Charles Rangel y Medgar Evers: Dos legados, una lucha inquebrantable por la justicia

En medio de una revalorización histórica, las figuras de Charles Rangel y Medgar Evers siguen inspirando, entre homenajes y ataques políticos a su legado.

El león de Harlem reposa en la historia

Charles Rangel, veterano de la Guerra de Corea y uno de los legisladores afroamericanos más influyentes de la historia moderna de Estados Unidos, fue despedido recientemente con honores en el Ayuntamiento de Nueva York, donde su cuerpo yacía en capilla ardiente. Apodado el “León de Lenox Avenue”, Rangel representó a Harlem durante casi cinco décadas, como miembro clave del Congreso y fundador del Congressional Black Caucus.

Sus contribuciones al desarrollo de políticas sociales, fiscales y de derechos civiles lo colocaron como una figura central de la política estadounidense del siglo XX y principios del XXI. “Fue un patriota, héroe, estadista, líder, pionero, agente de cambio y campeón de la justicia”, declaró Hakeem Jeffries, líder demócrata en la Cámara de Representantes, durante el anuncio de su fallecimiento a los 94 años.

Su funeral, celebrado en la Catedral de San Patricio en Manhattan, representa más que un rito de despedida; es un recordatorio de las luchas por representación, equidad y justicia social que definieron no sólo su vida, sino también la de otras leyendas como Medgar Evers.

Rangel y los Gigantes de Harlem

Charles Rangel fue parte del llamado "Gang of Four", un grupo de líderes afroamericanos de Harlem que marcó la política neoyorquina desde los años 70. Junto a él estuvieron David Dinkins (el primer alcalde negro de Nueva York), Percy Sutton (ex presidente del condado de Manhattan) y Basil Paterson (ex secretario de Estado de Nueva York y padre del gobernador David Paterson).

Estos líderes consolidaron un poder político y social sin precedentes para la comunidad afroamericana en Estados Unidos, y lo hicieron desde una época plagada de tensiones raciales y profundas desigualdades.

El legado de Medgar Evers: del campo de batalla a la lucha por los derechos civiles

Mientras Rangel abría caminos en la política, otro héroe afroamericano, Medgar Evers, arriesgaba su vida tanto en el extranjero como dentro del país. Evers, veterano de la Segunda Guerra Mundial, sirvió en el legendario Red Ball Express, una unidad mayoritariamente afroamericana encargada de hacer llegar insumos a las tropas aliadas luego del desembarco de Normandía.

Tras la guerra, Evers regresó a Misisipi para liderar la lucha contra el racismo estructural como secretario de campo de la NAACP. Organizó protestas, lideró boicots, y desafió la segregación en restaurantes, escuelas y hasta playas, enfrentando amenazas constantes por parte del Ku Klux Klan y otros grupos supremacistas. Fue asesinado en 1963 por Byron De La Beckwith, miembro del White Citizen’s Council y del KKK, en un crimen que estremeció al país.

Un barco, un nombre, una batalla por la memoria

En 2011, el nombre de Medgar Evers fue inmortalizado en el mar con el bautismo del USNS Medgar Evers, un buque de carga seca lanzado en San Diego que posteriormente participó en ejercicios de la OTAN y recorrió mares de todo el mundo. Fue su viuda, Myrlie Evers, quien lo bautizó, emocionada de que su esposo finalmente tendría un homenaje duradero. “Ya no tendré que irme a dormir preguntándome si alguien recordará quién fue Medgar Evers”, expresó entonces.

Sin embargo, más de una década después, ese honor parece amenazado. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, propuso recientemente renombrar varios barcos de la Armada estadounidense que llevan los nombres de figuras progresistas y de derechos civiles —incluyendo a César Chávez, Harvey Milk, Ruth Bader Ginsburg y Harriet Tubman— bajo una campaña para “restaurar el ethos guerrero” del ejército y eliminar influencias del “wokeismo”.

¿Memoria histórica o revisionismo?

Reena Evers-Everette, hija de Medgar Evers y firme defensora de su legado, reaccionó con contundencia: “Renombrar el USNS Medgar Evers no solo es malicioso —es despreciable... como dijo mi madre: ‘Esto es una injusticia hacia un hombre que luchó por su país, tanto aquí como en el extranjero’”.

Este intento de revisionismo ha encendido un debate nacional acerca de la memoria histórica y el valor simbólico de los nombres en el imaginario colectivo. ¿Puede un país que presume de sus ideales democráticos borrar así a quienes murieron luchando por ellos en su expresión más auténtica?

Trump, Gipson y la agenda conservadora

Este giro hacia la "despolitización" de la historia también se refleja a nivel estatal. En Mississippi, el comisionado de Agricultura Andy Gipson, autodefinido como “conservador fiscal probado” y “aliado de Trump”, ha anunciado su candidatura a gobernador para 2027.

Gipson no solo ha reafirmado su lucha contra la regulación ambiental progresista, sino que representa el ala del partido republicano que busca reescribir símbolos públicos, desde libros hasta nombres de barcos, en función de una visión conservadora del patriotismo. En este contexto, la propuesta de rebautizar al USNS Medgar Evers tiene un significado más amplio: es parte de una batalla cultural que intenta moldear la memoria colectiva de Estados Unidos.

¿Qué sacrificios honramos?

Es irónico que, aunque el propio Donald Trump reconoció a Medgar Evers como “un gran héroe estadounidense” durante la inauguración del Museo de Derechos Civiles de Mississippi en 2017, bajo su influencia hoy se cuestionen los homenajes a figuras como él. Peor aún, el nombre de Evers fue retirado de una sección del sitio web del Cementerio Nacional de Arlington en 2023, donde antes se honraban a afroamericanos veteranos.

Según informes, esta omisión fue parte de una revisión administrativa sin intenciones discriminatorias, pero muchos —incluida la familia de Evers— lo ven como un patrón preocupante que se repite.

Héroes sin estatua pero con legado

Tanto Medgar Evers como Charles Rangel combatieron en guerras: el primero contra el nazismo y el racismo, el segundo contra la pobreza y el olvido institucional. Sus batallas fueron distintas pero igual de cruciales. Y aunque es posible que las estatuas se derriben, los barcos se renombren y las páginas se rehagan, lo que no puede borrarse es el impacto de sus vidas.

Como dijo Myrlie Evers: “La USNS Medgar Evers no fue nombrada para hacer una declaración política. Fue nombrada para reflejar una verdad más profunda: que la libertad no es gratuita, y algunos estadounidenses han pagado un precio muy alto por ella”.

En un mundo donde la historia a menudo se reescribe según quién esté en el poder, defender los nombres de quienes desafiaron la injusticia se convierte en una obligación moral. Y hoy, más que nunca, necesitamos recordar quiénes fueron los pioneros que hicieron que la democracia significara algo más que un lema vacío.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press