Rasgos de una Nación Dividida: Las Protestas Antiinmigración que Sacuden a Estados Unidos

El despliegue de la Guardia Nacional, redadas masivas de ICE y la resistencia civil: ¿hacia dónde se dirige la política migratoria estadounidense?

Por: Carlos J. Velázquez

Una nación bajo tensión: las redadas de ICE que reavivan heridas profundas

Estados Unidos vive, una vez más, momentos de efervescencia social y confrontación política. Las recientes redadas orquestadas por la Agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) en múltiples ciudades —incluyendo Los Ángeles, San Antonio y Nueva York— han sido el catalizador de intensas protestas ciudadanas. Las imágenes de policías montados, manifestantes empuñando pancartas y gases lacrimógenos en el centro de Seattle evocan recuerdos imborrables de 2020. Esta vez, sin embargo, el epicentro está en la política migratoria del presidente Donald Trump, quien ordenó no solo la continuación de las redadas, sino también el despliegue de tropas de la Guardia Nacional y marines.

Redadas coordinadas: una operación a gran escala

Las redadas llevadas a cabo entre el 8 y el 11 de junio de 2025 afectaron principalmente a trabajadores indocumentados en sectores como los lavaderos de autos, la construcción y la agricultura. Según el Department of Homeland Security, más de 4,500 personas fueron detenidas en los primeros tres días de operación, convirtiéndose en la mayor redada migratoria desde las que se realizaron bajo la administración Bush en 2008.

Las acciones iniciadas en Los Ángeles fueron replicadas rápidamente en otras ciudades de California, así como en Texas, Nueva York y el estado de Washington. En San Antonio, por ejemplo, se registró la detención de familias enteras originarias de Cuba y Honduras tras presentarse en una corte de inmigración.

La respuesta de la calle: protestas masivas

La reacción ciudadana no se hizo esperar. Miles de personas se congregaron frente a centros de detención federales, como el Metropolitan Detention Center en Los Ángeles. Aunque la mayoría de las protestas han sido pacíficas, algunas se tornaron tensas: hubo enfrentamientos con la policía en la autopista 101, uso de proyectiles no letales y bombas de estruendo.

"Estamos aquí porque nuestros vecinos, nuestros amigos, están siendo secuestrados por el gobierno", señaló Mariana Rodríguez, activista de la organización sin fines de lucro Immigrant Justice Now. "No podemos permitir que esto se normalice".

En Nueva York, manifestantes llevaron pancartas con lemas como "Nadie es ilegal en tierra robada" y "Abolir ICE". Mientras tanto, en Seattle, se reportó el uso de gas pimienta para dispersar a una multitud frente al edificio federal Henry M. Jackson.

¿Quiénes están en el ojo del huracán?

Entre los casos que más han conmovido se encuentran los testimonios de Kimberly y Jaslyn Hernández, hijas de un trabajador de car wash detenido en Culver City. "Mi papá solo quería que tuviéramos un futuro. Ahora no sabemos si volveremos a verlo", dijo Kimberly entre lágrimas durante una conferencia de prensa frente a la alcaldía local.

En menos de una semana, se ha documentado la detención de más de 50 trabajadores migrantes en lavaderos de autos del sur de California, según datos recopilados por el centro de derechos laborales Clean Car Coalition.

El despliegue militar: ¿una respuesta desproporcionada?

La decisión de Trump de movilizar tropas de la Guardia Nacional y marines a varios puntos de estados como California y Texas ha sido duramente criticada. La Casa Blanca argumenta que tales medidas son necesarias para garantizar la seguridad nacional y el cumplimiento de la ley.

No obstante, expertos en derecho constitucional han manifestado su preocupación ante lo que consideran un uso excesivo del poder ejecutivo. "Esto genera un precedente peligroso donde se militariza una situación que debería ser enfrentada desde una perspectiva civil y humanitaria", indicó el profesor Michael Sandel, catedrático de Harvard.

Históricamente, la Ley Posse Comitatus de 1878 prohíbe el uso de militares en funciones de autoridades civiles, salvo casos excepcionales. A pesar de ello, el gobierno ha buscado formas de legalizar el despliegue militar bajo el argumento de una "emergencia nacional".

Resistencias, apoyo... y una profunda polarización

Aunque muchas organizaciones y ciudadanos han manifestado su repudio a las redadas migratorias, especialmente en territorios con alto porcentaje de población hispana, también hay sectores que apoyan las políticas de Trump. "Estamos recuperando nuestro país", gritó un manifestante pro-Trump en una protesta arruinada por enfrentamientos en Santa Ana, donde portaba una camiseta con la leyenda “White Men for Trump”.

Esta polarización es patente en las redes sociales y en los medios. Mientras canales conservadores como Fox News celebran las medidas como “necesarias para proteger a nuestros ciudadanos”, medios progresistas como MSNBC y muchas plataformas latinas denuncian las operaciones como un acto de supremacismo institucionalizado.

Un gobierno firme en su postura

La administración del presidente Trump ha reiterado que las redadas continuarán, y que "la ley no hace excepciones”. Así lo expresó el Secretario de Seguridad Nacional, John Katz: "Cualquier persona que se encuentre de forma ilegal en este país será sometida a proceso y deportación".

Este mensaje fue reforzado cuando el mismo Trump, acompañado del Secretario de Defensa Pete Hegseth, visitó Fort Bragg para destacar “el rol diáfano de nuestras tropas en la defensa del orden.”

Se espera que la presencia militar sea extendida en las próximas semanas, especialmente en Los Ángeles y San Antonio, dos de las ciudades que más protestas han registrado.

El peso emocional y humano de una nación dividida

Más allá de las cifras y decisiones políticas, lo que se vive en Estados Unidos es una crisis humanitaria de gran magnitud. Con miles de familias separadas, niños que no saben si volverán a ver a sus padres y comunidades enteras sumidas en el miedo, el país se debate entre dos almas: la de sus ideales fundacionales como tierra de oportunidades, y la del cierre fronterizo y la exclusividad nacionalista.

"Soy estadounidense. Nací aquí. Pero vivo con miedo todos los días por mi madre, que no tiene papeles. Esta no es la libertad de la que me hablaron en la escuela", dice Valeria Martínez, una adolescente de 16 años de San Antonio durante una vigilia por los detenidos.

Mientras la política migratoria estadounidense se convierte una vez más en un campo de batalla ideológica, la pregunta que queda en el aire es: ¿qué tipo de país quiere ser Estados Unidos en el siglo XXI?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press