Cristina Fernández de Kirchner: condena, poder e impunidad en la Argentina poskirchnerista

La expresidenta peronista cumple prisión domiciliaria tras su condena por corrupción, mientras el país lidia con el legado político y económico del kirchnerismo

Un símbolo intacto entre rejas: Cristina Fernández y su regreso a escena

Pese a haber sido condenada a seis años de prisión por corrupción con inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, Cristina Fernández de Kirchner vuelve a ser el centro del debate político en Argentina. El reciente fallo judicial que le permite cumplir su condena en su departamento de Buenos Aires, con vigilancia electrónica, ha reavivado tensiones en un país dividido por su figura desde hace más de dos décadas.

¿Qué ocurrió exactamente?

La causa por la que fue condenada —denominada "Vialidad"— determinó que Cristina Fernández dirigió, como presidenta (2007–2015), una estructura de direccionamiento sistemático de obras públicas en la provincia de Santa Cruz. Estas fueron adjudicadas a empresas vinculadas al magnate Lázaro Báez, cercano al matrimonio Kirchner. El monto malversado rondaría los $1.000 millones de dólares, según peritajes oficiales (Fuente: La Nación). En diciembre de 2022 fue encontrada culpable, pero dada su edad (72), el tribunal falló en junio de 2025 que puede cumplir sentencia con arresto domiciliario debido a razones de seguridad y salud. “La integridad física de la acusada podría correr riesgo en un contexto carcelario común”, dijo el fallo.

La calle también tiene memoria

La noticia de que puede evitar la cárcel tradicional desató protestas en Buenos Aires. Sus fieles militantes la defienden como víctima de una persecución política impulsada por el actual gobierno, mientras que miles de manifestantes opositores consideran que se trata de un nuevo capítulo en la larga novela de impunidad argentina. El lunes 17 de junio, tras la confirmación de su condena por parte de la Corte Suprema, columnas de manifestantes llegaron desde barrios empobrecidos hasta el centro porteño. La policía calculó alrededor de 15.000 personas en las inmediaciones del Congreso Nacional.

El peso simbólico del kirchnerismo

Cristina Fernández no es solo una exmandataria; representa una corriente política que cambió el paisaje sociopolítico argentino. El kirchnerismo, que tomó nombre de su marido fallecido, el expresidente Néstor Kirchner (2003–2007), se consolidó como una fuerza populista que acumuló poder a través de subsidios, programas sociales y una narrativa confrontativa contra medios, empresarios y el poder judicial. Entre sus medidas icónicas están:
  • La estatización de las AFJP y Aerolíneas Argentinas.
  • La Ley de Medios que buscó fragmentar el poder de los grandes grupos comunicacionales.
  • La Asignación Universal por Hijo (AUH), que incrementó significativamente la cobertura de asistencia estatal.
No obstante, sus críticos la acusan de haber instaurado un clientelismo sin precedentes y de haber promovido un aparato estatal sobrecargado e ineficiente.

Una estrategia judicial bien conocida

Durante años, Cristina ha denunciado un lawfare (guerra judicial) dirigido por el "partido judicial", los medios conservadores y la oposición. En varias ocasiones se negó a declarar ante los tribunales, argumentando que "ya estaba condenada por los medios". Según el Centro de Información Judicial (CIJ), existen al menos nueve causas penales activas vinculadas a la ex presidenta, entre ellas:
  • Hotesur y Los Sauces: vinculadas a lavado de dinero a través de sus hoteles y propiedades.
  • Memorándum con Irán: juicio por encubrimiento del atentado contra la AMIA.
  • Uso de aviones oficiales para fines personales.

¿Es la prisión domiciliaria un privilegio?

