La masacre de Graz: obsesión por los tiroteos escolares y el fracaso de la prevención

El trágico ataque en una escuela de Austria reaviva el debate sobre la salud mental, la cultura violenta y las leyes de armas en Europa

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El 4 de junio de 2025, Austria vivió una tragedia sin precedentes: un exalumno de 21 años abrió fuego en su antiguo instituto, matando a diez personas e hiriendo a otras once, antes de quitarse la vida. La masacre, perpetrada en la escuela secundaria BORG Dreierschützengasse en Graz, ha sacudido al país entero, donde este tipo de violencia armada es extremadamente rara.

¿Qué llevó a este joven a ejecutar una masacre tan meticulosamente planificada? ¿Qué señales pasaron desapercibidas? ¿Y qué deben aprender Austria y Europa de esta tragedia? En este artículo de comentario y análisis, exploramos la obsesión por los tiroteos escolares, las fallas del sistema de prevención y las consecuencias legales que llegan demasiado tarde.

El perfil de un asesino fascinado por las masacres

Michael Lohnegger, jefe de la Oficina Criminal de la provincia de Estiria, declaró en conferencia de prensa que el joven asesino había desarrollado "una fascinación significativa por el fenómeno de los tiroteos escolares". Investigadores han descubierto más de 30 cuentas en redes sociales, algunas creadas desde 2019, donde el autor presuntamente glorificaba a otros perpetradores de tiroteos escolares.

Una imagen publicada por el atacante momentos antes del ataque —sus piernas y botas desde un baño escolar— sugiere no solo planificación, sino una intención simbólica, casi ritual. Sin embargo, pese a que llevaba suficiente munición para seguir disparando (24 balas en dos cargadores, 18 adicionales y 17 balas de escopeta), decidió detenerse repentinamente.

Una violencia que llega a Europa: ¿imitación o señal de advertencia?

Europa ha vivido tiroteos escolares, pero con mucho menos frecuencia que Estados Unidos. Sin embargo, eventos como el tiroteo en el instituto Jokela en Finlandia (2007) o el atentado en Winnenden, Alemania (2009), demuestran que el fenómeno no es exclusivo del otro lado del Atlántico.

De hecho, lo que parece conectar estos casos no es tanto la frecuencia sino la inspiración. En muchos casos, los atacantes estudiaron e idolatraron a autores de tiroteos previos. En Graz, este patrón se repite. Este fenómeno de imitación violenta es conocido por los criminólogos como "el efecto contagiador" o "efecto Columbine".

El debate de las armas: ¿pólvora en manos equivocadas?

Austria tiene una de las legislaciones de armas más permisivas dentro de la Unión Europea, con aproximadamente 30 armas por cada 100 habitantes, según Small Arms Survey (2018). Aunque las armas deben registrarse y los propietarios deben tener licencias, adquirir una Glock o una escopeta no es difícil para un ciudadano común que cumpla ciertos requisitos.

El atacante poseía ambas armas legalmente. Esto ha generado indignación y una oleada de críticas al sistema austriaco.

"No puede ser que una persona con antecedentes de inestabilidad mental tenga acceso ilimitado a armas letales", declaró el canciller Christian Stocker, quien prometió endurecer las leyes a corto plazo.

Fallos en la prevención: ¿dónde estaban las alertas?

Este joven había abandonado la escuela tres años antes, aparentemente sin conflictos serios reportados. Sin embargo, su obsesión con la violencia, demostrada en redes y en foros específicos, pasó inadvertida.

Muchos expertos señalan una falla en los sistemas de salud mental, educación y monitoreo digital:

  • Salud mental desatendida: En muchos países europeos, el acceso a servicios de salud mental adolescentes es limitado o tardío.
  • Monitoreo digital inexistente: La mayoría de los países no cuenta con protocolos coordinados para supervisar señales de radicalización o violencia en línea.
  • Aislamiento social: Las redes de apoyo escolares y comunitarias son débiles o ineficientes para detectar personas en riesgo.

¿Una patología social glorificada desde el sótano digital?

El fenómeno de glorificar actos de violencia no es nuevo, pero con internet ha encontrado un nuevo terreno fértil. Existen foros en línea dedicados exclusivamente a analizar, elogiar o incluso idealizar a los asesinos de Columbine, Virginia Tech o Sandy Hook.

Quienes visitan y participan activamente en estos espacios tienden a tener características comunes: aislamiento, frustración, carencias afectivas y, en ocasiones, trastornos mentales no tratados. Para ellos, convertirse en "el próximo nombre célebre" representa una forma enferma de afirmación personal.

El trauma colectivo de Graz

Muchos en Austria comparan este evento con una herida nacional. Nadie esperaba que algo así ocurriera en el país europeo considerado tradicionalmente pacífico. Las cifras hasta el momento son estremecedoras:

  • 10 muertos: 9 estudiantes y 1 profesor.
  • 11 heridos, dos en cuidados intensivos.
  • Más de 300 estudiantes presentes en el edificio durante el ataque.

Las vigilias se multiplicaron en Graz y Viena. En la plaza central de Graz, cientos de personas encendieron velas y colocaron flores para recordar a las víctimas. "No deberíamos tener que aprender nombres de víctimas de matanzas en nuestras escuelas", decía una pancarta.

Europa como espectadora pasiva: ¿esperar la próxima tragedia?

Tras la masacre se reabre una discusión que Europa evita con frecuencia: su negación del fenómeno de los tiroteos escolares como problema propio. Si bien cada sociedad tiene sus particularidades, la globalización digital ha cruzado las fronteras de la violencia.

Es crucial reforzar políticas en al menos tres frentes:

  1. Salud mental preventiva: Invertir en atención psicológica accesible, especialmente para jóvenes.
  2. Regulación de armas: Restringir armas semi-automáticas y aumentar la edad de adquisición.
  3. Educación digital responsable: Monitorizar y denunciar comunidades digitales peligrosas.

¿Qué sigue para Austria?

Aún con el impulso político tras la masacre, cambiar la legislación puede tardar. El canciller Stocker ha prometido reformas, pero se enfrenta a presión de sectores pro-armas.

Mientras tanto, la comunidad de Graz llora. Los padres se preguntan si podrían haber hecho más. Los docentes se sienten inseguros. Y los jóvenes luchan con un trauma que marcará una generación.

El nombre del atacante se mantiene en anonimato. No por protección, sino como política estatal para evitar dar notoriedad al asesino. Es una medida que debería ser adoptada globalmente para frenar el incentivo del “infame legado”.

Entre la memoria y el aprendizaje

Aunque cada víctima de Graz tenía sueños, amistades y futuros diferentes, ahora comparten un destino: se convirtieron en símbolo de una tragedia que pudo evitarse.

La pregunta no es solo ¿por qué? sino también ¿qué haremos para que no vuelva a pasar?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press