¿Una OTAN más costosa y un Irán más represivo?: Tensiones globales al borde del abismo

A medida que la OTAN presiona por presupuestos de defensa más altos y Teherán intensifica las ejecuciones por espionaje, el escenario internacional se torna volátil e incierto

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Una OTAN con apetito creciente de gasto militar

El reciente anuncio del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, sobre un nuevo objetivo de gasto en defensa que alcanzaría el 5% del Producto Interno Bruto (PIB) para el año 2035 ha sacudido el tablero de prioridades de muchos países miembros. Esta medida fue presentada en lo que él definió como una “cumbre transformadora”, realizada en La Haya, Países Bajos, y respaldada por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Nos encontramos ante un momento crítico donde los países deben decidir entre aumentar sus gastos militares o enfrentar presión y recriminaciones dentro de la alianza.

Gasto creciente, críticas compartidas

La OTAN ya había acordado en 2022, tras la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, un objetivo del 2% del PIB como gasto mínimo en defensa. El hecho de que ahora se intente más que duplicar ese porcentaje genera resistencia y preocupación.

Solo en el último año, 22 países alcanzaron o superaron la meta del 2%, una mejora notable si se compara con hace una década, cuando solo tres lo lograban. Pero escalar al 5% no es sencillo.

  • España calificó el nuevo objetivo como “irrazonable” e inalcanzable para 2035.
  • Bélgica mostró señales de no adherirse completamente a ese plan.
  • Eslovaquia indicó que se reserva el derecho de fijar su propio nivel de gasto.

Mientras tanto, países del flanco oriental como Polonia y las repúblicas bálticas han expresado entusiasmo por el nuevo objetivo, dada su cercanía geográfica y estratégica al conflicto con Rusia.

Trump y las grietas transatlánticas

Trump, conocido por sus críticas hacia los aliados que no cumplen con sus compromisos financieros dentro de la OTAN, volvió a fijar el blanco en España y Canadá, a quienes acusó de “injusticia” e “impago crónico”. El expresidente ya había desatado tensiones internas en 2018, durante su primer mandato, cuando amenazó con abandonar la alianza si los países miembros no aumentaban su gasto.

¿Por qué un 5%?

El telón de fondo de esta presión por mayor gasto es el cambio geopolítico global. Estados Unidos está señalando una reorientación de su política exterior hacia otras regiones, entre ellas Asia y el Indo-Pacífico, donde China representa una preocupación creciente. Esto deja a Europa con una mayor responsabilidad en la defensa de su territorio ante amenazas como Rusia.

Rutte lo dijo claramente:

“Dadas las amenazas de Rusia y la situación internacional de seguridad, sencillamente no hay alternativa.”

En paralelo: Irán intensifica la represión

Mientras los miembros de la OTAN discuten sobre presupuestos, otro jugador clave en los equilibrios de poder global avanza una política inquietante: Irán ha ejecutado a tres personas más acusadas de espiar para Israel, elevando a seis el total de ejecuciones por espionaje relacionadas con la reciente guerra Irán-Israel desde el 16 de junio.

Según la agencia estatal IRNA, los ajusticiados —Azad Shojaei, Edris Aali y Rasoul Ahmad Rasoul (este último ciudadano iraquí)— fueron acusados de introducir “equipo de asesinato” en el país. No se ofrecieron detalles públicos sobre las pruebas ni procesos judiciales transparentes. Amnistía Internacional había alertado anteriormente sobre una posible violación del debido proceso en sus casos.

Un patrón creciente de ejecuciones

Desde el inicio de las hostilidades con Israel, Teherán ha optado por emplear la ejecución como mensaje interno de fuerza y control. Las autoridades iraníes incluso establecieron una fecha límite para que supuestos espías se entreguen voluntariamente, lo que despierta el temor de nuevas oleadas de ejecuciones masivas.

Este uso de la pena capital recuerda a los peores episodios de la historia iraní, como la masacre de prisioneros políticos de 1988, donde miles de personas fueron ejecutadas en secreto por orden del ayatolá Ruhollah Jomeini.

El frente interno iraní: entre el miedo y la normalización

Aunque las ejecuciones continúan, la vida cotidiana en Irán intenta recuperar la normalidad tras una frágil tregua con Israel, negociada por Donald Trump. La IRNA ha informado sobre un tráfico pesado en la región del Mar Caspio y un regreso parcial a la normalidad en las zonas rurales fuera de Teherán.

Sin embargo, la capital misma sufrió ataques aéreos israelíes durante la guerra, que incluyeron objetivos de alto nivel militar y gubernamental, lo que dejó a la sociedad iraní en un estado de constante alarma.

La justicia internacional en entredicho

La ejecución de acusados sin transparencia en el proceso pone a prueba las instituciones de derechos humanos y al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que mantiene un relator para los derechos humanos en Irán desde hace años. Sin embargo, las posibilidades reales de intervención efectiva son mínimas.

La estrategia de Teherán parece combinar represalias internas con una campaña para enviar un mensaje diplomático: los que colaboren con Israel o potencias occidentales serán perseguidos y castigados de forma ejemplar.

¿Convergencia de trenes geopolíticos?

El mundo parece estar caminando hacia una nueva era de realpolitik. A medida que la OTAN refuerza su músculo militar, no solo incrementando sus presupuestos sino también integrando más miembros (ya son 32 países), potencias como Irán profundizan su autoritarismo para consolidar sus posturas geoestratégicas.

Estos movimientos no ocurren en el vacío. La intensificación de las relaciones OTAN-Israel y el creciente aislamiento de Irán podrían llevar a un escenario de polarización aún más marcado. En lugar de avanzar hacia el multilateralismo cooperativo, el mundo parece bifurcarse en nuevas esferas de influencia.

Las consecuencias del rearme global

El hecho de que países democráticos destinen progresivamente más recursos a la defensa podría desplazar la inversión en educación, salud o sostenibilidad. El nuevo objetivo del 5% del PIB en defensa contrastará duramente con la inversión en políticas públicas necesarias para enfrentar amenazas no convencionales como el cambio climático o las crisis migratorias.

El secretario general Rutte fue claro al respecto:

“Los políticos deben tomar decisiones en condiciones de escasez. Y no es fácil.”

Este reconocimiento abre un debate más profundo sobre cómo medir la seguridad de una nación: ¿Es solo cuestión de tanques y aviones de combate, o debería incluir salud pública, educación y resiliencia social?

En resumen...

La actual coyuntura global, marcada por el rearme de la OTAN y la represión creciente en Irán, nos presenta dos caras de una misma moneda: el auge del paradigma bélico y la erosión de derechos civiles y humanos en nombre de la “seguridad”.

Mientras en Occidente se debate sobre presupuestos militares, en Oriente Medio se lucha por mantener vidas humanas fuera de la horca. Es un equilibrio frágil que demanda vigilancia crítica y compromiso con los principios fundamentales del derecho internacional.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press