Academias policiales bajo calor mortal: el entrenamiento que mata a los aspirantes

Una mirada crítica al sistema de entrenamiento de policías en EE. UU., donde el calor y la negligencia institucional están cobrando vidas, especialmente entre los aspirantes afroamericanos.

Cuando el entrenamiento no es preparación, sino sentencia

En la última década, al menos 29 cadetes han muerto durante su formación en academias policiales de Estados Unidos. Para muchos, el sueño de servir y proteger se convirtió en una trágica pesadilla, sofocados por las consecuencias del calor extremo, la deshidratación y entrenamientos físicos implacables.

Las cifras son preocupantes: casi el 60% de los aspirantes fallecidos eran afroamericanos, una desproporcionada representación considerando que, según datos federales, solo el 12% de los policías en activo pertenecen a esta comunidad.

¿Qué está sucediendo en las academias?

Las muertes documentadas por la investigación revelan patrones comunes: entrenamientos físicos agotadores en el primer día, corridas bajo altas temperaturas, deshidratación y falta de control médico riguroso. En algunos casos, los ejercicios no solo resultan excesivos, sino obsoletos o irrelevantes para el desempeño policial real.

Traci Tauferner, una entrenadora atlética con años de experiencia trabajando con departamentos de policía, ha alzado la voz: “No podemos dejar que esto siga ocurriendo”. Tauferner hace un llamado urgente para incorporar una batería de recomendaciones orientadas a la prevención, como:

  • Detección temprana del rasgo falciforme (sickle cell trait), particularmente común entre afroamericanos.
  • Capacitación obligatoria para instructores sobre signos de golpe de calor e implicaciones del rasgo falciforme.
  • Adopción de protocolos de hidratación obligatorios y adecuación del entrenamiento al clima.
  • Cambios culturales que permitan a los reclutas reportar síntomas sin temor a represalias.

El rasgo falciforme: un riesgo silenciado

El rasgo falciforme —una alteración genética de la hemoglobina— no debe confundirse con anemia falciforme, pero puede ser mortal cuando un cuerpo es exigido al extremo. Este rasgo, presente en aproximadamente el 8% de los afroamericanos, ha estado vinculado con múltiples muertes en los entrenamientos intensivos.

En los programas deportivos universitarios de la NCAA, la implementación del test de $75 para detectar el rasgo redujo drásticamente las muertes. Aun así, las academias policiales siguen sin adoptar esta sencilla medida por falta de lineamientos nacionales o voluntad institucional.

Formación sí, pero no a cualquier costo: ¿cuál es el estándar?

Anna August, entrenadora atlética del Departamento de Policía del Condado de Fairfax en Virginia, cuestiona directamente el enfoque actual y la falta de regulación: “No existen estándares nacionales que guíen la formación policial. Hay demasiada variabilidad dependiendo de leyes estatales y prácticas locales.”

Uno de los ejercicios más comunes, la corrida cronometrada de 1.5 millas, fue criticado directamente por Tauferner: “[...] no representa lo que un oficial debe hacer en el trabajo [...] Es una tradición sin validez funcional.”

Un sistema desprotegido

La falta de personal médico capacitado durante las sesiones físicas es una constante. Mientras algunas academias cuentan con paramédicos o entrenadores atléticos listos para actuar ante una lesión, la mayoría simplemente no los tiene. La International Association of Directors of Law Enforcement Standards and Training (IADLEST) trabaja actualmente en nueva guía para evitar muertes, pero el consenso es difícil. Su subdirector, Brian Grisham, afirma: “Si logramos salvar solo un pequeño porcentaje, ya estamos haciendo algo importante.

Entre las propuestas planteadas por esta organización están:

  • Normas mínimas de condición física al ingreso y egreso de la academia.
  • Sistemas médicos obligatorios en sitio durante entrenamientos.
  • Capacitación en evaluación de riesgos de salud para instructores.

Racismo estructural disfrazado de exigencia física

El hecho de que los reclutas afroamericanos representen una mayoría abrumadora de las muertes no es solo una coincidencia médica derivada del rasgo falciforme. Es también reflejo de un racismo institucionalizado. ¿Por qué ellos están sobrerrepresentados en las víctimas? Porque también suelen estar sobrerrepresentados entre los jóvenes con menos acceso médico previo, menos preparación física guiada y entornos formativos más hostiles.

Según un reporte publicado por el National Institute of Justice, los aspirantes afroamericanos afrontan mayores tasas de eliminación, castigo e incluso agresiones físicas dentro de los centros de formación. Si esto no es un reflejo directo de discriminación sistémica, ¿qué lo es?

¿Cuál es el verdadero propósito de un entrenamiento policial?

En un contexto donde tanto se habla de “reformar a la policía” tras los casos de brutalidad policial y racismo institucional (como el de George Floyd), es imperdonable que las academias —el paso cero del sistema— todavía operen en condiciones anticuadas, riesgosas y discriminatorias.

En palabras del Dr. David Michaels, exsubsecretario de Trabajo para Salud Ocupacional, “La preparación excesiva que lleva a la muerte habla más de negligencia que de rigurosidad”. Proteger la vida de quienes están dispuestos a protegernos no debería ser una propuesta radical.

Una cultura que desprecia el cuidado

Lamentablemente, entre muchos cuerpos policiales estadounidenses persiste una peligrosa cultura de endurecimiento que equipara vulnerabilidad con debilidad. El recluta que muestra fatiga es visto como poco apto. El que se queja del calor es tratado como poco comprometido. El que necesita atención médica, como un 'problema'.

Esta masculinidad tóxica institucional cobra vidas. Y hasta que no se reforme también este aspecto cultural, ningún cambio logístico será suficiente.

¿Cómo avanzar?

Entre las ideas más viables para comenzar un cambio sistemático están:

  • Incorporar entrenadores atléticos obligatorios en todas las academias.
  • Implementar pruebas médicas previas y seguimiento constante.
  • Rediseñar el proceso de admisión para valorar la salud, no solo la fuerza.
  • Eliminar ejercicios irrelevantes y contextualizar la actividad física al entorno real del trabajo policial.
  • Crear entornos psicológicamente seguros para que los reclutas expresen necesidad de ayuda.

La vida de un cadete no debería ponerse en riesgo en nombre del orden o la disciplina. La preparación policial debe ser exigente, sí, pero también humana, científica y justa.

¿Qué tipo de sociedad somos si ni siquiera protegemos a quienes se preparan para protegernos?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press