¿Quién protege realmente a los atletas universitarios? El debate sobre el futuro de los deportes universitarios en Estados Unidos

El Congreso debate una nueva ley sobre deportes universitarios mientras atletas y expertos cuestionan si se está priorizando a los estudiantes o al poder institucional.

Una batalla política con atletas en el centro

En el Congreso de Estados Unidos se cocina una nueva legislación sobre deportes universitarios que, como era de esperarse, ha encendido las diferencias entre demócratas y republicanos. Este nuevo proyecto busca establecer un estándar nacional para los pagos relacionados con el nombre, imagen y semejanza (NIL) de los atletas, justo cuando la NCAA comienza a implementar cambios históricos tras varios reveses legales.

El trasfondo político de esta reforma legislativa revela una disputa profunda: mientras los republicanos buscan estabilizar el sistema con un marco regulador único, los demócratas denuncian que se estaría retrocediendo en los derechos ganados por los atletas tras años de litigios. La pregunta clave es: ¿quién se beneficia realmente con esta legislación?

Los orígenes del debate: del amateurismo a los derechos comerciales

Durante décadas, la NCAA sostuvo un modelo de amateurismo que impedía a los atletas universitarios recibir compensación monetaria por su participación, a pesar de que las universidades y la propia NCAA generaban miles de millones de dólares anualmente sobre sus espaldas.

Esto comenzó a cambiar con la victoria de los jugadores en la demanda antimonopolio House v. NCAA, que resultó en un histórico acuerdo de $2.8 mil millones aprobado por un tribunal federal la semana pasada. Por primera vez, se permitirá que las universidades paguen directamente a los atletas, algo que hubiera sido impensable hace una década.

La postura de la NCAA: ¿protección o control?

Charlie Baker, presidente de la NCAA y exgobernador de Massachusetts, manifestó su apoyo al nuevo anteproyecto de ley. A juicio de Baker, el Congreso debe intervenir para asegurar la estabilidad del sistema universitario ante estos cambios transformadores.

La NCAA también ha solicitado exenciones antimonopolio limitadas para regular las transferencias, la elegibilidad de los atletas y las reglas competitivas internas. El argumento: sin estas regulaciones, el caos y la desigualdad entre instituciones podrían salirse de control.

Demócratas: “Un retroceso a los tiempos de la opresión deportiva”

Pero del otro lado de la sala, las críticas fueron feroces. La congresista Lori Trahan (D-Mass.), ex jugadora de voleibol en Georgetown, acusó a los republicanos de avanzar una legislación que “garantiza que los poderosos siempre ganen y los atletas siempre pierdan.”

“Por segundo año consecutivo, este comité ha propuesto una legislación partidista que protege a los señores del deporte universitario a costa de los estudiantes”, dijo Trahan. Según la congresista, si este proyecto se aprueba, dejaría sin efecto las herramientas legales que los atletas han utilizado para recuperar sus derechos en los últimos años.

Ramogi Huma, la voz de los jugadores

Ramogi Huma, director ejecutivo de la National College Players Association y testigo clave durante la audiencia legislativa, defendió las prácticas actuales de los colectivos NIL, que permiten que fondos privados, usualmente provenientes de exalumnos o patrocinadores, compensen directamente a los atletas.

“Los colectivos representan el libre mercado en acción”, dijo Huma. “Antes de que los jugadores tuvieran derechos NIL, estos mismos fondos solo podían donarse a los departamentos atléticos. Ahora, los jugadores tienen el poder de decisión, y eso es progreso.”

¿Colectivos NIL o ‘pago por jugar’ encubierto?

No todos ven los colectivos como una solución. Representantes de conferencias universitarias, como William King, vicepresidente asociado de la Southeastern Conference (SEC), criticaron duramente estos mecanismos, llamándolos “falsos NIL” o directamente formas de pago por desempeño disfrazado.

Según King, la creación de estándares nacionales ayudará a acabar con las inequidades actuales entre estados, ya que actualmente cada jurisdicción tiene sus propias normas sobre NIL, generando un terreno de juego profundamente desigual.

Un proyecto con futuro político incierto

En Capitol Hill muchos dudan de que una legislación de este tipo logre pasar el filtro del Senado, que requeriría al menos 60 votos a favor. Tom McMillen, exjugador de baloncesto profesional y excongresista demócrata, fue claro: “Hay una brecha filosófica real. No sé si van a lograr convencer a suficientes demócratas.”

Incluso dentro del comité republicano, el presidente del subcomité, Gus Bilirakis (R-Fla.), reconoció que “escuchará sugerencias legítimas” y se mostró dispuesto a negociar modificaciones para obtener un consenso más amplio.

El impacto de la ley NIL hasta ahora

Desde que se permitieron los pagos por nombre, imagen y semejanza en 2021, los ingresos NIL han cambiado radicalmente el ecosistema deportivo universitario. Según la firma ON3, especializada en evaluar el valor NIL de los atletas:

  • El valor promedio de un atleta NCAA en 2023 fue de $3,000 a $5,000 por mes.
  • Estrellas como Bronny James (USC) y Shedeur Sanders (Colorado) alcanzan valores NIL estimados de más de $2 millones anuales.

Sin embargo, la falta de un marco legal coherente ha generado problemas como reclutamiento fraudulento, incumplimiento de contratos y, en algunos casos, explotación financiera de los atletas.

La brecha de género en NIL y el camino judicial

Otra crítica clave al sistema NIL y al reciente acuerdo judicial es su impacto desigual en atletas femeninas. Esta semana, un grupo de deportistas mujeres apeló el fallo del caso House v. NCAA, argumentando que viola la ley federal por discriminación de género.

Y no se trata de una preocupación menor. Datos del proyecto NIL Tracker de ESPN muestran que el 90% de los contratos NIL más lucrativos han favorecido a atletas masculinos, con muy pocos programas universitarios impulsando visibilidad de deportes femeninos en igualdad de condiciones.

¿Qué quieren los atletas?

Huma y otros activistas sostienen que los atletas necesitan, ante todo, la libertad de negociar sus derechos individuales sin interferencia institucional. También piden sistemas más claros para:

  • Asegurar contratos NIL justos y transparentes.
  • Establecer una agencia independiente que supervise los acuerdos y evite abusos.
  • Crear fondos de salud a largo plazo para tratar lesiones deportivas una vez graduados.

El futuro incierto del deporte universitario

El modelo actual —mitad profesional, mitad amateur— es insostenible a largo plazo. Si bien la entrada del Congreso en esta discusión puede sentar bases uniformes, muchos temen que también represente un retroceso en los avances conseguidos por atletas en materia de derechos civiles, económicos y personales.

Para millones de jóvenes en EE. UU., el deporte universitario sigue siendo una vía de escape, una oportunidad y hasta un sueño. Pero también se mantiene como un negocio multimillonario en el cual los verdaderos protagonistas, los deportistas, aún luchan por definir su rol.

La pregunta que mueve este debate no es técnica ni financiera, es esencialmente ética: ¿Queremos un sistema universitario que eduque y empodere o uno que explote bajo disfraces legales?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press