Reforma laboral en Colombia: ¿avance histórico o bomba de tiempo económica?
El Senado aprueba nueva legislación que redefine los derechos laborales mientras aumenta la tensión entre Petro y el Congreso
Un paso histórico en el Congreso colombiano
En una jornada legislativa cargada de tensión política y optimismo sindical, el Senado de Colombia aprobó una reforma laboral que promete ser la más ambiciosa del país en las últimas décadas. El proyecto, impulsado por el gobierno del presidente Gustavo Petro y su coalición del Pacto Histórico, introduce cambios significativos como mayor pago por horas extras, regulación de modalidades de contratación y protección a trabajadores de plataformas digitales.
La reforma fue aprobada en medio de un clima hostil entre el poder legislativo y Petro, quien acusa al Congreso de boicotear su agenda de cambios estructurales. El presidente ha llegado incluso a amenazar con convocar una Asamblea Constituyente en caso de no lograr sus objetivos a través de cauces institucionales.
¿Qué cambios trae la reforma laboral?
La nueva ley contempla una serie de transformaciones estructurales que afectan tanto a empleados como a empleadores. Entre los puntos más destacados se encuentran:
- Pago extra por trabajo dominical: La tarifa para el trabajo en domingos y festivos aumenta sustancialmente.
- Jornadas nocturnas mejor remuneradas: Las empresas deberán pagar más por turnos que comiencen después de las 6:00 p.m., lo cual impactará especialmente a sectores como el comercio, la hospitalidad y el entretenimiento.
- Regulación de aplicaciones de reparto: Las plataformas como Rappi y similares deberán formalizar la contratación de sus repartidores, ya sea como independientes o empleados, con acceso a seguridad social.
- Limitación de contratos temporales: Empresas que abusen de estas modalidades enfrentarán sanciones, promoviendo así una contratación más estable.
Duplica el esfuerzo legislativo por devolver al país a un marco de derechos laborales más sólidos, similares a los que existían antes de las reformas flexibilizadoras de los años 90.
El dilema de la informalidad
En Colombia, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), cerca del 56% de los trabajadores se encuentran en la economía informal. Esto significa que no tienen contrato laboral ni acceso a seguridad social.
Los sectores empresariales y algunos economistas advierten que, al elevar los costos de contratación formal, la reforma podría generar el efecto contrario al deseado: incrementar el empleo informal. "Es una reforma bien intencionada pero mal diseñada. No se puede pretender que las pymes soporten la misma carga laboral que una gran multinacional", señaló Andrés Espinosa, economista de la Universidad Javeriana.
Petro vs. Congreso: una lucha de poderes
Además del contenido de la ley, el proceso legislativo ha evidenciado un incremento alarmante en el conflicto entre poderes. Petro ha acusado al Congreso de 'traición' por negar la posibilidad de que se realice un referendo para que la ciudadanía decida sobre la reforma laboral directamente.
En paralelo, el presidente emitió un decreto que ordena al Registro Nacional organizar una consulta popular, acción que fue recibida con escepticismo, ya que previamente el Senado había rechazado la idea.
El Registrador Nacional anunció que esperará a que los tribunales se pronuncien sobre la legalidad del decreto antes de tomar cartas en el asunto. Petro, que llegó al poder como el primer presidente de izquierda en la historia moderna de Colombia, respondió en su cuenta de X: "Quienes niegan el derecho del pueblo a pronunciarse cometen traición a la patria".
¿Un líder progresista o un autoritario en formación?
La postura confrontacional del presidente ha generado inquietudes tanto dentro como fuera de Colombia. Miembros de la oposición lo acusan de estar forzando los límites de la democracia representativa. "Estamos viendo cómo utiliza el mismo discurso populista para socavar al Congreso y justificar medidas unilaterales", dijo Paola Holguín, senadora del Centro Democrático.
Históricamente, en América Latina, reformas laborales profundas han servido como catalizadoras de conflictividad institucional. El caso de Bolivia en 2006, bajo Evo Morales, o Argentina durante los años 2003–2007 con Néstor Kirchner, ofrecen lecciones interesantes sobre cómo estos procesos pueden derivar en polarizaciones intensas, tanto sociales como institucionales.
¿Qué sigue para la reforma laboral?
A pesar de su aprobación en el Senado, la ley aún debe pasar por un proceso de conciliación con la Cámara de Representantes. Solo después de unificar los textos y lograr el visto bueno de ambas cámaras podrá enviarse a sanción presidencial.
Mientras tanto, el reloj político corre. Petro insiste en poner el tema del referendo sobre la mesa si la versión final de la ley no refleja lo que considera derechos históricos. "No vamos a permitir que los mismos de siempre sigan explotando al pueblo trabajador con leyes hechas a su medida", afirmó el mandatario en un mitin reciente en Cali.
Reacciones mixtas de los sectores sociales y económicos
La CUT (Central Unitaria de Trabajadores) celebró las medidas como una victoria luego de décadas de deterioro en los derechos laborales. “Es una revolución laboral necesaria y justa”, proclamó su presidente Francisco Maltés.
Por otro lado, la ANDI (Asociación Nacional de Empresarios de Colombia) advierte que la entrada en vigor de esta ley sin modificaciones pondrá en peligro miles de empleos. "No se trata solo del costo, sino de la rigidez. En una economía tan cambiante, la flexibilidad no es opcional, es una necesidad", expresó Bruce Mac Master, presidente del gremio.
Una radiografía latinoamericana
Este tipo de reformas no se da en el vacío. En América Latina, el debate sobre derechos laborales ha sido constante. Mientras países como Chile han optado por reformas estructurales dialogadas y graduales, otros como México han endurecido sus legislaciones con claros conflictos con el sector privado.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha advertido que “las reformas laborales deben equilibrar equidad y sostenibilidad económica”, y que sin ese equilibrio, pueden perder legitimidad o fracasar en su implementación.
¿Y el trabajador, qué dice?
En las calles, la reforma ha generado tanto esperanza como escepticismo. En entrevista con medios locales, Ana María López, trabajadora de un call center en Bogotá, dijo: “Al fin nos reconocen que trabajamos hasta la noche como zombies. Pero muchos tenemos miedo de que cierren el centro si se les hace muy caro”.
Pedro Avalos, repartidor de una app de domicilios en Medellín, afirmó: “Es bueno que nos den seguro y contrato. Pero si la app nos saca y mete solo a unos pocos, ¿qué vamos a hacer los demás?”
Una historia aún por escribirse
La reforma laboral colombiana es, sin duda, uno de los proyectos más ambiciosos del gobierno de Gustavo Petro. Su aprobación ha encendido el debate sobre el equilibrio entre justicia social y viabilidad económica, además de poner en evidencia una crisis institucional latente en el país.
¿Estamos ante una política que marcará un nuevo estándar para los derechos laborales en América Latina? ¿O será un experimento fallido que agrave los ya profundos problemas de informalidad y desempleo? Lo cierto es que este es un episodio clave en la historia moderna de Colombia y su definición podría moldear el futuro del país por décadas.