Drones marinos inteligentes: la nueva frontera de la vigilancia en el Báltico
Dinamarca despliega embarcaciones no tripuladas para reforzar su vigilancia naval en tiempos de creciente tensión y amenazas submarinas
Desde lejos, parecen simples veleros adornados con la bandera roja y blanca de Dinamarca. Sin embargo, estos curiosos navíos de 10 metros de largo están marcando un antes y un después en la manera en la que se vigilan los mares del norte de Europa. Se trata de los llamados “Voyagers”, drones marinos desarrollados por la empresa estadounidense Saildrone, que han sido desplegados por las fuerzas armadas danesas para una prueba operativa de tres meses.
Un nuevo enfoque para viejas amenazas
El auge del uso de vehículos no tripulados en el ámbito naval no es casualidad. Desde la invasión rusa a gran escala en Ucrania en 2022, las tensiones en el mar Báltico y el mar del Norte han escalado: sabotajes, vigilancia encubierta y daños a infraestructuras críticas han puesto en jaque la seguridad marítima europea.
“La situación de seguridad en el Báltico es tensa,” advirtió el teniente general Kim Jørgensen, director de Armamento del Ministerio de Defensa de Dinamarca.
Para Dinamarca, los Voyagers son parte de un esfuerzo por aumentar su capacidad de vigilancia sobre aguas poco monitoreadas, especialmente en torno a infraestructuras vitales como cables de fibra óptica submarinos y líneas eléctricas. Y es que desde 2023, se ha reportado la ruptura de al menos 11 cables submarinos, y uno de los eventos más sonados fue la explosión de los oleoductos Nord Stream en 2022.
¿Qué es un Voyager?
El Voyager es un vehículo de superficie no tripulado (USV, por sus siglas en inglés) diseñado para misiones de vigilancia marítima de largo plazo. Equipado con sensores de última generación —radares, cámaras ópticas e infrarrojas, sonar y micrófonos—, estos drones pueden operar de forma autosuficiente durante meses gracias a la energía solar y eólica.
Richard Jenkins, fundador y CEO de Saildrone, comparó los Voyagers con camiones portadores de sensores inteligentes que utilizan inteligencia artificial y aprendizaje automático para mapear lo que sucede por encima y por debajo de la superficie del mar hasta 50 kilómetros de distancia.
“Vamos a lugares donde antes simplemente no teníamos ojos ni oídos.” — Richard Jenkins, Saildrone
¿Por qué ahora? El contexto geopolítico
El despliegue de estos drones no es incidental. Forma parte de una respuesta estratégica de la OTAN ante las crecientes actividades sospechosas en la región. La conocida “flota sombra” rusa —viejos petroleros operando bajo banderas de conveniencia y propiedad opaca— es uno de los vehículos utilizados para evadir sanciones internacionales, transportar petróleo y, presuntamente, realizar maniobras ilegales.
Un ejemplo notable fue el del buque Eagle S, incautado por la policía finlandesa tras sospecharse que había dañado un cable eléctrico submarino tendido entre Finlandia y Estonia con su ancla.
Esta amenaza invisible ha hecho evidente un defecto estructural en la estrategia defensiva marítima: la imposibilidad económica de tener barcos militares rastreando cada movimiento sospechoso.
Una vigilancia por capas
Para abordar esta complejidad, la OTAN está diseñando un sistema de vigilancia marítima en capas, donde los Voyagers operarán junto a barcos tradicionales, satélites y sensores en el fondo marino. Este nuevo ecosistema aumentará la eficiencia del monitoreo a menor costo.
Peter Viggo Jakobsen, experto del Colegio de Defensa Danés, lo resume de manera cruda:
“Es simplemente demasiado costoso tener un buque de guerra siguiendo cada barco ruso, ya sea militar o comercial.”
Costos, seguridad y la carrera tecnológica
El despliegue de tecnologías como la de Saildrone plantea interrogantes claves sobre la militarización del océano, la soberanía marítima y hasta el rol de la inteligencia artificial en la geopolítica. Aunque los Voyagers son vehículos no armados, su presencia contribuye a un nuevo tipo de disuasión tecnológica.
Además, su coste, aunque elevado en términos iniciales (cada unidad se estima cuesta entre 2 y 3 millones de dólares), resulta insignificante frente al precio operativo de mantener un buque de la armada en misión de vigilancia (entre 80,000 y 120,000 dólares por día).
Greenland y las tensiones con EE. UU.
Esta apuesta tecnológica danesa también se da en un contexto diplomático particular. Hace apenas unos años, la administración de Donald Trump propuso comprar Groenlandia, una región autónoma bajo soberanía danesa, y llegó incluso a no descartar el uso de la fuerza militar para obtenerla. Aunque estas declaraciones fueron ampliamente criticadas y desestimadas, contribuyeron a un enfriamiento entre Dinamarca y EE. UU.
Paradójicamente, Saildrone es una empresa con sede en California, pero Jenkins asegura que su decisión de operar en Dinamarca se tomó antes de la reelección de Trump, y subrayó que la compañía no tiene intenciones políticas.
¿La vigilancia 24/7 es el futuro del mar?
La necesidad de estar presentes en el mar constantemente es un problema que tiene décadas. Simplemente no existía una herramienta accesible que permitiera hacerlo. Hoy, los avances en energías renovables, microelectrónica y procesamiento de datos en la nube hacen posible una nueva era en el control activo de zonas marítimas.
Además, la aparición de amenazas híbridas —como buques civiles que dañan infraestructuras por accidente o sabotaje— obliga a repensar las estrategias en zonas de entrecruzamiento civil y militar.
Implicaciones para otras regiones del mundo
El caso danés podría ser un anticipo de lo que vendrá en otros mares: el Estrecho de Taiwán, el Golfo Pérsico, el Mediterráneo Oriental, e incluso el Océano Ártico. Todas estas zonas experimentan disputas territoriales, amenazas a la seguridad energética y tráfico ilícito.
Es probable que otros países de la OTAN y aliados comiencen a explorar este camino, integrando redes de drones marinos en sus sistemas de defensa e incluso en sus políticas de conservación marina. Recordemos que la tecnología de Saildrone también se ha utilizado para monitorear huracanes, mapear arrecifes de coral y registrar datos del cambio climático.
¿Y ahora qué?
Los cuatro Voyagers actualmente desplegados patrullarán aguas danesas y, eventualmente, se unirán a ejercicios conjuntos de la OTAN. Si la prueba resulta exitosa, no se descarta que Dinamarca amplíe la flota y otros países emulen el modelo.
Mientras los ojos del mundo siguen puestos en los conflictos visibles, estos silenciosos centinelas tecnológicos navegan incansablemente las aguas del norte, haciendo lo que antes era imposible: vigilar lo invisible.