Kyiv bajo fuego: la guerra invisible desde los cielos de Ucrania
Mientras líderes mundiales discuten en cumbres, Rusia intensifica sus ataques con drones y misiles sobre la capital ucraniana, dejando clara su postura en el conflicto
El cielo de Kyiv ha vuelto a ser un campo de batalla. En la madrugada del martes, una nueva ola de ataques con misiles y drones lanzada por las fuerzas rusas dejó al menos 20 personas heridas. Esta agresión ocurrió mientras los líderes del Grupo de los Siete se reunían en Canadá, una ironía que no pasó desapercibida: mientras se hablaba de paz y cooperación global, una capital europea era atacada por aire.
Una capital asediada
El alcalde de Kyiv, Vitalii Klitschko, confirmó que nueve personas fueron heridas en el distrito de Sviatoshynskyi y once más en Solomianskyi. Seis de ellas tuvieron que ser hospitalizadas. En otras dos zonas de la ciudad se registraron incendios provocados por los restos de misiles interceptados, lo cual demuestra la eficacia, pero también los riesgos colaterales de los sistemas defensivos ucranianos.
El ataque no fue un hecho aislado. Rusia ha intensificado sus ofensivas mediante el uso de drones y misiles en las últimas semanas. Este patrón coincide con la ofensiva reciente de Ucrania dentro del territorio ruso, que incluyó ataques espectaculares a bases aéreas donde se destruyeron aviones militares.
La guerra desde el aire: cifras que alarman
Según datos del Ministerio de Defensa de Ucrania, en los últimos 30 días, Rusia ha lanzado más de 250 drones Shahed y más de 120 misiles de distinto tipo sobre territorio ucraniano. La Fuerza Aérea de Ucrania ha logrado interceptar aproximadamente el 75% de estos ataques, sin embargo, el 25% restante causa secuelas gravísimas, tanto en pérdida de vidas como en infraestructura civil.
Estos ataques han evidenciado hasta qué punto Rusia apuesta por una estrategia de desgaste continuo. El uso de drones, en particular, plantea un desafío táctico, ya que pueden volar a baja altitud, evitar radares y operar durante la noche con mayor sigilo que los misiles convencionales.
Un conflicto que desafía tratados y diplomacia
Mientras tanto, los intentos diplomáticos parecen estancados. Las conversaciones de paz en Estambul han rendido pocos resultados, más allá de algunos intercambios de prisioneros acordados para los próximos días. Zelenskyy, quien asistirá a la cumbre del G7 —aunque no se reunirá con el expresidente estadounidense Donald Trump por su regreso anticipado a Washington—, ha insistido en que no se puede hablar de paz real mientras Ucrania siga bajo fuego constante.
“No podemos aceptar una paz que se base en nuestra rendición, ni en recompensar la agresión rusa”, afirmó Volodymyr Zelenskyy en una reciente entrevista con la televisión alemana ZDF.
Desde 2022, con la invasión a gran escala, el conflicto ha evolucionado de una guerra de trincheras a una confrontación tecnológica donde la supremacía aérea y los ciberataques juegan un rol crucial.
Los civiles: víctimas recurrentes
Detrás de las cifras y los titulares, se encuentra el dolor tangible del pueblo ucraniano. En este último bombardeo, entre los daños reportados hay una escuela primaria destruida y al menos tres edificios residenciales con daños estructurales graves.
Olena Mykhailenko, una vecina del distrito Solomianskyi, relató a medios locales:
“Desperté con el estallido de las explosiones. Los vidrios de mi ventana salieron volando. Mi hijo de 8 años no paraba de temblar. Esto no es vida.”
Cumbre del G7: entre promesas y evasivas
La reunión del G7 en Canadá se realizó en medio de esta intensificación del conflicto. Mientras Zelenskyy busca estrechar apoyos bilaterales y obtener más ayuda militar para la defensa antiaérea, la mayoría de los líderes occidentales han condenado los ataques pero sin comprometer nuevos paquetes de ayuda significativos.
Canadá, como país anfitrión, ha sido uno de los más activos en apoyar a Ucrania. Este mismo año, el primer ministro Justin Trudeau anunció una contribución adicional de 500 millones de dólares en equipamiento militar, incluyendo misiles defensivos Patriot y sistemas de vigilancia para detectar drones de largo alcance.
Sin embargo, el escenario se complica con actores como China, que han mantenido una postura ambigua. Beijing ha reiterado su llamado al “diálogo y cese al fuego”, pero ha evitado criticar abiertamente las acciones del Kremlin. Rusia, por su parte, ha contado con el apoyo informal de Irán, proveedor de los drones Shahed 136, una pieza clave en su ofensiva aérea.
Kyiv: laboratorio de la guerra del futuro
La guerra en Ucrania está redefiniendo la forma en que pensamos los conflictos armados. La combinación de drones, ciberataques y ofensivas híbridas no solo apunta a infraestructuras militares, sino también busca desgastar psicológicamente a las poblaciones.
Las calles de Kyiv, alguna vez un símbolo de la resistencia cultural post-soviética, se han transformado en un laboratorio de guerra asimétrica. Estaciones de metro convertidas en refugios antiaéreos, empresas locales reconvertidas para fabricar piezas de drones, y ciudadanos organizando redes de vigilancia con smartphones y software de reconocimiento.
¿Y ahora qué?
A medida que el conflicto se prolonga, la gran pregunta sigue siendo: ¿qué tan lejos está dispuesto a llegar Occidente? Mientras Ucrania resiste y Rusia intensifica, las respuestas deben dejar de ser simbólicas para convertirse en compromisos reales.
Los ataques en Kyiv refrendan una dolorosa realidad: la guerra no reconoce citas diplomáticas ni discursos bien intencionados. Se libra cada noche, cada madrugada, sobre los cielos de una ciudad que se niega a caer.