Floribert Bwana Chui: El mártir congoleño que desafió la corrupción y fue beatificado como ejemplo de heroísmo cristiano

La beatificación de Kositi posiciona a un funcionario aduanero como símbolo de integridad frente a un sistema corrupto, inspirando a toda una nación

Un ejemplo de justicia en medio del caos

El pasado domingo, en una ceremonia cargada de emoción celebrada en la basílica de San Pablo Extramuros en Roma, el Vaticano dio un paso significativo al beatificar a Floribert Bwana Chui Bin Kositi, un joven funcionario aduanero congoleño asesinado en 2007 por negarse a aceptar un soborno. Este gesto no solo imprime esperanza a la juventud de la República Democrática del Congo (RDC), sino que también reaviva el debate sobre la corrupción endémica que consume a la nación africana.

Con tan solo 26 años, Floribert se enfrentó a una red mafiosa que pretendía introducir arroz podrido proveniente de Ruanda en la ciudad de Goma. Su negativa, fundamentada en su fe cristiana y su firme sentido de la ética, lo convirtió en un objetivo. Fue secuestrado y posteriormente asesinado. Hoy, su historia resuena con más fuerza que nunca, posicionándolo como símbolo de integridad y valor moral en tiempos difíciles.

Corrupción sistémica en el corazón de África

Según el informe de Transparency International, la RDC obtuvo una calificación de 20/100 en el Índice de Percepción de la Corrupción en 2023, ocupando el puesto 163 de 180 países evaluados. Esta cifra ilustra la profundidad del problema: funcionarios, comerciantes y ciudadanos ven la corrupción como una práctica casi institucionalizada, dificultando el desarrollo y empobreciendo aún más a una nación rica en minerales.

Como señaló el obispo de Goma, Willy Ngumbi: "Nuestro país casi obtiene la medalla de oro en corrupción. Aquí es realmente endémica. Si al menos aprendiéramos de la vida de este joven que todos debemos luchar contra la corrupción, eso ya sería importante".

El mártir de la honestidad

El Papa Francisco reconoció a Kositi como mártir de la fe en 2023. Según el canon católico, esta designación exime del requisito previo de un milagro para proceder con la beatificación. El motivo es claro: fue asesinado por odio a una vida cristiana auténtica, marcada por la defensa de los más pobres y vulnerables.

Durante su visita a Kinshasa, capital de la RDC, el Papa mencionó a Floribert ante una multitud: "Pudo haber hecho la vista gorda. Nadie lo habría descubierto y hasta podría haber prosperado. Pero era cristiano. Oró. Pensó en los demás y eligió ser honesto, diciendo no a la inmundicia de la corrupción.”

Una juventud sin referentes… hasta ahora

La beatificación de Floribert Bwana Chui contrasta con una realidad amarga. Más del 60% de la población congoleña tiene menos de 25 años (según datos del Banco Mundial, 2022), y muchos de ellos crecen en un entorno donde el soborno es la norma, no la excepción. En este contexto, el testimonio de Floribert ofrece una luz clara: se puede vivir una vida íntegra sin rendirse al sistema.

Aline Manani, amiga de Kositi, lo expresó así: “Ese día, esos mafiosos se encontraron ante un joven que, en nombre del Evangelio, dijo 'No'. Se opuso. Para mí, y creo que para todos los jóvenes, es un modelo a seguir”.

Escuela de Paz: legado vivo

En Goma, la Escuela de Paz Floribert Bwana Chui se erige como un testimonio tangible de su legado. Fundada para promover la justicia social y la ética pública, esta institución se ha convertido en semillero de liderazgos jóvenes que ven en Floribert no solo un mártir, sino un ideal alcanzable.

Su director, Charles Kalimba, afirma: “Es una lección para todas las generaciones. Vivimos en un país donde la corrupción es casi legal. Este es un desafío que debemos asumir”.

Beatificación: mucho más que un rito

La beatificación de Floribert también tiene una dimensión política y social profunda. Reafirman a las iglesias africanas como protagonistas en la lucha por la dignidad humana en regiones devastadas por conflictos armados, explotación y negligencia institucional.

Además, presenta una nueva categoría de santidad impulsada por el Papa Francisco: la de los "santos de al lado", personas comunes que viven el Evangelio en el día a día, incluso a costa de su vida. El sacerdote italiano Francesco Tedeschi, quien impulsó el proceso de santificación de Floribert, dijo entre lágrimas: “Al final, eso era Floribert, sólo un muchacho”.

Modelo para toda África (y el mundo)

El coraje de Floribert no solo interpela a la RDC. Su testimonio inspira a otros países del continente y del mundo donde la corrupción debilita las instituciones y consume las esperanzas colectivas. Desde Nigeria hasta Venezuela, desde Afganistán hasta Guatemala, su historia despierta la conciencia de que resistir al mal cotidiano es posible y profundamente revolucionario.

El camino hacia la santidad

Para que Floribert sea canonizado como santo, el Vaticano debe confirmar un milagro atribuido a su intercesión. Aunque este proceso puede llevar años, la comunidad católica congoleña ya lo reverencia como un santo de hecho, aunque no aún de derecho.

Los testimonios sobre su vida siguen multiplicándose. Religiosos, funcionarios y ciudadanos relatan cómo su ejemplo ha generado pequeños pero significativos cambios en su comportamiento y sentido del deber.

La esperanza se escribe con “F” de Floribert

En medio de una crisis humanitaria que ha causado miles de desplazados por la violencia entre el gobierno y las fuerzas del M23, la figura de Floribert representa algo más que una historia consoladora. Es un faro en medio de la sombra, una prueba de que la integridad no es una utopía.

Como dijo el Papa Francisco:
“Los santos no son superhéroes, sino personas comunes que cruzan las circunstancias cotidianas con extraordinario amor, fidelidad y coraje. Y Floribert es uno de ellos”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press