Gaza Norte: Una nación hambrienta en busca de migajas de esperanza
El colapso humanitario en la Franja de Gaza alcanza niveles críticos mientras los convoyes de ayuda son asaltados por la desesperación
Un convoy que no es suficiente
El lunes 16 de junio de 2025, un convoy de ayuda humanitaria del Programa Mundial de Alimentos (PMA) intentó llegar a Ciudad de Gaza en el norte de la Franja, una región que ha sido devastada por conflictos y bloqueos durante meses. En cuestión de minutos, la ayuda fue prácticamente saqueada por miles de palestinos que llevaban semanas sin comida. Hombres y mujeres cargaban con bolsas de harina y cajas de alimentos entre los escombros de una carretera costera convertida hoy en campo de ruinas y polvo.
Un desastre humanitario en cámara lenta
La hambruna ya no es una amenaza futura en Gaza; es una realidad presente. Desde hace casi cuatro meses, apenas ha entrado comida en el norte del enclave. Según cifras de la ONU, más de 1.1 millones de personas viven actualmente en condiciones de hambre aguda, conforme al índice IPC (Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases).
«Estamos hablando de un riesgo de hambruna inminente, especialmente en el norte de Gaza», declaró Cindy McCain, directora ejecutiva del PMA, en mayo. «La gente sobrevive comiendo hojas, forraje para animales o simplemente nada».
Israel y el cerco a Gaza
Israel ha presentado la justificación de que el bloqueo, aunque ahora parcialmente levantado, tiene como objetivo presionar a Hamas, el grupo militante que gobierna Gaza. Sin embargo, esta estrategia ha estrangulado a una población civil atrapada entre el fuego cruzado.
Desde octubre de 2023, las restricciones al paso de ayuda han oscurecido aún más la emergencia humanitaria. Incluso tras un “relajamiento parcial” del bloqueo el mes pasado, las entregas de ayuda apenas llegan a las zonas más afectadas. Esto se debe a una combinación mortal de burocracia militar israelí, el colapso del orden local y el riego de saqueos por parte de grupos armados o incluso civiles desesperados.
El saqueo: supervivencia o crimen
Las imágenes de miles de personas abalanzándose sobre los convoyes humanitarios han generado diversos debates. Desde una visión estrictamente legal, se podría interpretar como saqueo. Pero en un contexto donde el estómago grita más fuerte que la ética, la línea entre «delito» y «instinto de supervivencia» se difumina totalmente.
«No tenemos otra opción», decía Omar, un padre de cuatro hijos, mientras cargaba con una caja del PMA. «¿Qué quieren que haga? Mis hijos no han comido en dos días. La ayuda no llega a nuestras casas. Si no corro por esto, mis hijos mueren».
Ruinas sobre las que cargan esperanza
Los convoyes que logran pasar lo hacen por caminos improvisados, muchas veces por zonas devastadas por bombardeos. Las fuerzas israelíes han destruido tramos clave de la infraestructura de Gaza, incluyendo caminos y puentes, dificultando aún más la logística humanitaria.
«Está resultando casi imposible llegar a los más necesitados», afirmaba un portavoz de OCHA (Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU) a medios internacionales. El clima de inseguridad genera otro obstáculo: conductores y trabajadores de ayuda temen por sus vidas. Al menos 222 trabajadores humanitarios han muerto en Gaza desde que inició el conflicto en octubre de 2023, según Human Rights Watch.
Hambruna como arma de guerra
Expertos del Consejo de Seguridad de la ONU han advertido que la hambruna está siendo utilizada como arma de guerra. Aunque Israel niega esta acusación, argumentando que Hamas desvía suministros o impide su distribución, la realidad es mucho más compleja. Gadi Eisenkot, antiguo jefe del Estado Mayor del ejército israelí, alertaba en marzo: «No puedes combatir al terror matando lentamente de hambre a una población civil. Eso genera más odio, no más seguridad».
Crisis de salud colateral
La falta de alimentos no es el único problema. El sistema hospitalario ha colapsado. Con el 70% de las instalaciones médicas fuera de funcionamiento, según la OMS, cada nuevo día con hambre se traduce también en una epidemia de enfermedades vinculadas a la desnutrición y la falta de acceso a agua potable.
La desnutrición severa crece entre los niños. De acuerdo con un reciente informe de UNICEF, más del 30% de los menores en el norte de Gaza sufren malnutrición aguda, duplicando el nivel registrado hace apenas seis meses. La situación ha llegado a tal punto que clínicas improvisadas administradas por Médicos sin Fronteras o la Media Luna Roja Palestina se ven abarrotadas por cientos de madres con bebés visiblemente esqueléticos.
¿Dónde está la comunidad internacional?
Las respuestas hasta ahora han sido tibias. Estados Unidos y la Unión Europea han emitido declaraciones condenando la «situación insostenible» y han prometido más fondos para el envío de ayuda. Sin embargo, los mecanismos para hacer que esa ayuda llegue efectivamente al terreno y sin interferencias permanecen ineficientes.
En un intento desesperado, Qatar y Egipto han intentado mediar para abrir «corredores humanitarios seguros», pero la inseguridad hace casi imposible su aplicación real. Mientras tanto, la población solo ve pasar a drones en el cielo y filas de camiones que tal vez, con suerte, puedan alcanzarles algún saco de arroz antes de ser asaltados por multitudes desesperadas.
La última comida
Un informe reciente del PMA reveló que una de cada tres familias en Gaza Norte no come ni una sola comida completa al día. Muchas sobreviven gracias a redes vecinales donde la solidaridad ha cobrado un valor similar al del oro.
Aisha, una anciana de 68 años, cuenta entre lágrimas: «Hicimos pan con harina de cebada vieja y agua salada. Nos dolió el estómago después, pero era eso o nada».
¿Hacia una hambruna oficial?
La clasificación de hambruna, según los criterios de la ONU, requiere que al menos el 20% de los hogares en una región enfrenten una «extrema inseguridad alimentaria» acompañada de una tasa de mortalidad superior a un cierto umbral. Muchos expertos señalan que Gaza está peligrosamente cerca de cumplir estos criterios oficialmente.
Si bien esta designación tiene implicaciones importantes (como el uso de recursos especiales internacionales del Fondo de Respuesta Central de Emergencia), el retraso en declararla podría ser, según analistas, una estrategia política para evitar mayores presiones diplomáticas a Israel y sus aliados
No es solo Gaza…
Lo que sucede en Gaza Norte es un reflejo extremo de fenómenos globales: la instrumentalización del hambre, la impunidad de castigos colectivos, y la inoperancia de una maquinaria humanitaria internacional que, a pesar de sus intenciones, rara vez logra actuar a tiempo.
Mientras tanto, cada convoy interceptado, cada bolsa de arroz disputada a empujones, y cada niño que duerme sin cenar —una vez más—, grita en silencio una verdad incómoda:
El hambre mata más lentamente que las balas, pero con la misma crueldad.
Foto: Palestinos cargan sacos y cajas de comida de un convoy del Programa Mundial de Alimentos en el norte de Gaza, 16 de junio de 2025. (AP Photo/Jehad Alshrafi)