¿Una 'nacionalización dorada'? El caso U.S. Steel, Trump y Nippon Steel en la mira

El acuerdo multimillonario entre Nippon Steel y U.S. Steel, intervenido por Trump, plantea preguntas fundamentales sobre soberanía económica y el futuro del acero estadounidense

El regreso del acero al juego político: U.S. Steel en la mira

Estados Unidos y Japón han tejido un acuerdo económico sin precedentes alrededor de uno de los íconos industriales más antiguos de América: U.S. Steel. La japonesa Nippon Steel pretende adquirir U.S. Steel por aproximadamente 15 mil millones de dólares, en una operación classificada oficialmente como una “inversión” y no una adquisición directa. Pero este eufemismo solo disimula una realidad compleja: la intervención directa del gobierno de Estados Unidos, y particularmente del expresidente Donald Trump, en los designios de una empresa privada.

¿Qué es la 'acción dorada'?

En el corazón del acuerdo yace una figura conocida en círculos financieros como una golden share o “acción dorada”. Esta herramienta jurídica otorga a quien la posee derechos especiales dentro de la estructura de una compañía, incluso si su participación accionaria es ínfima o simbólica. En este caso, el gobierno de Estados Unidos —y simbólicamente, Trump— retendrá el poder de veto sobre decisiones clave, tales como:

  • Reubicar la sede de U.S. Steel fuera de Pittsburgh.
  • Cambiar el nombre o la estructura corporativa.
  • Trasladar empleos o producción al extranjero.
  • Cerrar plantas de producción en EE.UU.
  • Recortar o demorar inversiones por 14 mil millones de dólares.

Este poder presidencial incluso incluye el nombramiento de un miembro independiente de la junta directiva, y el veto sobre los otros dos, consolidando una forma de control político sobre el capital privado.

Trump y el giro inesperado

Paradójicamente, Trump había prometido inicialmente bloquear la compra de U.S. Steel por parte de Nippon Steel, citando el peligro que representaba una posible pérdida de soberanía productiva estadounidense. Sin embargo, tras su regreso al poder, no solo aceptó la negociación sino que facilitó el acuerdo mediante esta peculiar estructura legal que, según sus aliados, “protege la industria norteamericana desde adentro”.

Howard Lutnick, secretario de Comercio, escribió en X (antes Twitter): “La acción dorada sostenida por Estados Unidos en U.S. Steel tiene condiciones poderosas que directamente benefician y protegen a América, a los steelworkers de Pensilvania y a los fabricantes que podrán acceder a más acero doméstico.”

Llamado de atención del sindicato

No todos están conformes con esta maniobra. El sindicato United Steelworkers (USW), que representa a miles de empleados de U.S. Steel, expresó su descontento: “Estamos decepcionados de que el presidente Trump haya cambiado de postura. No se han hecho públicos todos los términos del acuerdo, lo cual nos genera incertidumbre sobre el futuro.”

El sindicato también advierte que la acción dorada posiciona a Trump como un actor directo en negociaciones laborales, hecho sin precedentes en la historia reciente. El contrato colectivo actual vence el 1 de septiembre de 2026, y las elecciones de medio término están justo en el horizonte.

Una 'nacionalización parcial', ¿o poder político disfrazado?

La soberanía industrial ha sido históricamente un motivo de orgullo económico en Estados Unidos. Tras la Segunda Guerra Mundial, el país representaba más del 50% de la producción mundial de acero. El fin del siglo XX vio esa cifra desplomarse por la globalización, la automatización y el desmantelamiento progresivo del poder de los sindicatos.

Este movimiento de Trump intenta revertir esa tendencia, pero lo hace a través de una vía no liberal: el fortalecimiento del Ejecutivo sobre el libre mercado. El concepto clásico de laissez-faire parece desvanecerse en un entorno donde los poderes estatales se mezclan con decisiones corporativas.

¿Inversión o manipulación? Nippon Steel en el centro del debate

Nippon Steel ha declarado que planea invertir más de 11 mil millones de dólares hasta 2028, y otros 14 mil millones adicionales considerarían la construcción de hornos de arco eléctrico, tecnología más ecológica que usa chatarra metálica para fabricar acero. Estas inversiones, sin embargo, estarán bajo constante supervisión del Ejecutivo estadounidense.

Además, Nippon se ha comprometido a no importar acero que compita directamente con las fábricas actuales de Pennsylvania e Indiana. Se respetarán los empleos actuales y se creará una junta directiva conformada mayoritariamente por ciudadanos estadounidenses. ¿Una concesión estratégica o una imposición disfrazada?

Geopolítica de fondo: Washington, Tokio y Beijing observan

Este acuerdo no es solamente económico, sino también estratégico. En un mundo cada vez más polarizado —con tensiones entre EE.UU. y China, guerras en Ucrania y Palestina, y cambios en las cadenas de suministro globales—, el control sobre sectores vitales como el acero puede determinar el poder geopolítico de una nación.

La respuesta política de Japón fue de cauteloso optimismo. Nippon Steel considera que esta estructura puede mitigar los temores nacionalistas dentro de EE.UU. y facilitar el acceso al mercado norteamericano. Por otro lado, China podría ver esta fórmula como una advertencia de “proteccionismo encubierto” y podría responder con medidas similares en sus propias adquisiciones industriales.

El precedente lo cambia todo

La acción dorada ahora impuesta en U.S. Steel podría ser utilizada como modelo en otras adquisiciones futuras de empresas estratégicas. Esto plantea una pregunta crucial para economistas y legisladores: ¿es este modelo legalmente sostenible a largo plazo en una economía de mercado?

Por un lado, podría verse como una herramienta eficaz de salvaguarda nacional en sectores críticos. Por otro, genera un escenario donde el poder político entra de lleno en las decisiones de empresas privadas, lo que puede asustar a inversionistas o desencadenar demandas internacionales en la OMC.

El caso U.S. Steel es más que acero

Este episodio nos enfrenta a dilemas profundos: ¿es gobierno o empresa quien debe trazar el rumbo económico de una nación? ¿Cómo balanceamos los intereses de seguridad nacional con la atracción y libertad de inversión extranjera?

U.S. Steel, una empresa fundadora del siglo industrial estadounidense en 1901, vuelve al centro del debate más de un siglo después. Quizás esta vez, no por lo que produce, sino por lo que representa: la lucha por el alma económica de América.

“La pregunta no es si Trump intervino demasiado... sino si algún futuro presidente debería tener tanto poder sobre una empresa pública en una economía capitalista”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press