Kneecap en la mira: ¿provocación artística o persecución política?
El miembro del grupo de hip hop irlandés enfrenta cargos por terrorismo tras mostrar una bandera de Hezbollah, desatando un intenso debate sobre la libertad de expresión y la censura política en el Reino Unido.
Una banda que incomoda al sistema
El grupo de hip hop Kneecap, famoso por interpretar sus canciones en idioma irlandés y abordar temáticas sensibles como las drogas, la reunificación irlandesa y la opresión colonial británica, vuelve a ser noticia. Esta vez, no por su música, sino por el juicio que enfrenta Liam Óg Ó hAnnaidh, conocido artísticamente como Mo Chara, uno de los integrantes del trío.
Mo Chara está acusado de un delito relacionado con el terrorismo, luego de haber mostrado una bandera de Hezbollah durante un concierto en noviembre de 2024. Según las autoridades británicas, este acto fue interpretado como una manifestación de apoyo a dicha organización, considerada terrorista bajo las leyes del Reino Unido.
¿Qué ocurrió exactamente?
La acusación se basa en un video grabado durante dicha presentación en Londres, donde se observa al rapero mostrar la bandera de Hezbollah y corear “up Hamas, up Hezbollah” ante una multitud. La fiscalía afirma que esta acción implica una "sospecha razonable" de apoyo a una organización prohibida.
Sin embargo, el propio acusado niega que su intención fuera apoyar el terrorismo. Mo Chara sostiene que se trató de un acto de expresión política artística y que su objetivo era denunciar la doble moral del gobierno británico en sus políticas internacionales, especialmente en el contexto del conflicto en Gaza.
Reacciones y apoyo popular
La presentación judicial de Mo Chara en el tribunal de Westminster el miércoles fue acompañada por decenas de seguidores que lo esperaban en las afueras del recinto, portando carteles de apoyo como “Free Mo Chara” (Liberen a Mo Chara) y “Defend Kneecap” (Defiendan a Kneecap).
El grupo ha declarado en sus redes sociales:
“Los tribunales británicos han acusado desde hace tiempo a personas del Norte de Irlanda de ‘terrorismo’ por crímenes que nunca cometieron. Lucharemos. Ganaremos.”
Además, han reiterado que no apoyan ni a Hezbollah ni a Hamas, y que su activismo no promueve la violencia.
Kneecap y su postura política
Desde su irrupción en la escena musical, Kneecap ha sido un grupo desafiante, provocador y profundamente político. Su estilo urbano, que mezcla el hip hop con el idioma gaélico, ha sido una bocanada de aire fresco en una escena muchas veces dominada por la homogeneidad angloparlante.
En el pasado, el gobierno británico intentó revocar una subvención artística otorgada al grupo, argumentando que sus letras eran “anti-británicas”. La decisión fue revocada con la llegada del Partido Laborista al poder en 2023, en un claro giro sobre la política cultural oficial.
Desde entonces, Kneecap ha continuado su ascenso y está programado para actuar en el Festival de Glastonbury, uno de los eventos musicales más importantes del mundo, donde compartirán escenario con artistas como Neil Young y Olivia Rodrigo.
La bandera de Hezbollah: símbolo, provocación y legalidad
En el Reino Unido, mostrar símbolos de organizaciones proscritas puede ser considerado un delito bajo la Ley contra el Terrorismo. Hezbollah fue incluida en esta lista en 2019, cuando el gobierno británico extendió la designación de grupo terrorista, que antes aplicaba solamente a su brazo militar, al conjunto de la organización.
Desde entonces, actos como portar su bandera pueden interpretarse legalmente como una forma de apoyo. No obstante, activistas de derechos civiles y defensores de la libertad de expresión han cuestionado la amplitud de estas interpretaciones.
Un informe de Amnistía Internacional de 2006 ya advertía sobre los peligros de criminalizar actos simbólicos que pueden formar parte del discurso político.
El caso Kneecap en contexto: ¿libertad de expresión o incitación?
El caso de Mo Chara vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre los límites de la libertad de expresión, especialmente cuando se involucran símbolos o consignas políticamente cargadas. En palabras del fiscal Michael Bisgrove:
“No se le acusa por manifestar apoyo a los palestinos ni por criticar a Israel. El caso se centra en un acto específico registrado en video.”
Sin embargo, críticos sostienen que, en la práctica, el procesamiento de Mo Chara sí responde a razones políticas. Para el grupo, el juicio tiene más que ver con su postura abiertamente anticolonialista y su defensa de los derechos de los palestinos que con la seguridad nacional.
Glastonbury como escenario político
El Festival de Glastonbury, conocido por su enfoque progresista y su historia de activismo cultural, será el próximo escenario en el que Kneecap podrá reivindicar su arte. La actuación del grupo se anticipa como uno de los momentos más comprometidos del evento.
Kneecap ha anunciado que no modificará su mensaje para el festival. Se espera que la controversia judicial sea abordada durante su actuación, quizás, como ya han hecho, utilizando carteles, visuales y letras para “darle voz a los silenciados”.
Una historia de censura y resistencia
El conflicto entre expresión artística y represión estatal no es nuevo. En los años 50 y 60, letreros con frases como “No Blacks, No Dogs, No Irish” eran comunes en pensiones y casas particulares en Londres. Esa discriminación explícita fue el trasfondo histórico que inspiró la campaña actual del grupo en apoyo a Mo Chara, quienes colocaron carteles por toda la ciudad con el lema: “More Blacks, More Dogs, More Irish, Mo Chara.”
La referencia, dolorosa y certera, conecta la historia de racismo sistémico con la situación actual, sugiriendo que, bajo nuevos rostros y políticas, el Estado británico continúa reprimiendo discursos que desafían su narrativa hegemónica.
¿Qué sigue?
Mo Chara ha sido liberado bajo fianza sin condiciones mientras espera su próxima aparición judicial prevista para el 20 de agosto. El resultado de este caso podría sentar precedentes sobre cómo se interpretan los actos simbólicos dentro del ámbito artístico en el Reino Unido.
La defensa, por su parte, prepara una estrategia centrada en reivindicar el derecho del artista a la expresión libre y contextualizar el acto dentro de una performance política, no como un acto de apoyo material a grupos terroristas.
La disputa, como suele ocurrir en estos contextos, no se limita a un tribunal. Se disputa también en los medios, en las calles y sobre todo en los escenarios donde el arte sigue siendo una herramienta potentísima de contradicción y de resistencia.
“Seguiremos rapeando, seguiremos hablando nuestra lengua, y seguiremos mostrando lo que el Reino Unido no quiere ver”, declaró Kneecap recientemente. Y es probable que así sea.