Israel e Irán: una escalada con ecos del pasado y consecuencias imprevisibles

El conflicto entre Israel e Irán ingresa en una peligrosa etapa de agresiones directas. ¿Está la región al borde de una guerra regional a gran escala?

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Por décadas, Israel e Irán han sido enemigos declarados, pero los enfrentamientos siempre habían sido indirectos. Eso cambió en abril de 2025, cuando ambos países cruzaron una línea peligrosa: los ataques directos a sus respectivos territorios.

Lo que comenzó como una serie de agresiones retóricas, sabotajes encubiertos y ataques mediante proxies ha escalado a una confrontación abierta con intercambio de misiles y decenas de muertos en ambos bandos. Las implicaciones regionales —y mundiales— son difíciles de prever, pero lo cierto es que el conflicto marca un punto de no retorno en Medio Oriente.

El ataque que lo cambió todo

El pasado viernes, Israel ejecutó un sorpresivo ataque aéreo sobre instalaciones militares y nucleares dentro del territorio iraní, matando a varios líderes militares de alto rango. La ofensiva fue acompañada de misiles de precisión que afectaron complejos en la periferia de Teherán. Según fuentes oficiales, murieron al menos 224 personas en Irán y cientos más resultaron heridas.

La reacción iraní fue casi inmediata. En la madrugada del lunes siguiente, más de 370 misiles y cientos de drones fueron lanzados desde diversas regiones iraníes hacia el centro de Israel, superando incluso los ataques sufridos durante la Guerra del Golfo de 1991. En ciudades como Petah Tikva, cerca de Tel Aviv, los efectos fueron desastrosos.

Petah Tikva: una ciudad en ruinas

Uno de los misiles iraníes impactó directamente en un edificio residencial en Petah Tikva. Cuatro personas murieron, docenas resultaron heridas y varios apartamentos quedaron inhabitables. “Fue lo más aterrador que he vivido,” dijo Miryam, una joven soldado que se resguardó en su refugio casero mientras su baño y cocina eran destruidos por la explosión.

El presidente israelí, Isaac Herzog, visitó la zona y calificó el ataque como “pura maldad”. La visión del gobierno y gran parte de la población es clara: no cederán ante la amenaza iraní. “Si no respondemos, muchos más morirán”, opinó Eitan Tevel, un adolescente de 14 años que vivió el ataque desde un refugio improvisado.

Una guerra de apoyo popular (por ahora)

A pesar de las bajas y el caos, el respaldo social al gobierno de Benjamin Netanyahu es alto, incluyendo a miembros de la oposición. Israel vive un momento de unión nacional, impulsada por la percepción de un enemigo externo poderoso.

Shmuel Rosner, analista del Jewish People Policy Institute, advierte sin embargo que esta cohesión podría durar poco: “Si se percibe que Israel no consigue sus objetivos estratégicos, el apoyo se evaporará”.

El temor nuclear: ¿realidad o paranoia?

Uno de los principales argumentos de Israel para justificar su ataque ha sido el presunto avance de Irán hacia armas nucleares. Teherán ha negado reiteradamente su intención de fabricar bombas atómicas, aunque ha reconocido enriquecer uranio por encima de los límites establecidos en el fallido acuerdo de 2015 (JCPOA).

Expertos como David Albright, del Institute for Science and International Security, han advertido que Irán podría tener suficiente uranio enriquecido para fabricar una bomba “en semanas” si así lo decidiera. Esta evaluación, aunque sujeta a interpretaciones estratégicas, ha incrementado los temores existenciales en Israel.

Una historia de heridas que no cicatrizan

Desde la Revolución Islámica de 1979, Irán ha mantenido una postura beligerante contra Israel, negando incluso su derecho a existir. Por su parte, Israel ha ejecutado múltiples operaciones encubiertas para frenar el programa nuclear iraní, incluyendo el asesinato de científicos y ciberataques como el célebre Stuxnet en 2010.

La situación actual, sin embargo, rompe un paradigma. “Es la primera vez que vemos una guerra directa entre estos dos enemigos históricos,” comenta Trita Parsi, vicepresidente del Quincy Institute for Responsible Statecraft. “Lo que viene ahora será imprevisible.”

Daños humanos y humanitarios

En Israel, las cifras siguen aumentando. Hasta el momento se han reportado 24 personas fallecidas y más de 500 heridas tras el aluvión de misiles y drones iraníes. Los hospitales operan al límite de su capacidad, mientras cientos de familias han sido desplazadas y se refugian en hoteles pagados por el gobierno o con parientes.

En Irán, el panorama no es menos grave. Tras el aviso de Israel para evacuar un barrio densamente poblado de Teherán —donde viven más de 300,000 personas—, miles se han desplazado sin certeza de a dónde ir. Naciones Unidas habla ya de una posible crisis humanitaria en ciernes.

¿Y el resto del mundo?

La región entera está al borde del colapso. Aeropuertos cerrados, cielos clausurados, mercados financieros al rojo vivo y petróleo por encima de los $110 USD por barril. El Consejo de Seguridad de la ONU ha pedido contención, mientras países como Estados Unidos y la Unión Europea tratan de mediar desde una posición cada vez más frágil.

“Una guerra abierta entre Israel e Irán arrastrará a toda la región,” alertó Robert Malley, ex negociador del acuerdo nuclear con Irán. “Líbano, Siria, Irak y hasta Arabia Saudí podrían verse involucrados.”

El precedente: la Guerra del Golfo

Para muchos israelíes mayores de 40 años, estas imágenes despiertan traumas de otro tiempo: la primera Guerra del Golfo en 1991. En ese entonces, Sadam Hussein lanzó misiles Scud contra Tel Aviv y otras ciudades, lo que obligó a la población a equiparse con máscaras antigás y refugiarse en casas selladas con plástico.

“Esto es aún más aterrador,” dice Nadav Shomron, de 44 años. “Con Irán, la amenaza es nuclear, no sólo convencional.”

¿Hacia un punto sin retorno?

Tanto Israel como Irán han cruzado líneas que durante años evitaban traspasar. El riesgo de una guerra total es real. La disuasión podría volverse devastación. La presión internacional crece, pero también las pasiones nacionalistas. La historia nos dice que en Medio Oriente, los conflictos rara vez se enfrían antes de arder.

La pregunta ahora no es si habrá una escalada, sino hasta dónde llegará. Y lo más preocupante: ¿quién tendrá la razón en definir cuándo parar?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press