El misterio náutico de Manhattan: el barco de la Revolución que regresó del pasado

Hallado más de dos siglos después bajo las calles de Nueva York, un bote construido en 1775 resurge como pieza de museo, revelando intrigas históricas y desafíos arqueológicos

Un hallazgo inesperado en el corazón de Nueva York

En julio de 2010, durante las excavaciones en lo que fue el sitio del World Trade Center en Manhattan, trabajadores encontraron algo que nadie esperaba: fragmentos empapados de madera que pertenecían a un barco del siglo XVIII. A más de siete metros bajo tierra, el pasado hizo su aparición con fuerza. Ahora, catorce años después, ese enigmático buque se está reconstruyendo cuidadosamente en el Museo Estatal de Nueva York en Albany.

Más que una simple pieza arqueológica, este barco es una cápsula del tiempo que nos transporta al turbulento año de 1775, cuando las Colonias Unidas luchaban por su independencia del Imperio Británico. ¿Cómo terminó este navío militar enterrado bajo Manhattan? ¿Qué secretos guarda su estructura dañada? En este artículo haremos un análisis detallado del redescubrimiento, preservación y reconstrucción de esta reliquia histórica.

¿Qué hacía un barco del siglo XVIII bajo tierra?

El barco de 15 metros de largo fue hallado sepultado por escombros y tierra, en lo que fue parte de una expansión artificial de la costa de Manhattan hacia el río Hudson en el siglo XIX. La embarcación, con características de una gunboat (cañonera), parece haber sido construida apresuradamente en el verano de 1775 en los astilleros de Filadelfia. Esta teoría está respaldada por análisis dendrocronológicos —el estudio de los anillos de crecimiento en la madera— que sitúan la tala de los árboles utilizados en torno a principios de la década de 1770 en la región de Filadelfia.

En ese contexto, Filadelfia, capital temporal del naciente movimiento patriota, ordenó la construcción de trece cañoneras para defender la ciudad de ataques británicos a través del río Delaware. Cada una estaba equipada con cañones frontales y tenía espacio para unos treinta hombres.

¿Una nave patriota o botín británico?

Tras la recuperación de la estructura, se realizaron excavaciones y análisis exhaustivos. Uno de los descubrimientos más curiosos fue un botón de peltre con el número “52”, que, de acuerdo con expertos, podría haber pertenecido a un soldado del Regimiento de Infantería N.º 52 del Ejército Británico. Este hallazgo abre la posibilidad de que la nave haya sido capturada por los británicos y reutilizada con fines militares durante la guerra.

Otro indicativo intrigante es el daño causado por teredos —moluscos marinos conocidos por devorar madera—, generalmente presentes en aguas cálidas como las del Caribe. Esto sugiere que el barco podría haber navegado más allá de las aguas del noreste americano, posiblemente como parte de una misión militar británica en el Atlántico Sur.

Preservar la historia: una odisea tecnológica

Una vez extraídas más de 600 piezas del navío, el siguiente paso fue preservar cada fragmento durante varios años. Las maderas fueron enviadas a más de 2,250 kilómetros de distancia hasta el Centro de Arqueología y Conservación Marítima de la Universidad Texas A&M. Allí, cada pieza fue escaneada en 3D, sumergida en soluciones conservantes y luego introducida en cámaras de congelación para eliminar la humedad interna sin comprometer la integridad de la estructura.

Posteriormente, las piezas fueron transportadas al Museo Estatal de Nueva York, donde ahora se lleva a cabo la reconstrucción. El trabajo se realiza en una galería a la vista del público, permitiendo que los visitantes sean testigos directos del ensamblaje de esta gigantesca pieza de historia estadounidense, como si fuese un puzzle tridimensional de siglos de antigüedad.

No todos los misterios han sido resueltos

Respecto a cómo terminó el barco justo donde fue hallado, aún no existe una explicación clara. Se teoriza que tuvo un uso prolongado en aguas cercanas a Nueva York y, tras quedar en desuso cerca de los años 1790, fue abandonado en la costa. Con proyectos de expansión urbana construyendo la costa sobre tierra removida y escombros, el casco quedó sepultado durante más de dos siglos.

Michael Lucas, curador de arqueología histórica del museo, lo resume con claridad: “Es una parte crucial de nuestra historia. Y también es un artefacto fascinante en torno al cual se pueden construir muchas historias”.

Contexto histórico: la guerra que cambió todo

Durante 1775, las confrontaciones entre las colonias y el Reino Unido habían escalado. Con batallas como Lexington y Concord, los patriotas sabían que debían armarse rápidamente. La necesidad de estos pequeños pero ágiles barcos armados era urgente para vigilar el flujo de tropas británicas por los ríos.

Se estima que muchos de estos navíos fueron construidos con materiales de calidad inferior para garantizar una rápida salida al mar. En el caso de esta embarcación específica, los clavos de hierro utilizados para sujetar los tablones se corroían en agua salada, lo que explicaría parte del deterioro hallado.

El impacto en la narrativa nacional

La restauración del barco reabre conversaciones sobre los orígenes de la nación estadounidense, el valor de las iniciativas patrióticas durante la Revolución y la importancia de preservar tales evidencias tangibles. Esta no es solo una pieza de museo; es también una ventana tangible hacia un capítulo poco explorado de la historia colonial.

El historiador Peter Fix, quien lidera el equipo técnico trabajando en la reconstrucción, expresó: “No solo reconstruimos un barco. Estamos reconstruyendo una parte del relato fundacional de los Estados Unidos”.

Una oportunidad educativa

La colocación del trabajo en una galería abierta al público transforma el proceso en una experiencia educativa. Familias, escuelas y turistas pueden aprender sobre conservación arqueológica, historia naval americana y los métodos científicos que permiten revivir algo enterrado desde hace más de 200 años.

Lucas lo expresa mejor cuando dice: “¿Quién hubiera pensado que algo que estuvo olvidado tanto tiempo ahora estaría en un museo siendo contemplado por miles de personas?”.

Reflexiones finales: el valor de la historia tangible

Este hallazgo subraya lo mucho que queda por aprender del pasado material. En una era donde la historia suele discutirse desde los libros y documentos, la existencia física de esta nave trae una dimensión emocional y visual a nuestra comprensión de la Revolución Americana.

El barco enterrado durante más de dos siglos bajo Manhattan emerge ahora como un símbolo de resistencia, de innovación técnica y de la importancia de preservar legados para generar entendimiento y diálogo intergeneracional. No es solo madera antigua: es historia viva en proceso de reconstrucción.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press