La posibilidad de cumplir condena en casa existe en el Código Penal argentino, y suele aplicarse por cuestiones de edad, salud o riesgo de la integridad física del condenado. Sin embargo, la percepción pública es otro cantar. En una encuesta de la consultora Poliarquía (junio 2025), el 63% de los argentinos considera “injusto” que la expresidenta no vaya a prisión, mientras que un 28% lo aprueba. El uso del dispositivo electrónico para controlar sus movimientos —una tobillera con GPS— es similar al aplicado a otros condenados como Amado Boudou (exvicepresidente), aunque muchos se preguntan qué tan efectivo puede ser dicho control con una figura que aún moviliza a miles.

¿Fin de su carrera política?

El fallo de la Corte Suprema incluye una inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos. Eso deja a Cristina fuera de la contienda electoral para 2025. Sin embargo, eso no impide que actúe como "jefa espiritual" del kirchnerismo, como lo han hecho otros líderes condenados de la región. Lula Da Silva fue condenado y encarcelado, pero volvió al poder en Brasil tras unas elecciones polarizadas en 2022. Muchos analistas admiten que si el panorama político se complica —por ejemplo, si el presidente libertario Javier Milei pierde respaldo popular—, el kirchnerismo podría rearticularse e incluso presentar una figura heredera, como Máximo Kirchner o Axel Kicillof, quienes mantienen estructuras territoriales intactas en el conurbano bonaerense.

Un legado económico cuestionado

Durante su mandato, el PIB argentino creció 60% entre 2003 y 2011, pero buena parte de esa expansión se consumió en subsidios, emisión descontrolada y un control de precios que distorsionó la economía. La inflación pasó del 9% anual en 2005 a 26% en 2015, mientras que el déficit fiscal creció exponencialmente. Hoy Argentina navega una nueva hiperinflación —más del 280% interanual en abril de 2025, según el INDEC—, y muchos señalan que los desequilibrios actuales son herencia directa de las políticas adoptadas por los gobiernos kirchneristas.

¿Impunidad o garantía de derechos?

Los defensores de Cristina argumentan que su condena no tiene sustento y que se trata de una persecución ejemplificadora. Señalan que otros actores de la política también cometieron delitos sin sanción. Sin embargo, los fallos de la Corte y de los tribunales más altos han confirmado pruebas contundentes, desde la manipulación de licitaciones hasta transferencias bancarias a empresas fantasma. “Lo que se juzgó fue una matriz de corrupción estructural. Nadie puede decir que se trató de una operación mediática”, afirmó el fiscal Diego Luciani durante su alegato final en 2022.

El futuro del kirchnerismo en el tablero político

Cristina Fernández de Kirchner quizás ya no pueda postularse a nada, pero su sombra política no desaparece. Sigue contando con respaldo en sectores populares que la ven como una “madre protectora”, en especial en zonas empobrecidas del país. Su retórica de lucha contra los poderes concentrados aún encuentra eco en una Argentina sacudida por crisis cíclicas, pobreza estructural (más del 45% según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA) y un dólar que no deja de subir. Además, el peronismo —movimiento fundado por Juan Domingo Perón en 1945— ha sabido reinventarse en múltiples crisis. El kirchnerismo es solo una de sus caras. Difícilmente desaparezca del todo sin pasar por una profunda autocrítica interna, algo que hasta el momento no ha sucedido.

Argentina ante el espejo: ¿Justicia o venganza?

Al final, el caso de Cristina Fernández refleja el dilema argentino entre justicia y polarización. ¿Se trata de hacer cumplir la ley a todos por igual, o de destruir políticamente al enemigo? A diferencia de otros periodos de la historia reciente, hoy la Justicia avanza con ritmo lento pero firme en una causa que no solo habla de delitos, sino de décadas de manejo discrecional del Estado como botín político. La prisión domiciliaria, aunque legal, actúa más como símbolo: la impunidad no es total, pero la rendición de cuentas aún tiene límites. En un país donde la historia se repite con distintos nombres, Cristina sigue siendo una protagonista incómoda, ungida por las masas y perseguida por los jueces. El veredicto sigue abierto. No por falta de pruebas, sino porque, en Argentina, la política rara vez se rinde ante el poder judicial.
Este artículo fue redactado con información de Associated Press