Tuam, el escándalo enterrado: el horror de los bebés desaparecidos en Irlanda
Más de 800 niños muertos, fosas comunes sin registros y una Iglesia en el banquillo de la historia
Las heridas del pasado vuelven a abrirse en Tuam
Irlanda ha comenzado oficialmente las excavaciones en el sitio de uno de los capítulos más oscuros de su historia reciente: el antiguo hogar Bon Secours Mother and Baby Home en la localidad de Tuam, Condado de Galway. Este lugar, regentado por monjas católicas hasta 1961, albergó a mujeres solteras embarazadas y sus hijos en un sistema institucionalizado caracterizado por el estigma, el rechazo social y, según se ha ido descubriendo, la negligencia extrema.
Este inicio de exhumaciones representa más que un simple procedimiento forense: es una dolorosa pero necesaria reivindicación histórica en un país profundamente marcado por el papel de la Iglesia Católica en su entramado social.
800 bebés con nombre... pero sin tumba
La historia de Tuam salió a la luz en el año 2014 gracias a la investigadora Catherine Corless, quien logró rastrear certificados de defunción para casi 800 niños que pasaron por el hogar entre los años 1925 y 1961. Sin embargo, sólo pudo encontrar un registro de entierro formal. El resto de los cuerpos no aparecían en ningún documento oficial, ni en cementerios, ni fosas conocidas.
Gracias a sus investigaciones, se descubrió que los restos de estos niños se encontraban enterrados en una estructura subterránea de alcantarillado dentro del mismo recinto. Un hallazgo que estremeció no solo a Irlanda, sino a toda Europa, y que provocó protestas, disculpas institucionales del gobierno y una serie de investigaciones oficiales.
¿Qué eran los hogares para madres y bebés?
Estos hogares eran instituciones eclesiásticas diseñadas para albergar a mujeres embarazadas fuera del matrimonio, en una época donde ser madre soltera era considerado un pecado y una deshonra social. El Estado colaboraba con estas instituciones de forma directa o consentida.
Las mujeres que eran enviadas allí, muchas veces sin posibilidad de retorno, eran obligadas a trabajar y a menudo se les arrebataban sus hijos al nacer, los cuales eran dados en adopción –frecuentemente sin el consentimiento de las madres– tanto dentro como fuera de Irlanda.
De acuerdo con un informe oficial presentado en enero de 2021, cerca de 9.000 niños murieron en 18 hogares de este tipo, entre ellos Tuam. Las causas más comunes de fallecimiento fueron infecciones respiratorias, malnutrición y gastroenteritis. Mortandades que, en otras condiciones, habrían sido perfectamente evitables y tratables.
La excavación: justicia en forma de pala y bisturí
Las autoridades, bajo la dirección de Daniel MacSweeney, han comenzado las delicadas labores de excavación. Todo el proceso se hará bajo protocolos forenses, asegurando que los restos sean tratados con dignidad, respeto y precisión científica.
La expectativa es que esta labor dure dos años. Se dará oportunidad a familiares y sobrevivientes para presenciar ciertos momentos del proceso, tanto para efectos conmemorativos como de transparencia. Si los restos pueden ser identificados mediante análisis de ADN, serán entregados a sus familias. Si no lo son, el gobierno ha prometido enterrarlos de forma respetuosa y adecuada.
Retrato de un silencio institucional
El caso Tuam resuena más allá de su tragedia puntual porque representa un patrón. En toda Irlanda, decenas de miles de personas pasaron por instituciones similares a lo largo del siglo XX. Según el informe lanzado por el gobierno en 2021, más de 56.000 mujeres dieron a luz en estos centros.
Los hogares estaban controlados por órdenes religiosas, muchas veces bajo el consentimiento del Estado, que delegaba en la Iglesia tareas sociales. Lo que en teoría era una “ayuda” para mujeres vulnerables, acabó siendo una red de abusos, silencios, infancias robadas y vidas rotas.
Hasta hoy, muchas de esas mujeres –ya ancianas– siguen buscando a los hijos que les fueron arrebatados. Algunas familias descubren ahora, con documentos desclasificados o gracias al activismo, que tienen medio hermanos nunca conocidos.
Reparación, pero ¿justicia?
El Estado irlandés ha pedido disculpas oficialmente, y ha aprobado una ley para facilitar las exhumaciones e identificaciones. Sin embargo, muchos activistas y víctimas señalan que la compensación económica es insuficiente y que las órdenes religiosas responsables aún no han rendido cuentas legal ni financieramente.
“Lo mínimo que pueden hacer es invertir en un fondo para apoyar las labores de identificación, pedir disculpas públicas, abrir sus archivos y colaborar con las familias”, ha declarado en varias ocasiones la propia Catherine Corless, quien continúa siendo una voz activa.
Un país sacudido por múltiples escándalos religiosos
El horror de Tuam no es un caso aislado. Irlanda ha sido escenario de múltiples investigaciones en las últimas décadas que han expuesto escándalos masivos de abusos sexuales, físicos y psicológicos por parte de clérigos y religiosos.
- Las lavanderías de las Magdalenas: lugares donde mujeres eran forzadas a trabajar en condiciones inhumanas.
- Casos de pedofilia clerical: con encubrimiento sistemático por parte de obispos y el Vaticano.
- Orfanatos e internados abusivos: muchos gestionados por órdenes religiosas y financiados por el Estado.
Todo esto ha tenido un profundo impacto en la sociedad irlandesa. El apoyo popular a la Iglesia ha caído drásticamente. Según una encuesta de Ipsos MRBI, en 2022 apenas el 33% de los irlandeses confiaban en la Iglesia Católica, frente a un 85% en los años 80.
La Iglesia, bajo el juicio de la memoria
El caso de Tuam coloca de forma inevitable a la Iglesia Católica irlandesa bajo un escrutinio ético e histórico. ¿Cómo pudo una institución religiosa permitir, colaborar o encubrir estas prácticas durante tanto tiempo? ¿Cómo pudo el dogma justificar un sufrimiento tan sistemático?
En su defensa, la orden religiosa Bon Secours Sisters ha pedido disculpas, pero ha dejado muchos temas sin responder. La mayoría de sus archivos están aún cerrados o inaccesibles.
Al mismo tiempo, el Vaticano ha evitado tomar una postura firme o realizar investigaciones internas, limitándose a declaraciones de pesar, pero sin asumir responsabilidad estructural o moral alguna.
El trauma no enterrado
Para quienes vivieron en estos hogares, como niños robados o madres abandonadas, el trauma no desaparece. Historias de abusos, desprecio, trabajo forzado y separación final siguen aflorando. Campañas como "Adoptee Voices" buscan amplificar los relatos de sobrevivientes y exigir respuestas, archivos abiertos y justicia efectiva.
“Perdí a mi hija al nacer. Me dijeron que no era digna de criarla. Nunca más volví a verla”, cuenta una mujer superviviente en una entrevista dada al Irish Times en 2023. “Ahora que sé que quizá esté enterrada en un sistema de drenaje, necesito saber si es verdad. Necesito llevarle flores si puedo”.
¿Y ahora qué?
La excavación de Tuam no es solamente un asunto arqueológico. Es una decisión política, social y espiritual. Porque una sociedad que no confronta sus pasados más dolorosos está condenada a repetir errores. Irlanda ha comenzado a dar pasos, pero aún falta camino por recorrer.
La dignidad de los 800 pequeños será reafirmada, no por los registros del pasado, sino por la memoria y el reconocimiento presente. Esta no es solo la historia de Irlanda, sino un recordatorio global del poder –y peligro– de cuando dogma, Estado y discriminación se entrelazan.