Netanyahu y la guerra con Irán: ¿un regreso del ‘mago’ político o su última jugada?

Tras el golpe devastador del 7 de octubre, el Primer Ministro israelí busca redimir su legado con una nueva ofensiva antiraní respaldada por EE. UU.

El resurgir de un líder marcado por la tragedia

El 7 de octubre de 2023 marcó un antes y después en la historia reciente de Israel. El inesperado y brutal ataque de Hamás, que dejó 1.200 muertos y 251 rehenes, fue el golpe de gracia a la imagen de invulnerabilidad que cultivó Benjamin Netanyahu durante años. Pero como en los relatos míticos, donde las figuras caídas renacen de entre las cenizas, el veterano primer ministro parece haber encontrado un nuevo eje para relanzar su carrera política: Irán.

Netanyahu, Irán y una obsesión de décadas

La animadversión de Netanyahu hacia Irán no es novedad. Desde su primer período como Primer Ministro en los años 90, ha puesto al régimen de los ayatolás como epicentro de su discurso de seguridad nacional. En su célebre intervención ante la Asamblea General de la ONU en 2012, utilizó un cartel que mostraba una bomba de caricatura para alertar del avance nuclear iraní, en una intervención que fue tan criticada como recordada.

Ha insistido, una y otra vez, que Teherán representa una “amenaza existencial” para Israel, no solo por su supuesto programa nuclear sino también por su apoyo a grupos como Hezbollah en Líbano y Hamás en Gaza. Esta fijación llevó a Netanyahu incluso a enfrentarse directamente con Barack Obama, criticando abiertamente el acuerdo nuclear que el entonces presidente estadounidense promovía y al cual su sucesor, Donald Trump, pondría fin en 2018.

El 7 de octubre: su peor momento

Todo ese aparataje de seguridad nacional fue puesto en duda tras el ataque de Hamás. Muchos ciudadanos israelíes, incluso simpatizantes de Netanyahu, consideran que ignoró las señales de alerta por concentrarse obsesiva e ineficazmente en Irán mientras subestimaba a Hamás. Las investigaciones que siguen a esta masacre aún no son públicas, pero Netanyahu ha evitado asumir responsabilidades directas, abandonando su habitual narrativa de control sobre la seguridad nacional.

Mazal Mualem, periodista y biógrafa del primer ministro, resumen este momento incierto con un matiz poético y político: “Netanyahu ha demostrado que es un fénix”.

Una nueva guerra, una nueva narrativa

En las últimas semanas, el conflicto con Irán ha tomado una dimensión casi cinematográfica. Luego de que cohetes iraníes impactaran ciudades israelíes, Estados Unidos respondió con un potente ataque a instalaciones nucleares iraníes cerca de Kermanshah con bombas de 30.000 libras, lo que supuso una escalada sin precedentes desde el fin del acuerdo nuclear en 2018.

En una alocución temprana, Netanyahu agradeció la intervención estadounidense con una sonrisa contenida y palabras que denotaban la magnitud del momento: “Este ataque cambiará la historia”. En política exterior, los resultados son impredecibles, pero este gesto fue un regalo político inesperado para un primer ministro cuya figura está cada vez más erosionada dentro y fuera de Israel.

EE. UU. entra directamente al juego

El golpe lanzado por EE. UU. no sólo ayudó a Israel militarmente, sino que extendió un salvavidas político para Netanyahu. Según reportes de medios israelíes, el ataque coordinado incluyó inteligencia compartida y ejecución conjunta. La maniobra fue liderada por la administración estadounidense presidida por Donald Trump, confirmando el alineamiento ideológico entre ambos líderes.

Trump no dudó en jactarse del éxito operativo escribiendo en su red Truth Social: “¡El mayor daño ocurrió bajo tierra! Bullseye!”

Perspectiva estratégica: ¿una victoria a corto plazo?

Los analistas coinciden en que esta intervención puede reconfigurar momentáneamente el tablero político israelí. Los sondeos, sin embargo, siguen mostrando una escasa popularidad de Netanyahu. Su coalición presenta signos de desgaste a pesar del discurso de “unidad nacional” frente a Irán.

El exasesor Aviv Bushinsky declaró a medios locales: “Hoy, Netanyahu se redimió, y en grande”. Comparó su situación con la de Winston Churchill en 1945: pese a liderar la victoria en la Segunda Guerra Mundial, fue derrotado en las elecciones inmediatamente después.

Hamás y las heridas que no cierran

Aunque Netanyahu busque recomponer su imagen enfrentando a Irán, la herida abierta del 7 de octubre no ha sanado. De hecho, una parte de la élite política y población civil considera irresponsable que el líder israelí no haya asumido ninguna responsabilidad directa por el colapso del sistema defensivo.

Además, la guerra en Gaza sigue su curso, decenas de rehenes israelíes siguen en manos de Hamás, y la presión internacional sobre los bombardeos en zonas civiles ha puesto en jaque la imagen de Israel.

¿Oportunidad o resquicio final?

El contexto geopolítico regional está alcanzando niveles de tensión sin precedentes. Irán advirtió que cualquier país que facilite ataques desde su territorio será considerado “un objetivo legítimo”. Se teme que Líbano, Siria e incluso Irak se conviertan en escenarios bélicos, lo que podría llevar a un conflicto regional de grandes dimensiones.

Mientras tanto, el precio del petróleo ha subido, y decenas de miles de efectivos estadounidenses en la región están en alerta. Corea del Norte, Rusia y aliados tradicionales de Irán han condenado abiertamente los bombardeos. El equilibrio internacional pende de un hilo.

¿Qué sigue para Netanyahu?

Con un juicio por corrupción aún en pie, el temor de un juicio político y la cercanía de nuevas elecciones, Netanyahu está en una carrera contra el tiempo. Su próximo gran objetivo es normalizar las relaciones con Arabia Saudita —una ambición que, de lograrse, podría garantizar su permanencia como figura política dominante.

Sin embargo, su legado sigue colgado de un hilo. Puede pasar a la historia como líder resiliente que defendió a Israel de amenazas nucleares o como el responsable de uno de los mayores fracasos de inteligencia y seguridad en la historia del país.

El enigma “Bibi” continúa. Su nombre —admirado por unos, despreciado por otros— sigue definiendo una era de contradicciones, poder, guerra y deseo de redención.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press