Anthony Weiner: El ocaso definitivo de una carrera política marcada por el escándalo
De estrella del Congreso a paria en las urnas: el excongresista fracasa en su intento de retorno político en Nueva York
Anthony Weiner fue una vez una de las voces más combativas e influyentes del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes de EE.UU. Hoy, sus esfuerzos por volver a la política activa tras una caída estrepitosa lo han llevado a un nuevo punto bajo: ocupar un distante cuarto lugar en una primaria de cinco candidatos para un puesto en el Consejo de la Ciudad de Nueva York.
El ascenso político de un orador feroz
Durante sus años en el Congreso, Weiner representó a distritos de Brooklyn y Queens, ganando notoriedad nacional por su vehemencia en el debate y su capacidad para articular puntos progresistas en televisión nacional. Fue un firme defensor de la reforma sanitaria y uno de los más agresivos cuestionadores de los republicanos en el Congreso.
Muchos analistas lo veían como futuro candidato a alcalde de Nueva York, incluso como figura presidencial en potencia. Sin embargo, su popularidad se desmoronó en 2011 en medio de un escándalo de sexting que lo obligó a renunciar.
Una caída sin precedentes
En junio de 2011, Weiner admitió haber enviado fotos obscenas por Twitter a varias mujeres, incluyendo a una estudiante universitaria. El circo mediático que siguió y su negativa inicial a admitir los hechos empeoraron su imagen públicamente. El 16 de junio de ese año, anunció su renuncia al Congreso.
No contento con ese episodio, Weiner intentó regresar a la vida pública en 2013 con una campaña para la alcaldía de Nueva York bajo el seudónimo "Carlos Danger" en actividades de sexting posteriores. Esa aventura terminó nuevamente en escarnio y rechazo.
En 2017, fue condenado a 21 meses de prisión federal por intercambiar mensajes de naturaleza sexual con una menor de 15 años. Weiner se declaró culpable de enviar material obsceno a una menor —un delito federal— y cumplió condena en una prisión en Massachusetts antes de ser liberado en 2019.
Intento de redención... y nuevo fracaso
En un compás entre la redención y la ambición, Weiner volvió a la escena política en 2025 intentando ganar un escaño del Consejo Municipal de Manhattan. Su campaña no esquivó los temas controvertidos; de hecho, los enfrentó de lleno.
“Estoy luchando por cómo abordarlo adecuadamente con los votantes, pero no voy a esconderme. Ellos merecen saber que soy honesto sobre mi pasado”, expresó en una entrevista durante la campaña.
Sin embargo, esa estrategia no funcionó. En los primeros conteos, quedó en el cuarto lugar, detrás de figuras como el legislador estatal Harvey Epstein, cuyo apellido —curiosamente— le jugó en contra en ciertas sátiras televisivas por su similitud con los nombres de dos notables agresores sexuales: Jeffrey Epstein y Harvey Weinstein.
También corrieron delante de Weiner en las urnas la activista comunitaria Sarah Batchu y la presidenta de la junta comunitaria Andrea Gordillo.
Sistema de voto clasificado: última esperanza que se desvanece
Weiner aún tiene una mínima posibilidad matemática mediante el sistema de voto por orden de preferencia (ranked choice voting) que se aplicará a partir del 1 de julio. Sin embargo, está tan rezagado que sería necesario un milagro estadístico para revertir su suerte.
Este tipo de votación se ha implementado en varias ciudades de Estados Unidos como una forma de asegurar que el elegido tenga mayor respaldo popular, al redistribuir los votos de los candidatos menos favorecidos entre los demás.
No obstante, con tan solo un pequeño porcentaje en los resultados iniciales, Weiner probablemente será eliminado en las primeras rondas de la tabulación.
¿Victimización o merecido rechazo?
Weiner ha procurado encarar sus errores públicamente, pero también ha insinuado que parte de la prensa y muchos sectores del electorado rechazan darle una segunda oportunidad. En entrevistas, ha sugerido que existe un doble estándar para los escándalos sexuales, y que otros hombres han logrado regresar con más éxito.
No obstante, la realidad es más compleja. La mayoría de analistas coinciden en que el umbral de lo que se perdona cambia con el tiempo y con el tipo de transgresión. Mientras otras figuras caídas han logrado regresar (como Eliot Spitzer o incluso Bill Clinton), Weiner cruzó una línea legal y moral mucho más grave: contacto sexual con una menor de edad.
“Hay errores personales y crímenes. En el caso de Weiner, su conducta fue criminal y dañina para una menor. No debería aspirar a ocupar un lugar de representación pública nunca más”, dijo Rachel Kleinfeld, investigadora del Carnegie Endowment for International Peace, en una entrevista de 2021.
Una nueva era para el Consejo de Nueva York
La atención de los votantes parece estar centrada sobre nuevos liderazgos y causas comunitarias. Sarah Batchu, por ejemplo, lidera una organización sin fines de lucro enfocada en la equidad de vivienda y justicia racial, mientras que Andrea Gordillo ha ganado apoyo por su trabajo en desarrollo urbano sostenible.
Esto ilustra una ambiente político local en el que la brújula moral de los votantes parece estar más afinada, especialmente cuando se trata de confiar responsabilidades públicas a personas con antecedentes penales por abuso.
Reflexión final: ¿hay vuelta atrás realmente?
El caso de Anthony Weiner no solo es un perfil confirmado de caída en desgracia, sino también un ejemplo simbólico de los límites del perdón político. Mientras personajes envueltos en controversia han probado regresar a la vida pública con distinto grado de éxito, aquellos cuyos crímenes implicaron víctimas menores de edad enfrentan barreras mucho más robustas —y justificadas—
En la política del siglo XXI, cada vez es más difícil resucitar una carrera dañada por escándalos de índole sexual. El escrutinio es mayor, la memoria colectiva está más activa, y las nuevas generaciones de votantes aplican estándares éticos más rigurosos.
Sea en Manhattan, en el Congreso o en cualquier oficina pública del país, la sombra de los errores pasados pesa con más fuerza que nunca. Y para Anthony Weiner, esa sombra parece haber cerrado definitiva y absolutamente cualquier puerta al poder.