Trump vs. California: La guerra sobre autos a gasolina, contaminación y libertad energética

Mientras Trump bloquea las normativas ecológicas de California, el futuro del automóvil en EE.UU. se convierte en territorio de batalla política

Un nuevo capítulo en la guerra climática: Trump frena la transición de California hacia los autos eléctricos

En un paso altamente simbólico y cargado de tensiones políticas, el expresidente Donald Trump firmó una resolución emitida por el Congreso que bloquea las reglas del estado de California para eliminar la venta de autos nuevos propulsados por gasolina para el año 2035. Esta medida representa mucho más que una simple directiva administrativa: expone el profundo desacuerdo entre enfoques federales y estatales respecto al cambio climático, la energía y la economía del futuro.

“Estas regulaciones son una locura”, declaró Trump en la Casa Blanca, reafirmando su oposición a las políticas de reducción de emisiones impulsadas por ese estado. Con esta firma, también enterró normas que se dirigían a reducir las emisiones contaminantes de camiones y eliminó progresivamente vehículos diésel de uso mediano y pesado.

California vs. Trump: un historial conflictivo

La firma del decreto se produce en un nuevo momento de tensión con California, cuyo gobernador, Gavin Newsom, no tardó en anunciar que el estado impugnará la decisión. “Si el día termina en Y, es otro día en la guerra de Trump contra California”, expresó su portavoz Daniel Villaseñor.

Durante años, California ha funcionado como un laboratorio de políticas ecológicas avanzadas. Desde la década de 1970, ha tenido el derecho de imponer normas de emisiones más estrictas que las federales, gracias a las exenciones concedidas por la Agencia de Protección Ambiental (EPA). Este margen permitió al estado adoptar normativas que ahora más de una docena de estados han replicado.

Pero Trump ya había intentado revocar estas prerrogativas estatales durante su primer mandato. Aunque el presidente Joe Biden las restableció en 2022, ahora Trump y los republicanos en el Congreso vuelven a arremeter.

¿Qué está en juego? Más que autos eléctricos

California representa el 11% del mercado automotor de EE.UU., por lo que sus decisiones tienen un efecto dominó a nivel nacional. Su plan preveía eliminar progresivamente la venta de autos nuevos a gasolina, impulsando a los fabricantes a adoptar la producción de vehículos eléctricos. En paralelo, exigencias más estrictas en camiones y plantas industriales aspiran a mejorar el aire en un estado conocido por su contaminación, especialmente en ciudades como Los Ángeles.

En contraparte, Trump argumenta que estas regulaciones dañan a los consumidores y a las pequeñas empresas. En su intervención, incluso bromeó sobre ser electrocutado a bordo de un barco eléctrico que se hunde y criticó las turbinas eólicas, asegurando que “están matando al país”.

Libertad de elección vs. políticas medioambientales

“Esto nos da libertad”, declaró Bill Kent, propietario de la cadena de tiendas Kent Kwik. Según Kent, las exigencias de California habrían obligado a instalar infraestructura costosa e improductiva. La Alliance for Automotive Innovation, que representa a la mayoría de fabricantes de autos, celebró la decisión de Trump y señaló que los objetivos de venta de vehículos eléctricos eran “inviables y totalmente alejados de la realidad”.

Sin embargo, para grupos ambientalistas y gran parte de la comunidad científica, estas medidas de reversión son una regresión grave. “Esta maniobra es otra traición de Trump a la democracia y un regalo a las grandes petroleras y automotrices”, dijo Dan Becker del Center for Biological Diversity.

La contradicción de la política energética de EE.UU.

Trump ha jurado reactivar la producción petrolera y gasífera interna y muchas de sus decisiones van en esa línea. Recientemente, su administración también propuso derogar normas sobre emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de centrales eléctricas de carbón y gas natural.

Pero estos pasos van directamente en contra de los compromisos internacionales asumidos por EE.UU. para combatir el cambio climático. Al bloquear California, uno de los actores más activos en la transición verde, se disminuye significativamente la capacidad nacional de reducir su huella de carbono.

Datos de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) confirman que el transporte representa casi el 29% de las emisiones de gases de efecto invernadero en EE.UU., más que cualquier otro sector. Reducir las emisiones mediante el reemplazo de autos a gasolina por modelos eléctricos es esencial si se quiere cumplir con los objetivos de reducción de emisiones para 2050.

¿Un retroceso temporal o una señal duradera?

Los continuos vaivenes legales, dependientes del presidente en funciones, ponen en evidencia la necesidad de una política energética federal clara y estable. Durante la presidencia de Biden, EE.UU. se comprometió a que la mitad de las ventas de autos nuevos fueran eléctricos para 2030. Pero si Trump vuelve al poder, todo ese marco puede ser desmantelado.

El politólogo David Vogel, autor del libro “California Greenin’”, explica que “California es una anomalía. Funciona como una nación-región con capacidad económica y liderazgo ambiental por encima del promedio nacional. Pero incluso para California, es difícil implementar regulaciones sin la cooperación federal.”

La industria automotriz en medio del conflicto

Curiosamente, algunos fabricantes como General Motors o Ford han mostrado predisposición a transitar hacia una matriz energética más limpia, incluso adhiriéndose a los estándares de emisiones de California antes de ser derogados. Tesla, el gigante automotor propiedad de Elon Musk, ha ganado millones con la venta de vehículos eléctricos e incluso de créditos de emisiones a otras empresas.

En la ceremonia de firma, Trump, a pesar de sus diferencias con Musk, confesó: “Me gusta Tesla”. La frase puede sonar irónica, pero también refleja la creciente percepción de que el futuro de la industria va más allá de las actuales batallas políticas.

¿Una guerra política o una encrucijada civilizatoria?

Desde los tiempos de la Revolución Industrial, la humanidad ha apostado por los combustibles fósiles como fuente de progreso. Pero en la actualidad, esta dependencia amenaza con poner en jaque la estabilidad climática del planeta.

Mientras California lucha por liderar un cambio, basado en normas, desarrollo tecnológico y protección ambiental, Trump defiende una visión ligada al petróleo, la libre empresa y el rechazo al intervencionismo estatal.

¿Quién ganará en esta encrucijada? ¿Puede un estado imponer su camino en un país tan federalista como Estados Unidos? ¿Puede EE.UU. cumplir con sus compromisos climáticos si una de sus principales figuras políticas promueve el petróleo y desacredita la energía renovable?

Lo cierto es que, más allá de votaciones y decretos, lo que se debate hoy en la Casa Blanca y en Sacramento es el tipo de sociedad que legaremos a las generaciones futuras: una en la que la innovación y sostenibilidad se impongan, o una que siga aferrada a una era que nos ha traído progreso pero también crisis ambiental.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press