Solsticio de verano: cómo pueblos del Ártico y Europa celebran el día más largo del año entre historia, cultura y espiritualidad
Mientras en Groenlandia se honra la herencia inuit con bailes y caza de focas, en Stonehenge miles dan la bienvenida al sol con rituales milenarios. Más que solo luz solar: el solsticio une tradición, identidad y resistencia.
Un día eterno en el Ártico: el orgullo cultural groenlandés
Cada 21 de junio, Groenlandia se cubre de una luz que no se apaga. El solsticio de verano es mucho más que un fenómeno astronómico para los 56,000 habitantes de esta isla ártica: representa una oportunidad de revivir sus raíces culturales, reforzar la identidad nacional y resistir los embates de la política y la globalización.
Desde el año 1985, cuando se oficializó el Día Nacional tras un referendo por el autogobierno en 1979, esta celebración crece con cada rayo solar que asoma entre los fiordos. En la capital, Nuuk, los locales se visten con trajes tradicionales de cuero de foca y collares de perlas, ondean la bandera roja y blanca de Groenlandia y desfilan hacia el puerto colonial en un entorno inundado de luz solar durante 24 horas consecutivas.
Tradición viva: competencia de caza de focas
Entre las actividades más emblemáticas se encuentra la competencia de caza de focas, un ritual que no solo pone a prueba las habilidades de los cazadores, sino que también simboliza la comunión entre el ser humano y la naturaleza en esta región extrema. El evento comienza puntualmente con un saludo de cañón a las 9 a. m. que marca la salida de botes al mar Ártico. El primer cazador en regresar con una foca recibe honores, y el animal es procesado meticulosamente: la carne se distribuye a hogares de ancianos, mientras que pieles y huesos se usarán para confeccionar ropa.
Como explica Pilo Samuelsen, uno de los ganadores del evento, “la competencia une a la comunidad y mantiene viva nuestra cultura”. Sofie Abelsen, de 33 años, refuerza este punto al denunciar la amenaza que representa la globalización para los pueblos indígenas: “Espero que continuemos nuestras tradiciones para que no desaparezcan”, afirmó.
Solsticio en tiempos de tensiones geopolíticas
Aunque el Día Nacional busca ser una jornada sin política, es imposible ignorar el clima tenso que rodea a Groenlandia en los últimos años. En 2019, el expresidente estadounidense Donald Trump propuso comprar la isla, provocando indignación tanto en Dinamarca como en Groenlandia. Sus argumentos estaban centrados en la importancia geoestratégica y mineralógica del territorio, particularmente en cuanto a la proyección militar estadounidense en el Ártico y el creciente interés chino en la región.
Las autoridades danesas y groenlandesas respondieron con contundencia: “Groenlandia no está en venta”. La situación dejó claro que, mientras el mundo exterior mira a Groenlandia con ojos codiciosos, los habitantes de la isla miran al sol de medianoche con reverencia, fe y orgullo.
Un fenómeno global: Stonehenge y su conexión solar
A miles de kilómetros, en la tranquila campiña inglesa, el Stonehenge ofrece otro marco majestuoso para recibir el solsticio. Este monumento neolítico de 5,000 años de antigüedad ubicado en la Llanura de Salisbury se alinea perfectamente con la salida del sol en el solsticio de verano, un fenómeno que ha capturado la imaginación de generaciones enteras.
Este año, más de 25,000 personas entre druidas, neopaganos, turistas y locales se dieron cita al amanecer para celebrar la llegada del verano. Otros 400,000 espectadores lo siguieron en vivo mediante una transmisión global organizada por English Heritage. Cuando el sol emergió detrás de la emblemática Heel Stone e iluminó el centro del círculo de piedras, una ovación estalló entre los asistentes.
“Esta mañana fue una ocasión alegre y pacífica con el amanecer más hermoso”, comentó Richard Dewdney, jefe de operaciones en Stonehenge.
Espiritualidad milenaria y enigmas arquitectónicos
Desde su construcción en diversas etapas entre el 3,000 y el 2,500 a. C., el misterio rodea Stonehenge. Algunas piedras —las llamadas bluestones— provienen de las distantes colinas de Preseli en Gales, a más de 240 kilómetros, mientras que otras podrían haber sido extraídas de Escocia. Estas distancias plantean interrogantes sobre la logística y la intención detrás del diseño.
Las teorías sobre su uso son múltiples: desde templo druídico y lugar de coronaciones, hasta centro de sanación o computadora astronómica para predecir eclipses. No obstante, la interpretación más ampliamente aceptada es la de un gran templo solar.
Solsticio: un fenómeno compartido, múltiples significados
Por definición astronómica, el solsticio de verano ocurre cuando uno de los polos se inclina más directamente hacia el Sol, produciendo el día más largo del año en el hemisferio norte. Este evento tiene un profundo simbolismo para decenas de pueblos: mientras para algunos representa salud y abundancia, para otros simboliza resistencia cultural y conexión espiritual.
En América Latina, culturas como los quechuas o los aimaras celebran el Inti Raymi, la tradicional “fiesta del Sol”, que también coincide con el solsticio, aunque al encontrarse en el hemisferio sur, corresponde al solsticio invernal (21 de junio), el día más corto del año. Sin embargo, el elemento común es claro: se honra al Sol, fuente de vida y patrón de los ciclos agrícolas y cósmicos.
Una celebración de resistencia cultural
Tanto en el norte de Groenlandia como en el sur de Inglaterra, el solsticio trae consigo una sensación de renovación, identidad y conexión ancestral. Más allá de la ciencia que explica el fenómeno, y de la política que a veces lo contamina, estas celebraciones se convierten en actos de afirmación cultural.
Entre bengalas, fuegos, cánticos, danzas y silencio introspectivo, cada uno celebra su vínculo con el Sol de una manera única. Que continúe iluminando tradiciones antiguas antes de que desaparezcan bajo el peso del tiempo moderno.