirse a una acera y matar a tu pareja sin consecuencias legales reales”, dijo Angie Brey, cuyo esposo fue arrollado, “¿qué estamos comunicando como sociedad?”. Las respuestas deben llegar rápido: tanto en las montañas colombianas como en las ciudades californianas, la vida depende de ello.

¿Qué se puede hacer?

  • En Colombia, es urgente una revisión rigurosa de los planes de uso del suelo, inversión en infraestructura de drenaje y triaje de zonas con riesgo geológico inminente.
  • En California, la obligación de los tribunales de reportar las condenas debe ser automatizada y auditada periódicamente. Además, una reforma legislativa podría permitir al DMV actuar directamente sin esperar órdenes judiciales formales.
  • A nivel global, es crucial entender que la prevención cuesta menos que la reconstrucción, y que administrar justicia también es una forma de evitar muertes futuras.

La naturaleza puede desatar su furia de un momento a otro, pero cuando es la negligencia humana la que amplifica o multiplica su daño, estamos mirando a un espejo que revela nuestras fallas más profundas como sociedad.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press