Simon Cracker y la rebelión de la moda: ironía, reciclaje y estilo en la pasarela de Milán

El dúo italiano presenta una colección provocadora para la primavera-verano 2026 que deconstruye los códigos del lujo y apuesta por la sostenibilidad

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No todo lo que brilla en Milán es oro. A veces, son botones gigantes de plástico reciclado, alfileres desproporcionados y camisetas empapadas que renacen como arte. En la Semana de la Moda Masculina de Milán, Simon Cracker —la firma italiana de moda upcycled creada por Filippo Biraghi y Simone Botte— desafió las normas establecidas con una colección irreverente, irónica y rotundamente única.

El diablo está en los detalles

La colección Primavera-Verano 2026 llevó por título “The devil in the details” (El diablo está en los detalles). Y qué detalles. Inspirados en el enfoque desconstruccionista del icónico diseñador belga Martin Margiela, Simon Cracker no se limitó a rendir homenaje: reinterpretó su lenguaje visual para crear piezas que son una crítica mordaz y alegórica de la moda contemporánea.

No copiamos a Margiela. Usamos su mismo idioma”, aclaró Filippo Biraghi, vestido con su ya característica camiseta ‘siamesa’, confeccionada a partir de dos T-shirts.

La filosofía del upcycling como manifiesto

En un momento en que la industria de la moda genera 92 millones de toneladas de residuos textiles al año (según datos de la ONU), Simon Cracker representa una bocanada de aire fresco contestatario. Para esta colección, los diseñadores utilizaron tejidos e insumos rescatados de inundaciones, descartes y sobrantes de temporadas anteriores.

Nuestra receta incluye confeccionar desde la escasez. Lo que otros desechan, nosotros lo convertimos en lujo sarcástico”, comentó Simone Botte.

Uniformes antiuniformidad

La pasarela presentó una base de “uniforme” simple: camiseta cuadrada de jersey con una enorme etiqueta de cuidado al frente y shorts negros bien cortados. Pero esta sobriedad fue intencional: servía como telón de fondo para una serie de prendas estelares que robaban miradas y desafiaban normas.

Algunos ejemplos memorables:

  • Blazers con múltiples brazos, que se desplegaron como trenes dramáticos al caminar.
  • Pantalones con tres cinturillas, en cascada, que creaban un “streetwear” de cintura ultrabaja.
  • Camisas transformadas en faldas voluminosas al estilo rococó o en vestidos strapless formados por faldas plisadas superpuestas.

Moda con mensaje político

Simon Cracker no solo se contenta con hablar de reciclaje o estética. Su propuesta también es política. En un momento donde proliferan los “expertos” y las recetas estándar del lujo, los diseñadores lanzan una crítica camuflada en textil. “Estamos hartos de los gurús vacíos. Esta colección habla de eso”, explicó Biraghi.

Esta rabia contenida se traduce en el uso deliberado del absurdo, de la ironía visual —como los botones gigantes que ni abotonan ni están cosidos de verdad— o cremalleras que son simplemente símbolos.

Una moda para los pocos, no para las masas

No nos interesa el rebaño. Nuestro nicho quiere piezas únicas”, dijo Botte. Esta declaración encapsula la filosofía del dúo: no buscan escalar en ventas masivas ni colarse en los rankings de fast fashion. Su objetivo es conectar con quienes entienden que cada prenda puede ser una declaración.

De hecho, cada prenda del desfile tiene una historia propia. Nada fue fabricado desde cero para cumplir con un calendario comercial. Cada pieza fue construida alrededor del hallazgo, del material rescatado, del accidente convertido en virtud.

La estética Simon Cracker: entre arte y punk

Difícil de clasificar, el estilo visual de Simon Cracker flota entre el Dadaísmo textil y la contracultura punk. Se puede decir que cada look tiene carácter, historia, capas de reinterpretación, y eso lo distingue en una industria cada vez más pasteurizada.

Hay ecos de Vivienne Westwood, Rei Kawakubo y el primer John Galliano, pero también una liga directa con el caos pandémico y post-pandémico: la idea de rehacer el mundo con los restos que quedaron.

Simon Cracker y el futuro de la moda sostenible

Desde su creación, la marca ha defendido el mantra del upcycling como gesto radical, algo más allá de la etiqueta “eco” que hoy muchas marcas emplean con fines de marketing. La sostenibilidad aquí no es un accesorio: es el punto de partida creativo.

De hecho, el año pasado fueron invitados por la plataforma Fashion Revolution en Italia, y sus fundadores han dictado talleres en universidades como el IED de Milán o la Central Saint Martins de Londres, donde explican su método de diseño a partir del residuo social, más que del boceto convencional.

El lujo del mañana: imperfección con narrativa

En palabras de la editora de moda italiana Giulia Crivelli: “Simon Cracker no diseña ropa para comprar. Diseña ropa para recordar”. Y esa parece ser la clave. En tiempos donde los algoritmos dictan tendencias, ellos eligen hablarle directamente al alma del espectador.

Así, en una Milán llena de marcas que compiten por likes y atención instantánea, Simon Cracker se planta como una especie de anarquía delicada: prendas que parecen inacabadas a propósito, texturas disonantes, formas imposibles. Pero todo con una intención clara: despertar.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press