La Doctora Susan La Flesche: Una Pionera Indígena que Sanó más Allá del Cuerpo
Primera médica nativa en EE.UU., convirtió su vocación en un legado transformador para su tribu y generaciones futuras
La primera médica indígena de Estados Unidos
La historia de la Dra. Susan La Flesche Picotte es profundamente inspiradora, y aunque por décadas fue ignorada por la historia oficial, hoy es reconocida como una verdadera pionera no solo en la medicina, sino también en la justicia social y la autodeterminación indígena. En 1889, se convirtió en la primera mujer nativa en obtener un título de medicina en Estados Unidos, un logro extraordinario si se considera el contexto histórico y cultural.
Nacida en 1865 en una tipi ubicado en la reserva Omaha en el noreste de Nebraska, Susan fue testigo de la indiferencia del sistema de salud hacia su gente. En su niñez, presenció cómo una paciente indígena agonizaba mientras un médico blanco se negaba a atenderla. Esa escena, desgarradora e injusta, la marcó para siempre.
Educación con propósito
Hija del jefe Joseph La Flesche, el último líder reconocido oficialmente de la tribu Omaha, Susan fue criada bajo la convicción inquebrantable de que la educación era un medio vital para levantar a su pueblo. Su familia, de ascendencia mixta Omaha y europea, creía profundamente en la integración cultural y la autonomía.
Con el apoyo de donantes cuáqueros y grupos presbiterianos, Susan estudió en el Hampton Institute (hoy Universidad Hampton), una institución históricamente afroamericana que aceptaba estudiantes indígenas. Posteriormente, se matriculó en el Women’s Medical College of Pennsylvania, graduándose con honores en 1889, primera de su clase.
“Lo que ella logró ocurrió en pleno auge de la era victoriana, cuando la vara para las mujeres blancas era bajísima… y para las mujeres indígenas, simplemente no existía”, señaló Joe Starita, autor del libro A Warrior for the People.
Regresar para sanar
Rechazando ofertas de trabajo prestigiosas en la costa este, Susan decidió regresar a la reserva Omaha, donde tomó un rol activo como única doctora disponible para atender a más de 1,200 personas—nativos y no nativos por igual—dispersos en un área de 3,300 kilómetros cuadrados.
Cabalgaba desde antes del amanecer, con temperaturas bajo cero, para llegar a zonas remotas donde la enfermedad y la pobreza golpeaban con fuerza. En sus diarios, escribía frases como “demasiado cansada para comer” con una frecuencia apabullante.
El hospital que cambió vidas
Convencida de que se necesitaba una infraestructura médica adecuada, Susan lideró una campaña de recaudación de fondos y logró obtener $9,000 en donaciones (una suma significativa para la época). En 1913, inauguró el Presbyterian Memorial Hospital en Walthill, Nebraska, el primer hospital construido en una reserva indígena.
El edificio tenía camas para 40 pacientes, una terraza del este para pacientes con tuberculosis y alojamientos para enfermeras. Su sala de operaciones, la mejor iluminada naturalmente, era también un espacio educativo. Más allá de las consultas médicas, Susan promovía la higiene, fundó la primera biblioteca infantil en la reserva e impartía clases dominicales.
Falleció en 1915 a los 50 años, dejando atrás una huella imborrable.
Resurrección de un legado
Hoy, más de un siglo después, su hospital ha sido restaurado como el Centro Dr. Susan La Flesche Picotte, un espacio multifuncional que honra su vida con servicios médicos, históricos y culturales. El proyecto reunió a descendientes de Susan, arquitectos, médicos y miembros de la comunidad Omaha y no Omaha.
La restauración tuvo un costo de más de $6 millones financiados por fundaciones privadas, el Departamento de Agricultura de EE.UU. y el Servicio Nacional de Parques. Desde un espacio para artistas, una tienda de regalos con productos conmemorativos y un área de incubadora empresarial, hasta una clínica médica de atención urgente, el centro busca continuar la labor integradora de Susan.
“Ella hizo todo esto antes de que las mujeres pudieran votar y cuando los indígenas ni siquiera eran considerados ciudadanos”, dijo Liz Lovejoy Brown, directora ejecutiva del centro.
La urgencia indígena hoy
La restauración del hospital no solo responde a un deseo simbólico, sino a una necesidad real. En el condado de Thurston, hogar de la reserva Omaha, más del 18% de la población vive en la pobreza. Su acceso a servicios especializados de salud es limitado. Además, se enfrentan a problemáticas sociales como el suicidio juvenil, el alcoholismo fetal y los diagnósticos tardíos de condiciones como el TEA y TDAH.
El nuevo centro contará con servicios esenciales de salud mental, asesoramiento social y atención médica general gracias a alianzas con el Munroe-Meyer Institute de la Universidad de Nebraska.
Más allá del hospital: una inspiración eterna
Además de exhibiciones interactivas sobre su vida, se restaurará una habitación antigua como era hace un siglo para que los visitantes puedan comprender mejor cómo era la interacción médica de principios del siglo XX. Se expondrán artículos personales de Susan, como su maletín médico y mocasines ceremoniales.
Una de las salas será un espacio de lectura para niños, representando simbólicamente el segundo de los cuatro “cerros” de la vida indígena: infancia, niñez, adultez y vejez.
“Cuando estás en la cima del último cerro y miras hacia atrás, ves a tus hijos y los hijos de tus hijos pasando por la vida. En ese punto, puedes sentir que dejaste un legado”, compartió Lovejoy Brown, visiblemente emocionada.
La vida y obra de Susan La Flesche entrañan más que el relato de una doctora. Representan el coraje de una mujer indígena que enfrentó al racismo institucional, los prejuicios de género y la precariedad rural con una sola arma: el conocimiento, la compasión y el amor profundo por su gente.
La fuerza de ir contra la corriente
En lengua Omaha, la palabra “Omaha” se traduce como “contra la corriente”. Susan La Flesche Picotte vivió y murió con ese espíritu. Nadó contra la corriente política, cultural y médica de su época. Hoy, gracias a su legado, numerosos profesionales de origen indígena encuentran inspiración y, sobre todo, representación.
La medicina, la educación y el empoderamiento comunitario eran, para ella, las mejores formas de sanar no solo el cuerpo, sino también el alma de un pueblo. Y en pleno siglo XXI, su ejemplo continúa salvando vidas.
“Con la Dra. Susan, se ha dejado un legado enorme, no solo para su familia o su tribu, sino para todas las minorías del mundo.” — Liz Lovejoy Brown