Tensión en Oriente Medio: ¿Puede la diplomacia europea evitar una guerra total entre Irán e Israel?
Mientras Irán y Estados Unidos intercambian ataques y Europa intenta mediar, los riesgos económicos y geopolíticos aumentan drásticamente. ¿Qué papel juega el Estrecho de Ormuz y por qué todos los ojos están puestos en este paso vital?
Un conflicto en ebullición
La guerra entre Irán e Israel ha entrado en una nueva y peligrosa fase. Lo que comenzó como una serie de ataques aislados ha escalado a un intercambio directo de golpes militares, involucrando a potencias como Estados Unidos. El reciente bombardeo estadounidense a instalaciones nucleares iraníes ha encendido las alarmas en Europa y el resto del mundo.
En este escenario tenso, la Unión Europea y el trío diplomático “E3” —formado por Reino Unido, Francia y Alemania— han intensificado sus esfuerzos por reactivar el diálogo con Teherán. No obstante, estos esfuerzos se enfrentan a la negativa iraní de negociar mientras continúen los ataques. Al mismo tiempo, la República Islámica ha buscado apoyo en Moscú, donde su canciller Abbas Araghchi fue recibido por Vladimir Putin.
El dilema europeo: diplomacia o impotencia
Durante la reciente reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la UE en Bruselas, la preocupación por una guerra regional fue evidente. Kaja Kallas, jefa de política exterior de la UE, advirtió sobre el riesgo de una escalada si Irán decide cerrar el Estrecho de Ormuz, una acción que desataría el caos económico mundial. "Sería extremadamente peligroso y no le conviene a nadie", afirmó.
David Lammy, secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, instó a Irán a regresar a la mesa de negociaciones tanto con la UE como con Estados Unidos. Lamentablemente, las conversaciones previstas en Omán se suspendieron tras los ataques israelíes al programa nuclear iraní.
Por su parte, el ministro de Exteriores de Alemania, Johann Wadephul, recalcó: “La única vía hacia una solución pasa por que Irán esté dispuesto a negociar directamente con Washington”.
Putin se posiciona
Irán ha encontrado un aliado firme en Rusia. Durante su visita a Moscú, Araghchi recibió el respaldo explícito de Putin, quien calificó los recientes ataques estadounidenses como “agresión no provocada”. Rusia incluso ofreció mediar en el conflicto, un movimiento que podría complicar aún más la situación si Moscú garantiza apoyo militar a Teherán.
La intervención rusa también refleja un vacío diplomático dejado por la falta de coordinación entre Europa y Estados Unidos: varios países ni siquiera fueron informados con antelación sobre los ataques estadounidenses.
El oscuro fantasma del cambio de régimen
Una publicación de Donald Trump en redes sociales, insinuando la posibilidad de un “cambio de régimen” en Irán, alarmó a los líderes europeos. Jean-Noël Barrot, ministro de Exteriores de Francia, respondió con firmeza: “Rechazamos cualquier intento de provocar un cambio de régimen por la fuerza”.
Esta postura resalta la fractura transatlántica: mientras Estados Unidos mantiene una política más agresiva, Europa teme las consecuencias regionales y globales de cualquier paso en falso.
El Estrecho de Ormuz: el corazón del petróleo mundial
Apenas 33 kilómetros separan Irán de Omán en su punto más angosto. Aunque parece una distancia nimia, por este paso marítimo transitan 20 millones de barriles de petróleo diarios, es decir, alrededor del 20% del consumo mundial, según datos de la Administración de Información Energética de EE.UU. (EIA).
El petróleo exportado por Arabia Saudita, Irak, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Bahréin debe circular por aquí. Además, Qatar envía grandes volúmenes de gas natural licuado a través del mismo punto. La posibilidad de que Irán cierre esta vía —aunque sea temporalmente— es una pesadilla para los mercados energéticos y los gobiernos globales.
¿Qué pasaría si Irán cierra el estrecho?
Según Homayoun Falakshahi, jefe de análisis de petróleo crudo en Kpler, el precio del barril podría dispararse a entre 120 y 130 dólares de forma inmediata. Esto provocaría un shock inflacionario en la economía global, especialmente perjudicial para Asia, donde se dirige el 84% del petróleo que pasa por el estrecho.
- China recibe el 47% de su petróleo marítimo desde el Golfo.
- Japón, India y Corea del Sur también dependen en gran medida del crudo que pasa por esta ruta.
Aunque China cuenta con reservas de más de 1.100 millones de barriles —suficientes para 2,5 meses—, la interrupción supondría un desafío estratégico de grandes dimensiones.
¿Se atrevería Irán a cerrar el Estrecho?
La teoría suena potente, pero la práctica tiene riesgos monumentales. Cerrar el estrecho también afectaría las exportaciones de crudo del propio Irán. Aunque está construyendo una terminal fuera del estrecho en Jask, actualmente no tiene capacidad para sustituirlo.
Además, bloquear las aguas territoriales de Omán —un país que ha tenido un papel mediador entre Irán y EE.UU.— podría aislar aún más a Teherán diplomáticamente.
Por último, el golpe sería también para sus aliados formales: Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Arabia Saudita, cuyos cargamentos también fluyen por este angosto paso.
Una respuesta militar casi garantizada
En caso de que Irán decidiera cerrar el estrecho, la reacción militar de EE.UU. —y posiblemente de sus aliados— sería casi inmediata. Ya en los años 80, durante la guerra Irán-Irak, la Marina estadounidense escoltó petroleros por esta área para evitar ataques iraníes.
“La armada iraní sería destruida en cuestión de horas o días”, afirmó Falakshahi durante un seminario reciente. También señaló que Europa y, quizás de forma informal, China, apoyarían una acción para reabrir esta vía vital.
Aliados estadounidenses divididos
Los ataques de EE.UU. han generado reacciones mixtas. Aunque muchos aliados europeos agradecen la ralentización del programa nuclear iraní, temen una guerra más amplia. Tom Wells, portavoz del primer ministro británico Starmer, resumió el sentir general: “Prevenir que Irán obtenga armas nucleares es bueno, pero la prioridad es volver a la mesa de negociaciones”.
Por otro lado, el canciller alemán Friedrich Merz se mostró menos crítico: “No veo razón para criticar los ataques de Israel ni las acciones de EE.UU.”, aunque advirtió que la situación sigue siendo delicada.
¿Hacia dónde vamos?
En este momento, todo indica que el camino hacia una solución diplomática está minado por desconfianza, agendas contradictorias y una guerra de voluntades entre grandes potencias. El apoyo de Rusia a Irán podría inclinar la balanza hacia la prolongación del conflicto, mientras que Europa intenta una vez más ejercer de puente entre Washington y Teherán.
El papel del Estrecho de Ormuz en este conflicto no puede subestimarse. Más que una simple vía marítima, representa una arteria por la que fluye la vida económica de Asia y partes de Europa. Un bloqueo prolongado no solo afectaría al petróleo, sino al equilibrio estratégico global.
La comunidad internacional se encuentra en una encrucijada. Si la diplomacia fracasa, las consecuencias podrían ir mucho más allá del Medio Oriente.