Estados Unidos en una encrucijada: protestas, orgullo y poder militar en 2025

Entre manifestaciones LGBTQ+, exhibiciones militares y liderazgo global en crisis, una semana en Washington refleja la polarización de una nación dividida

Por qué una sola semana puede mostrar la esencia –y fracturas– de Estados Unidos en 2025. Eso es justamente lo que ocurrió en Washington D.C., con eventos que contrastaron radicalmente en tono, mensaje y propósito. Por un lado, la marcha del World Pride reunía a miles para celebrar la inclusión y la diversidad. Por otro, un desfile militar conmemoraba el 250º aniversario del Ejército de Estados Unidos bajo una narrativa de fuerza y orden. Situaciones enfrentadas pero altamente simbólicas, que encapsulan la lucha de identidades y valores en la nación estadounidense bajo el segundo mandato de Donald Trump.

Una semana, dos visiones del país

En el espacio de pocos días, Washington se vio colmada por banderas arcoíris y camuflaje militar. La Marcha del Orgullo Mundial llevó a miles de personas a la explanada del National Mall para defender los derechos LGBTQ+. En contraste, durante el fin de semana siguiente, la misma ciudad fue escenario de una imponente exhibición de poder militar, en honor al aniversario número 250 del Ejército de Estados Unidos, coincidiendo con el cumpleaños del presidente Trump, quien advirtió que cualquier protesta sería enfrentada con "fuerza muy pesada".

David Begler, un hombre gay de Filadelfia de 58 años, manifestó durante el Pride: “Quiero que enviemos un mensaje a la Casa Blanca para que se enfoque en elevarnos unos a otros en lugar de dividirnos”. Una visión que choca con la de Trump, quien ese mismo fin de semana expresó: “La gente que protesta odia a nuestro país y será enfrentada con gran fuerza”.

Las tensiones son claras: ¿Cómo puede una democracia albergar tan distintos ideales? ¿Puede el orgullo coexistir con el poderío militar?

Historia que se repite: de Vietnam a Texas

Estados Unidos ha transitado crisis similares. Las protestas contra la Guerra de Vietnam en los años 60 y 70 forjaron lo que hoy conocemos como activismo cívico moderno. Un punto crítico fue la masacre de Kent State en 1970, cuando la Guardia Nacional mató a cuatro estudiantes que protestaban pacíficamente. El presidente Jimmy Carter eventualmente indultaría a más de 200,000 objetores de conciencia que evadieron el servicio militar.

Hoy, ecos similares resuenan. En Texas, el gobernador republicano Greg Abbott desplegó más de 5,000 elementos de la Guardia Estatal para contener lo que denominó "una amenaza": las marchas del "Día de la Desobediencia Sin Reyes", una protesta nacional contra las políticas antiinmigrantes del gobierno federal.

Activistas en Los Ángeles confrontaron a militares desplegados, exigiéndoles que se "avergüencen" de enfrentar a civiles que defienden derechos. La pregunta se reitera: ¿puede el patriotismo incluir el deber moral de protestar?

Washington: epicentro de la expresión democrática

Washington, D.C. ha sido, desde siempre, el lugar donde las voces disidentes encuentran eco. Desde la marcha del Batallón de Bonificación en 1932 hasta la memorable Marcha sobre Washington de 1963 encabezada por Martin Luther King Jr., la capital representa el escenario de la lucha por derechos, justicia y memoria.

Más recientemente, acogió la Marcha del Millón de Hombres en 1995 y la multitudinaria marcha de mujeres en 2017 tras la primera investidura de Trump. Es también hogar de monumentos dedicados a la Segunda Guerra Mundial, Corea y Vietnam, así como museos que documentan el Holocausto y la historia afroamericana.

“Me contradigo, sí, me contradigo. Soy vasto, contengo multitudes”, escribió Walt Whitman en su poema I Hear America Singing. Y nada refleja mejor esa paradoja que la convivencia de una marcha del orgullo y un desfile militar en el mismo espacio y misma semana.

El factor Trump en la política exterior

Mientras las tensiones internas hierven, el liderazgo de Trump también enfrenta resistencias fuera de las fronteras. En la antesala de la cumbre del G7 en Kananaskis, Canadá, múltiples líderes mundiales han comenzado a plantar cara al estilo autoritario del presidente estadounidense.

Según Jeremy Shapiro, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, se observa un cambio: “Trump está cada vez menos intimidante, y los líderes extranjeros lo saben. Perciben que muchas de sus amenazas son vacías”. De los 22 casos documentados en los que Trump ha amenazado públicamente con uso de fuerza militar desde su primer mandato, solo dos se concretaron.

El Primer Ministro canadiense Mark Carney fue contundente: “Estados Unidos ya no es la fuerza predominante en el mundo”.

En paralelo, el presidente francés Emmanuel Macron manifestó en una conferencia en Singapur: “Cooperaremos con EE.UU., pero no aceptaremos ser instruidos cada día sobre lo que está o no permitido”.

Una democracia con dos almas

La disyuntiva de Estados Unidos no es nueva, pero se ha intensificado. A medida que se celebran marchas que promueven la tolerancia y actos que exaltan una visión rígida del nacionalismo, el país parece navegar una crisis de identidad.

Según la Encuesta Pew Research 2024, el 68% de los estadounidenses consideran que el país está más dividido que nunca. El mismo estudio muestra una clara polarización respecto al rol del gobierno federal: mientras que el 79% de los demócratas cree que debe promover la igualdad, apenas un 34% de los republicanos lo considera así.

Este clima se reflejó claramente en las elecciones de Virginia, donde los candidatos demócratas para procurador general no centraban su discurso en sus rivales, sino en una consigna común: oponerse frontalmente a Trump.

Jay Jones, candidato a fiscal estatal, lo resumió así: “El trabajo del fiscal es proteger a los virginianos. No entiendo por qué Jason Miyares no persigue judicialmente a un presidente que viola esa seguridad”.

¿Puede soportarlo la república?

El futuro de Estados Unidos parece depender de un tira y afloja constante: inclusión vs. exclusión, integración vs. militarización, protesta vs. represión. En esta dinámica tensa, el país continúa debatiendo su alma. Muchos se preguntan: ¿sigue siendo posible el "e pluribus unum" en un país cuya clase política y población parecen cada vez más empujadas hacia los extremos?

En esa semana de junio de 2025, donde la capital fue testigo de danza, desfile y desobediencia, el país no solo mostró sus colores sino también sus grietas. Y quizás esa sea, paradójicamente, la mayor fortaleza de la democracia estadounidense: su capacidad de reflejar, aunque incómodamente, su compleja y contradicha verdad.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press