Chipre, Europa y el eterno conflicto: ¿puede la UE ser el puente hacia la paz?
Una nueva ofensiva diplomática intenta desbloquear décadas de estancamiento en la isla dividida, con la Unión Europea jugando un papel estratégico
Desde 1974, la pequeña isla de Chipre ha marcado una de las divisiones territoriales más duraderas y complejas en la historia reciente de Europa. A pesar de que geográficamente representa poco más que un punto en el Mediterráneo oriental, políticamente es un campo minado de tensiones históricas, intereses internacionales y esperanzas frustradas. Ahora, con un nuevo enviado especial de la Unión Europea, Johannes Hahn, sobre la mesa, surgen nuevas preguntas sobre el papel de Bruselas en la resolución del conflicto chipriota.
Una isla partida en dos mundos
La raíz del conflicto data de julio de 1974, cuando un golpe de Estado apoyado por la junta militar griega buscó anexar la isla a Grecia. Como respuesta, Turquía invadió el norte de Chipre, citando la defensa de los derechos de la minoría turco-chipriota. El resultado fue una división de facto de la isla: en el sur, la República de Chipre —de mayoría greco-chipriota y reconocida internacionalmente— y, en el norte, la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre, reconocida únicamente por Turquía.
Desde entonces, más de 35.000 soldados turcos permanecen en la zona norte y decenas de intentos de paz han fracasado. En 2004, justo antes de que Chipre ingresara a la Unión Europea, se sometió a referéndum el Plan Annan de la ONU para reunificar la isla. Fue rechazado por una amplia mayoría greco-chipriota, a pesar de haber sido aprobado por el 65% de los turco-chipriotas. Desde entonces, los esfuerzos diplomáticos han oscilado entre el estancamiento y breves destellos de esperanza.
La apuesta europea: ¿mediador neutral o actor interesado?
En junio de 2025, Johannes Hahn fue designado como enviado especial de la Unión Europea para Chipre. Su objetivo es claro: aprovechar el peso diplomático y económico de la UE para reactivar las negociaciones lideradas por la ONU. Hahn se reunió con el presidente chipriota Nikos Christodoulides en su primer viaje oficial como enviado, marcando un paso simbólico pero potencialmente significativo.
“Todos los actores tienen intereses con respecto a la Unión Europea, y eso es lo que intento descubrir en cada una de mis reuniones,” señaló Hahn, aludiendo a uno de los principales ejes de su estrategia: convencer a Turquía y a los turco-chipriotas de que un acuerdo de paz no solo es posible sino beneficioso para todos.
El delicado equilibrio con Turquía
Turquía inició negociaciones para unirse a la UE en 2005, pero estas llevan años congeladas por, entre otros factores, su negativa a reconocer a la República de Chipre. Sin embargo, Ankara está interesada en otros temas de la relación con Bruselas, como la liberalización de visados para sus ciudadanos y la renovación de la Unión Aduanera iniciada en 1995.
Es aquí donde el enviado europeo planea ejercer presión. “Chipre apoya unas relaciones más estrechas entre la UE y Turquía, pero solo si hay avances claros en las conversaciones de paz,” afirmó el portavoz gubernamental chipriota, Konstantinos Letymbiotis.
La UE, que ya brinda beneficios plenos solo al sur greco-chipriota de la isla, podría convertir su apoyo económico y político en una moneda de cambio para ejercer influencia sobre Ankara.
Dos estados o una federación: el choque central
Uno de los principales escollos es que Turquía y los turco-chipriotas exigen el reconocimiento de dos estados soberanos en la isla, mientras que Grecia y los greco-chipriotas insisten en una federación bizonal y bicomunal, tal como establece el marco legal internacional y las resoluciones de la ONU.
“Nos oponemos totalmente a cualquier solución que formalice la partición,” aseguran en Nicosia, alertando que detrás de tal modelo se esconden intenciones de Turquía de mantener control militar permanente sobre el conjunto de la isla.
La República de Chipre teme especialmente tres elementos: la presencia militar permanente turca, los derechos de intervención unilateral que Turquía pretende conservar y el derecho a veto de los turco-chipriotas en decisiones federales clave.
El peso del pasado y la sombra de futuros conflictos
El equilibrio de fuerzas es delicado. Turquía considera Chipre como parte de su esfera de seguridad estratégica, dado su lugar en el Mediterráneo oriental y la disputa por recursos energéticos en la zona. Lo demuestra la multiplicación de misiones navales y la exploración de gas natural en aguas chipriotas sin el permiso de Nicosia, lo que ha generado tensiones con Grecia, Israel y Egipto.
Además, mientras la parte norte de la isla sufre de una economía debilitada y fuerte aislamiento diplomático, la parte sur ha crecido con apoyo europeo. Según datos del Eurostat, el PIB per cápita en el sur triplica al del norte.
La diplomacia de la esperanza: ¿una estrategia viable?
El objetivo inmediato de la Unión Europea es claro: apoyar a la enviada de Naciones Unidas para Chipre, Maria Angela Holguín, en la reactivación del proceso. Esto incluiría negociaciones que contemplen temas como:
- La reintegración económica de la isla
- El retorno de propiedades confiscadas y desplazados
- Un modelo de seguridad que sustituya la presencia turca
- Reformas institucionales bajo un modelo federal
Al usar su influencia con Turquía y ofrecer incentivos concretos, la UE busca consolidar un enfoque “por beneficios”. Es decir: “paz por progreso europeo.”
Temores internos y el rol de la sociedad civil
Pero no todo depende de diplomáticos. En ambas partes de la isla existe una mezcla de desconfianza histórica y cansancio ciudadano. Muchos, tanto en el norte como en el sur, han vivido toda su vida bajo un estatus de división.
“El problema ya no es Oriente u Occidente, es que nos hemos acostumbrado al muro invisible,” dijo en una entrevista para Cyprus Mail la socióloga chipriota Catherine Christofi.
No obstante, la sociedad civil también tiene ejemplos de cooperación: bicomunales culturales, iniciativas ambientales compartidas y hasta ligas deportivas experimentales que combinan jóvenes del norte y del sur. Pero el tono general en el electorado suele ser escéptico.
¿Qué papel podría jugar la UE realmente?
La UE puede —y debería— convertirse en el motor que rompa la inercia. Entre sus herramientas:
- Poder económico: con fondos e inversión en infraestructura para una Chipre reunificada.
- Recompensas políticas: acercamiento con Turquía condicionado a avances concretos.
- Presión legal: uso del marco jurídico europeo y diplomacia internacional para aislar posiciones de estancamiento.
Johannes Hahn tiene una misión monumental, pero no imposible. Tal vez la clave esté en demostrar con hechos que la unificación, más allá de ser deseable, es rentable y viable.
Ahora, todo está en juego: la confianza de comunidades divididas, las relaciones euroturcas y el prestigio de una Unión Europea deseosa de ejercer poder geopolítico autónomo y efectivo.