Ivana Kupala: El solsticio de verano que florece en medio de la guerra en Ucrania

Una celebración ancestral de fuego, flores y resiliencia cultural bajo las sombras del conflicto

Mientras el mundo parece desmoronarse a su alrededor y los cielos se tiñen con el estruendo de los bombardeos, en Ucrania sigue viva una llama que no pueden apagar ni las guerras ni el tiempo: Ivana Kupala. Cada año, este festival ancestral renace con todo su fulgor en la noche más corta y mágica del calendario solar, regalando a los ucranianos —porque más que tradición es una resistencia— una oportunidad de aferrarse a sus raíces más profundas.

Un viaje a las raíces eslavas

Ivana Kupala no es una fiesta cualquiera. Su origen se remonta a los tiempos precristianos, cuando los pueblos eslavos celebraban la fertilidad, la renovación y la pureza como parte de su calendario pagano. El festival coincide con el solsticio de verano, el día más largo del año, y sus ritos están cargados de simbolismo: agua, fuego, flores, juventud y magia.

En su expresión moderna, Ivana Kupala es sinónimo de coronas de flores silvestres, rituales de salto sobre fogatas, baños nocturnos en ríos, búsqueda de helechos mágicos y danzas circulares que evocan el eterno ciclo de la vida y la tierra. Elementos que, aunque festivos, también funcionan hoy como anclas de una identidad colectiva que se resiste a desaparecer.

Kyiv viste sus bordados: celebración en el Museo Nacional

En las afueras de Kyiv, en el Museo Nacional de Arquitectura Popular y Vida Ucraniana, cientos de personas se dieron cita para celebrar Ivana Kupala este 21 de junio de 2025. Entre casas de techo de paja, iglesias de madera y antiguos molinos del siglo XIX, el pasado cobró vida. Mujeres y niñas con vinoks —coronas de flores frescas— tejían sus hebras con delicadeza, guiadas por las enseñanzas de Viktoria Phi, maestra del arte popular ucraniano.

“Ivana Kupala es como un pequeño oasis dentro de la guerra. Aquí podemos caminar, disfrutar de la naturaleza, la arquitectura y la música”, expresó Phi.

Más allá del aspecto estético, este tipo de manifestaciones se han vuelto vehículos de resistencia cultural. Según Phi, es una alegría especial ver a jóvenes y familias con hijos participando, porque asegura la continuidad de este legado. En palabras de la joven Sofia Orel, de 18 años: “Es crucial apoyar nuestras tradiciones porque así preservamos lo que es nuestro”.

La danza del fuego y la esperanza

Con el ocaso sobre los campos de trigo y prados de flores silvestres, se encendió el momento más simbólico de la noche: la gran hoguera. El fuego, centro gravitacional del festival, recuerda el poder transformador del sol y su capacidad de purificación. Las personas danzan en círculo alrededor de las llamas, tomadas de la mano, mientras la música tradicional alcanza tonos casi ceremoniales.

Algunos valientes saltan sobre las brasas en un rito de renovación, una metáfora de “saltar hacia el futuro, dejando atrás las impurezas”. Es un espectáculo ancestral, emocional y humano que emociona incluso a los visitantes más escépticos.

Irrumpir con flores en una Ucrania herida

La guerra, en su cuarto año desde la invasión rusa de 2022, ha afectado todos los rincones del país. Ciudades como Kyiv y Leópolis, refugios temporales de muchos desplazados, han vivido bombardeos, apagones y escasez. Aun así, la conservación de las costumbres nacionales se ha convertido en parte esencial de la resistencia civil.

“Pude respirar aire fresco sin pensar en el conflicto... al menos por un tiempo”, dijo entre lágrimas Saba Alekseev, una joven de 25 años que asistió al festival.

Para miles de ucranianos como Saba, mantener vivas estas costumbres no solo significa celebrar, sino reafirmarse frente al intento de borrado cultural. En palabras de la antropóloga Olga Demchenko de la Universidad Nacional de Kyiv:

“Cada canto, cada corona tejida, cada danza, es un acto político de memoria y permanencia. En la guerra moderna, la identidad también se libra sobre la tierra de los símbolos.”

Tradiciones compartidas, resistencias regionales

Ivana Kupala también se celebra en otras naciones de raíz eslava como Polonia, Rusia, Bulgaria, Bielorrusia, República Checa y Eslovaquia. Sin embargo, para Ucrania, en este contexto bélico y de tensión identitaria, el festival ha adquirido una carga especial. En muchas regiones, incluso en zonas de conflicto, se han organizado versiones improvisadas de la festividad: en parques, patios comunitarios y espacios religiosos.

Durante el siglo XX, observancias como esta fueron reprimidas bajo el régimen soviético, por lo que el renacimiento de Ivana Kupala en décadas recientes tiene también un componente de reivindicación histórica.

Cómo se celebra: los elementos esenciales del ritual

Ivana Kupala ha mantenido buena parte de sus simbolismos tradicionales. Entre ellos destacan:

  • Fogatas: centro del festival; simbolizan purificación y fertilidad.
  • Coronas de flores (Vinoks): fabricadas por mujeres jóvenes, se cree que ofrecen protección espiritual y prosperidad.
  • Búsqueda del helecho mágico: leyenda dice que esa noche florece un helecho que da visión al futuro y amor eterno.
  • Saltos sobre el fuego: test de valentía y limpieza espiritual; las parejas que saltan juntas descubrirán si su amor es sólido.
  • Cantos y danzas circulares: evocan unidad, eternidad y conexión terrenal.

Ivana Kupala en la era digital

Con el auge de redes sociales como TikTok e Instagram, la estética del festival ha encontrado un nuevo medio de expresión. Jóvenes influencers ucranianos han popularizado el evento con etiquetas como #KupalaMagic o #UkrainianHeritage, enseñando tutoriales para hacer Vinoks o compartiendo videos de saltos sobre fogatas.

Plataformas como YouTube han visto un aumento considerable de interés por el festival, especialmente en las comunidades de la diáspora ucraniana en Canadá, Estados Unidos y Europa Oriental. Esto ha ayudado a internacionalizar el símbolo y consolidar un sentimiento de pertenencia global entre los ucranianos del exilio.

Una noche para recordar el futuro

Aun cuando el cielo de Ucrania se estremece con la violencia, Ivana Kupala permanece como un momento de conexión entre generaciones. Abuelos e hijos comparten canciones olvidadas. Amigos estrechan lazos frente al fuego. Y los niños, ajenos a las detonaciones a la distancia, siguen creyendo en el misterio del helecho que florece bajo la luna.

Al recuperar el simbolismo y la alegría de Ivana Kupala, los ucranianos están haciendo más que mantener viva una tradición: están reclamando su presente y sembrando esperanza para un futuro que aún está por escribirse.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press