Ucrania bajo fuego: el terror de los drones rusos y el difícil camino hacia la paz
Nuevos ataques mortales en Odesa y Járkiv reavivan el debate sobre el rol de Occidente, mientras Rusia y Ucrania tantean una posible reanudación de diálogos de paz
Un nuevo amanecer entre escombros
El 20 de junio de 2025, Ucrania despertó una vez más entre los restos humeantes de edificios caídos y el eco de explosiones nocturnas. La ciudad portuaria de Odesa y la metrópoli del noreste, Járkiv, fueron blanco de un ataque coordinado por drones rusos que dejó al menos un muerto y más de una veintena de civiles heridos, entre ellos dos niñas de 12 y 17 años.
Más de 80 drones, incluyendo unidades del tipo Shahed de fabricación iraní y artefactos señuelo, fueron lanzados por Moscú. La Fuerza Aérea ucraniana asegura haber interceptado o interferido 70 de ellos, una hazaña notable pero insuficiente para evitar los estragos causados por los que sí cruzaron los cielos.
El mensaje de Zelenskyy: “Terror selectivo”
El presidente Volodymyr Zelenskyy fue contundente en su mensaje a través de Telegram: “Rusia continúa su táctica de terror selectivo contra nuestra población”. Advirtió que este tipo de ataques no son errores tácticos, sino decisiones deliberadas para desgastar psicológica y logísticamente al pueblo ucraniano.
Instó además a Estados Unidos y la Unión Europea a intensificar la presión económica contra Moscú. “Es momento de redoblar sanciones y aislar completamente al régimen agresor”, apuntó Zelenskyy, reforzando su llamado a la comunidad internacional para no abandonar a Ucrania a su suerte.
Odesa en llamas: edificios colapsados y rescates dramáticos
Las imágenes que emergen de Odesa son desoladoras. Un edificio residencial de cuatro pisos quedó parcialmente colapsado debido al incendio provocado por uno de los drones. Tres bomberos resultaron heridos mientras trataban de rescatar a los residentes atrapados.
A unas cuadras de distancia, otro dron impactó en una torre de apartamentos de 23 pisos, provocando un incendio que se extendió por los pisos superiores. Unas 600 personas fueron evacuadas en medio del caos. Las alarmas antiáreas no fueron suficientes para alertar a tiempo.
La situación en Járkiv: infraestructura civil bajo ataque
En Járkiv, al menos ocho drones explotaron sobre infraestructuras civiles. Las escuelas, hospitales y estaciones eléctricas han sido objetivos recurrentes desde que comenzó la invasión en febrero de 2022. Cuatro personas resultaron heridas, entre ellas dos menores.
“Vivimos con el miedo constante de que cualquier noche se repita la historia, de que no despiertes o que pierdas todo”, comenta Anastasia K., una profesora de historia que reside en Járkiv. La población local denuncia que ni los refugios ni la infraestructura antiaérea están en condiciones óptimas, y que el apoyo gubernamental tiene límites ante el volumen de ataques.
La campaña de verano rusa: ofensiva de desgaste en el frente
Después de más de tres años de guerra, Rusia ha optado por una ofensiva de verano conocida por su combinación de ataques masivos con drones y bombardeos a larga distancia. El frente, que se extiende por más de 1.000 kilómetros, vive una nueva oleada de combates.
Expertos militares apuntan que esta etapa del conflicto se caracteriza por el uso de armas de bajo coste y alto impacto psicológico, como los drones. “Son más efectivos en términos de terror que de destrucción total”, afirma la analista Olga Rudenko del Kyiv Independent. “Pero el objetivo aquí no es solo dañar infraestructura, sino minar la voluntad colectiva.”
¿Diálogo a la vista? Rusia lanza el anzuelo diplomático
En un aparente movimiento estratégico, el vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, anunció que la próxima semana podrían anunciarse fechas para una nueva ronda de conversaciones directas con Ucrania. Serían las primeras desde el fallido intento de negociación del 2 de junio en Estambul.
Las conversaciones bilaterales anteriores solo lograron acuerdos menores sobre el canje de prisioneros y soldados heridos, sin avances sustanciales sobre un alto al fuego o el reconocimiento de territorios ocupados.
Ucrania, aunque abierta a posibles mesas de negociación, sigue recelosa, especialmente ante la falta de garantías sobre el cumplimiento de lo pactado en rondas anteriores. Zelenskyy ha manifestado que prioriza vías diplomáticas impulsadas por Estados Unidos y países europeos, que contemplen seguridad territorial a largo plazo y responsabilidades para Rusia.
Las víctimas invisibles: el peso del conflicto en la población civil
Desde que empezó la invasión, se calcula que más de 30.000 civiles han muerto o han resultado heridos en Ucrania, según cifras de la ONU. Además, 12 millones de personas han sido desplazadas, muchas de ellas en condiciones de extrema vulnerabilidad.
En palabras de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos: “Lo que estamos observando en Ucrania no es solo un conflicto bélico, sino un patrón sistemático de violaciones del derecho internacional humanitario”.
Más allá del frente, la población siente la guerra en cada aspecto de su vida diaria: cortes eléctricos, escasez de medicinas, inflación descontrolada y el trauma psicológico que deja una infancia de explosiones y evacuaciones.
El papel de Occidente: ¿Ha hecho suficiente?
Mientras el ataque a Odesa y Járkiv reaviva las alarmas, la gran pregunta gira en torno al papel de Occidente. ¿Está haciendo lo suficiente? Aunque Estados Unidos ha suministrado misiles Patriot y sistemas antiaéreos sofisticados, y la Unión Europea ha destinado más de 100.000 millones de euros en asistencia militar y humanitaria, para muchos ucranianos la ayuda no es proporcional al sufrimiento diario.
“Occidente habla de solidaridad, pero los misiles rusos siguen cayendo. El tiempo nos está dejando solos”, declaró recientemente el alcalde de Odesa, Gennadiy Trukhanov. La frustración crece a medida que pasan los meses sin una resolución visible al conflicto.
¿Paz o pausa estratégica?
La posible reanudación del diálogo entre Rusia y Ucrania levanta escepticismo. Muchos analistas consideran que Moscú podría utilizar la mesa de negociaciones como táctica para ganar tiempo y reorganizar a sus tropas.
Por otro lado, Ucrania exige garantías más sólidas: retiro total de las tropas rusas, régimen de seguridad respaldado por organizaciones internacionales e indemnizaciones por daños. Moscú, hasta el momento, no ha dado señales de aceptar esas condiciones.
Y aunque el péndulo de la diplomacia empieza a moverse, el dolor en Odesa y Járkiv nos recuerda que cada segundo sin una solución significa una vida más al borde del abismo.
Crónica en desarrollo
Mientras escribimos estas líneas, Ucrania vive bajo constante amenaza. En ciudades como Dnipró, Mykolaiv y Leópolis se activan alarmas antiaéreas con una frecuencia que satura los nervios de sus habitantes.
En este tablero de ajedrez bélico, los movimientos no solo suceden en los campos de batalla, sino también en salones diplomáticos, estaciones eléctricas, hospitales destruidos y aulas vacías.
Y en ese entretejido, cada historia humana —una niña herida, un bombero atrapado bajo escombros, una madre que despierta cada noche por el ruido de los drones— se convierte en el verdadero rostro de una guerra que parece negarse a terminar.