Una batalla por las aulas y las identidades: el rumbo conservador de Florida y el retroceso en derechos trans en EE. UU.
Mientras DeSantis transforma las universidades públicas de Florida en bastiones conservadores, el fallo de la Corte Suprema sobre el cuidado trans refuerza una nueva ola legislativa restrictiva en Estados Unidos
Un giro ideológico desde los pasillos académicos
En un giro sin precedentes, el sistema universitario público de Florida se está transformando rápidamente en una extensión de la agenda conservadora del gobernador Ron DeSantis. La reciente designación de varios aliados políticos del mandatario como presidentes de universidades públicas —incluidos exlegisladores republicanos y un lobbista en telecomunicaciones— ha despertado inquietudes sobre la independencia institucional y el futuro de la educación superior en el estado.
Estas designaciones no fueron decisiones fortuitas. El Consejo Estatal de Gobernadores, encargado de supervisar las 12 universidades públicas de Florida, aprobó el nombramiento de figuras estrechamente vinculadas al aparato político de DeSantis. Entre ellos destacan Jeanette Nuñez, ex vicegobernadora y ahora presidenta de la Universidad Internacional de Florida (FIU); Marva Johnson, lobbista y exmiembro del consejo estatal de educación, quien ahora dirige la Universidad Agrónoma y Mecánica de Florida (FAMU), una institución históricamente afroamericana; y Manny Díaz, excomisario de educación, nombrado líder interino de la Universidad del Oeste de Florida.
Lo que debería ser un proceso riguroso para seleccionar líderes académicos con base en sus méritos y experiencia ha sido calificado como un “sistema de recompensas para unos pocos selectos” por el presidente de la Cámara Baja de Florida. Además, las críticas arrecian al conocerse que cinco de 12 universidades están hoy en manos de exlegisladores republicanos o aliados del gobernador.
El caso de FAMU: entre la indignación y el temor
De todas las designaciones, la más polémica ha sido la de Marva Johnson al frente de FAMU. Estudiantes y exalumnos alegan que no cumple con los requisitos profesionales mínimos para el cargo y que su salario propuesto excede con creces al de su predecesor. Las protestas no se hicieron esperar, en medio del temor de que esta designación busque debilitar progresivamente a FAMU, quizás con la intención de fusionarla con Florida State University (una institución mayoritariamente blanca).
“No sé si su nombramiento es motivado políticamente, negligencia grave por parte de la Junta o simplemente un deseo de acabar con FAMU”, denunció el exalumno Angelo Pettis durante la audiencia de confirmación.
De la academia a la bandera: el legado estético de Trump
Mientras DeSantis juega sus cartas ideológicas en Florida, el expresidente Donald Trump ha retomado el control estético de la Casa Blanca. En su segundo mandato, ha ordenado cambios visibles que reflejan su visión grandilocuente y llamativa, como nuevos mástiles gigantes en los jardines del edificio presidencial —una obsesión que, según sus propias palabras, refleja su pasión por la construcción.
“Es el mejor poste que se puede conseguir. No hay nada como esto”, aseguró Trump al supervisar personalmente la instalación.
Además, ha reconfigurado el Despacho Oval añadiendo acentos dorados y réplicas de documentos históricos. Cambios que intentan acercar la iconografía presidencial al estilo pomposo de Mar-a-Lago, su club privado en Florida. A esto se suman proyectos más radicales como la pavimentación del Jardín de las Rosas y la planeación de un nuevo salón de baile en los terrenos de la Casa Blanca.
Retrocesos judiciales: el golpe a los derechos trans
Y mientras el debate floridano se concentra en quien dirige las aulas, el escenario nacional se reconfigura brutalmente para la comunidad trans. Esta semana, el Tribunal Supremo de EE. UU. apoyó una ley de Tennessee que prohíbe la atención de afirmación de género a menores, incluyendo bloqueadores de la pubertad y hormonización. Un fallo que podría legitimar una ola de leyes similares en otros estados y representa un duro golpe para los derechos civiles en el país.
El veredicto fue celebrado por activistas conservadores como Chloe Cole y Matt Walsh. Este último lo calificó como una “victoria histórica” para los detractores de las terapias transinfantiles.
Testimonios desde el otro lado
Pero para familias, jóvenes y activistas trans, la decisión representa una amenaza existencial y emocional. Eli Givens, quien es trans y testificó en contra de la ley en Tennessee, expresó su profunda decepción:
“Nos están barriendo el suelo bajo los pies. No dejaremos de luchar, pero estamos aterrados por el futuro que se avecina”.
Otros padres, como Rosie Emrich de New Hampshire, están considerando mudarse de sus estados de origen si continúan las restricciones. Su hija de 9 años ya recibe atención de afirmación de género, y nuevos proyectos legislativos podrían quitarle ese derecho.
“No queremos irnos si no tenemos que hacerlo, pero esto se está volviendo cada vez más inestable”, manifestó Emrich.
La comunidad médica ha expresado reiteradamente su apoyo a estas intervenciones cuando son realizadas de forma ética y personalizada. La Asociación Médica Estadounidense (AMA), la Academia Estadounidense de Pediatría y la Endocrine Society, han respaldado la afirmación de género como salvavidas para la salud mental de jóvenes trans.
Un país reinterpretado desde arriba
Los desarrollos simultáneos en Florida y el fallo del Tribunal Supremo marcan un elemento común: una creciente ola conservadora usando las estructuras de poder estatal y federal para redefinir valores e instituciones centenarias. Ya sea desde la estética del Poder Ejecutivo hasta las estructuras de la educación o los derechos civiles, lo que está en juego es el modelo de sociedad hacia el que se orienta Estados Unidos.
Como expresó Sarah Moskanos, madre de una adolescente trans en Wisconsin:
“Sabemos lo que funciona. Y lo que salva la vida de niños trans es el cuidado de afirmación de género”.
Las piezas del tablero político y social están en movimiento, y la estrategia de consolidación del poder conservador se manifiesta tanto en las aulas universitarias como en las decisiones que afectan la vida de una juventud que todavía busca dignidad y espacio.
El desafío de la era post-verdad
En esta era hiperpolitizada, donde las decisiones científicas se ven absorbidas por intereses ideológicos, preservar la evidencia, el pensamiento crítico y los derechos fundamentales se convierte en un deber generacional. Las instituciones educativas no deben transformarse en extensiones partidistas, y los derechos civiles de millones de ciudadanos, incluidos jóvenes trans, no pueden estar sujetos a caprichos del Ejecutivo o visiones religiosas.
La sociedad estadounidense se enfrenta a una bifurcación histórica: avanzar hacia una democracia pluralista y basada en derechos, o sumirse en una regresión camuflada bajo discursos de moralidad y tradición. Las decisiones de hoy —desde quién dirige una universidad hasta qué cuidados médicos están permitidos— moldearán el ADN cultural de las próximas décadas. Y el tiempo para actuar, debatir y decidir, está ocurriendo ahora.