Ucrania, el laboratorio extremo de la tecnología de drones: cómo la guerra redefine la innovación militar y civil
Los fabricantes europeos aprovechan el campo de batalla ucraniano como terreno de prueba para desarrollar drones resistentes al caos bélico… y aplicarlos luego al uso civil
Un cambio de paradigma en la guerra moderna
Desde el inicio de la invasión rusa a gran escala en febrero de 2022, Ucrania no solo ha librado una guerra por su supervivencia, sino también una por el dominio de la tecnología militar. Uno de los protagonistas más significativos de esta revolución es el dron. Sí, ese pequeño artefacto volador que alguna vez se veía como herramienta para tomas cinematográficas o inspecciones técnicas, hoy se ha convertido en un instrumento letal y esencial en el campo de batalla.
Empresas como Parrot y Delair, ambas francesas, han encontrado en Ucrania el entorno perfecto para probar y perfeccionar sus drones. “Cuando decimos ‘este es un buen dron’, la gente puede creerlo o no. Pero cuando los ucranianos dicen que están satisfechos, eso tiene otro peso”, explica Bastien Mancini, presidente de Delair, una empresa que ha colaborado con el contratista europeo de defensa KNDS para suministrar 100 drones explosivos al ejército ucraniano.
El laboratorio ucraniano: la supervivencia impulsa la innovación
La guerra en Ucrania ha creado un entorno sin precedentes para probar sistemas de drones. Uno de los factores más desafiantes es la guerra electrónica: Rusia ha desplegado equipos para interferir señales, bloquear comunicaciones y desorientar a los drones ucranianos. La necesidad de crear soluciones a este entorno hostil ha impulsado un avance tecnológico acelerado que ha traspasado límites que, en circunstancias normales, hubieran tomado décadas en desarrollarse.
Henri Seydoux, fundador de Parrot, lo resume de forma clara: “Cada trimestre, la situación cambia completamente. Hay ideas nuevas sin parar. Es fascinante desde el punto de vista tecnológico”. Desde el inicio de la guerra, Seydoux visita Ucrania regularmente para colaborar con desarrolladores y militares, intercambiando conocimientos que benefician tanto al frente como al mercado global.
De drones civiles a armas de precisión
Delair, por ejemplo, reconvirtió uno de sus drones civiles, antes usado para inspeccionar líneas eléctricas en Francia, en el Oskar: un dron kamikaze con alas de poliestireno y una cabeza explosiva de medio kilo. Esta transformación se realizó en menos de un año y hoy forma parte del arsenal ucraniano contra vehículos blindados ligeros y trincheras rusas.
¿Por qué? Porque son baratos, fáciles de producir y reemplazar, y capaces de causar daños significativos. Además, son guiados en tiempo real, lo que permite a los soldados visualizar desde el aire y dirigir ataques quirúrgicos.
Solo en 2024, el Ministerio de Defensa ucraniano anunció que planea comprar 4,5 millones de drones, todos de origen nacional. Esto representa el triple de lo que adquirió en el año anterior.
“Los drones salvaron a Ucrania”
La frase la pronunció Alex Vorobei, representante de la startup ucraniana Ailand Systems, que trabaja en drones especializados en la detección de minas terrestres. Para él, cualquier empresa que diga pertenecer al sector de defensa y no esté involucrada en Ucrania, simplemente “no está en el mapa”.
Los drones de reconocimiento, los modelos FPV explosivos (First Person View), las unidades de carga útil y los dotados con inteligencia artificial, forman ya un ecosistema tecnológico en plena expansión. El frente ucraniano ha dejado de ser solo un conflicto: se ha convertido en el campo de pruebas militar más crudo del siglo XXI.
IA y drones: hacia un futuro autónomo
En el Salón Aeronáutico de París, Parrot presentó el Anafi UKR, un microdron de vigilancia diseñado con miras al uso dual: militar y civil. Su nombre homenajea a Ucrania y su valor reside en su capacidad para navegar sin GPS ni señales de radio, gracias a un sistema de inteligencia artificial.
“Ucrania ha sido un verdadero laboratorio para ver si nuestros productos funcionan”, afirma Seydoux. Estos drones ultrarresistentes ya se promocionan para operaciones policiales, vigilancia fronteriza y operativos de rescate en entornos donde señales de navegación y comunicación pueden fallar, como incendios y terremotos.
Drones para la paz: el salto a la vida civil
Ya no es sólo una cuestión de armamento. Las lecciones aprendidas en la guerra se están aplicando también a tecnologías para el bien común. Varias startups ucranianas están adaptando drones de combate para fines humanitarios, como la búsqueda y rescate de personas, el monitoreo de cultivos, la inspección de infraestructuras críticas y la detección de minas antipersona.
Como destaca Mancini, lo que resiste en Ucrania genera confianza en el mundo civil: “Los usuarios ven que nuestros drones sobreviven a la guerra, soportan interferencias, siguen funcionando sin conexión... y piensan que servirán también para inspeccionar líneas eléctricas o vigilar incendios forestales”.
Geopolítica del dron: una nueva carrera armamentista
Este auge de los drones en el campo de batalla ha desatado una carrera global por dominar esta tecnología. Desde 2022, países como Israel, China, Turquía y Estados Unidos han incrementado sus inversiones en sistemas no tripulados autónomos. El caso ucraniano ha demostrado que ya no se necesita una flota de aviones de combate para causar daño: una docena de drones camuflados y dirigidos con precisión pueden cambiar el curso de una batalla.
Y no sólo se trata de hardware. La modificación de sistemas por parte de ingenieros ucranianos en el terreno es constante e innovadora: rompen reglas, rediseñan piezas, integran código abierto y comparten actualizaciones en tiempo real. El ciclo de retroalimentación desde el frente hacia las fábricas europeas y viceversa es ahora más rápido que nunca en la historia armamentística moderna.
Un antes y un después en la percepción pública
Hace apenas una década, los drones eran considerados juguetes avanzados o herramientas para especialistas. Hoy, el mundo los reconoce como actores clave del conflicto moderno. Su eficiencia, bajo costo y versatilidad cambiaron radicalmente la noción de poder aéreo.
Y aunque el mundo mira con preocupación el rol creciente de los drones en conflictos bélicos, también hay una creciente aceptación entre civiles, autoridades y corporaciones sobre su rentabilidad y funcionalidad, particularmente en situaciones críticas. Es probable que pronto los veamos ampliamente involucrados en logística, medicina, seguridad pública y respuesta a desastres.
De la destrucción al desarrollo
La paradoja es evidente: un vehículo creado para espiar o destruir, cuya evolución ultrarrápida ha sido moldeada por una guerra devastadora, promete ahora mejorar la vida fuera del campo de batalla. Desde cartografiar zonas inaccesibles hasta asistir en desastres naturales, los drones están marcando una nueva era no solo tecnológica, sino civilizatoria.
Lo que ocurre en Ucrania no es solo una guerra por el territorio. Es una guerra por el futuro: el de la defensa, el de la tecnología y, quizás, el de cómo los humanos se relacionan con las máquinas que ellos mismos han creado.