Reducción de daños en festivales de música: ¿Un nuevo estándar para la seguridad del público?
Organizaciones como 'This Must Be The Place' están transformando los festivales al distribuir naloxona gratuita y educar a los asistentes en prevención de sobredosis
La multitud vibra al ritmo de la música, los escenarios iluminan la noche y decenas de miles de asistentes se desplazan entre bares temporales, puestos de comida y áreas de descanso. Esta es la escena habitual en festivales de música como Governors Ball, Lollapalooza o Besame Mucho. Pero hay un nuevo tipo de “activación” que comienza a cobrar protagonismo entre tacos veganos y bebidas exóticas: las mesas de reducción de daños.
Uno de los protagonistas es la organización This Must Be The Place, un colectivo sin fines de lucro con base en Ohio que distribuye gratuitamente naloxona (comercialmente conocida como Narcan) para revertir sobredosis por opioides. Además, ofrece una capacitación rápida de menos de dos minutos sobre su uso. Solo en 2024, esta organización repartió más de 46,000 dosis en festivales en todo Estados Unidos.
La normalización del consumo y la emergencia de la prevención
En palabras de Kameran Mody, exdirector del proyecto TACO (Team Awareness Combating Overdose): “la música y el uso de drogas son sinónimos el uno del otro”. Estas declaraciones, lejos de ser escandalosas, revelan una verdad incómoda pero tangible desde Woodstock hasta Coachella: los festivales son espacios donde el consumo de sustancias psicoactivas ocurre frecuente y abiertamente.
Frente a esta realidad, la prevención toma una nueva forma: ser parte del ecosistema festivalero, no enemiga de él. Los trabajadores y voluntarios de programas de reducción de daño como TACO se camuflan entre los asistentes, repartiendo Narcan y tiras reactivas para detectar fentanilo — sin el aval oficial de los organizadores, pero con un objetivo claro: salvar vidas.
En 2023, un voluntario de TACO en Coachella administró naloxona a un asistente que no respondía y exhibía signos de sobredosis. La persona recobró el conocimiento minutos después. Una intervención clandestina que evitó una tragedia.
De la criminalización a la aceptación
Hasta hace pocos años, iniciativas como estas eran objeto de regulaciones conflictivas. En estados como Tennessee, por ejemplo, las tiras reactivas eran clasificadas como “parafarnalia ilegal”, prohibiendo así su uso a pesar de su utilidad. Todo cambió progresivamente: en 2022, Tennessee despenalizó las tiras de fentanilo; a finales de 2023, otros 44 estados y el Distrito de Columbia ya habían seguido el mismo camino.
Además, en 2023 la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) aprobó la venta libre de naloxona en su formato nasal. Esta decisión fue un punto de inflexión en la emergencia de la salud pública por la epidemia de sobredosis, facilitando el acceso sin necesidad de receta médica.
“Ya no necesitamos que las leyes sobre recetas se modifiquen para permitir la distribución de naloxona”, explica Daliah Heller, vicepresidenta de iniciativas sobre prevención de sobredosis de la organización Vital Strategies. “Ahora es como comprar aspirina, está disponible en el mostrador”.
This Must Be the Place: de marginales a socios oficiales
William Perry e Ingela Travers-Hayward fundaron This Must Be The Place en 2022, enfrentándose inicialmente al rechazo de muchos festivales ante lo que consideraban una propuesta “controversial”. Pero una vez que lograron una alianza con festivales locales en el Medio Oeste, consiguieron ingresar a un coloso del entretenimiento: Bonnaroo, organizado por C3 Presents.
Hoy trabajan en colaboración con los equipos de seguridad y atención médica de 35 festivales importantes, ofreciendo su servicio no como una corrección, sino como un complemento a las estrategias médicas existentes. Su éxito cuantificable asciende a una distribución estimada de 4.5 millones de dólares en naloxona desde su fundación.
“No llegamos a estos festivales porque haya existido una tragedia”, aclaró Emmett Beliveau, director de operaciones de C3, “sino por la realidad en nuestras comunidades: las muertes por sobredosis se han disparado”.
Reducción de daños fuera de Estados Unidos
La tendencia no es exclusiva del país del norte. En un festival de música electrónica de tres días en Ciudad de México, el proyecto Checa tu Sustancia ofreció análisis anónimos gratuitos de drogas. Este proyecto fue impulsado por el Instituto RIA, que proporciona a los usuarios información detallada sobre sustancias detectadas, interacciones con otras drogas y recomendaciones de dosificación.
El enfoque: empoderar al consumidor a través de la información y el cuidado.
El problema de la responsabilidad legal
Entonces, ¿por qué no todos los festivales adoptan estas prácticas? La respuesta es compleja, pero gira en torno a una palabra: responsabilidad. Incorporar áreas de descanso para quienes han consumido drogas, u ofrecer pruebas químicas, a menudo implica enfrentarse al principio de que admitir el uso de drogas puede conllevar consecuencias legales o reputacionales.
“El problema es esta idea de la responsabilidad legal”, señala Daliah Heller. “Tendrían que existir leyes que liberen a los festivales de toda responsabilidad si se implementan estas medidas”.
Algunos festivales son tan cautelosos que ni siquiera permiten distribuir tiras de fentanilo por temor a “incentivar el consumo”. Un enfoque que contradice las recomendaciones de los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades), que ven estos instrumentos como herramientas de bajo costo y alta eficacia para reducir muertes por sobredosis.
El futuro: zonas de cuidado y normalización
Para Perry y compañía, el modelo ideal debe ir más allá de la distribución de dosis o materiales preventivos. Proponen establecer áreas de reducción de daños explícitas donde los asistentes podrían ser monitoreados por profesionales en caso de consumo excesivo, sin temor a ser sancionados.
“Nadie llega a estos espacios para arrestar o castigar. Llegan para garantizar que no mueras como resultado de una noche de diversión”, recalca Perry.
Pero esa normalización deberá recorrer aún un largo camino: cambiar leyes estatales, formar consensos entre promotores, educar al público y, sobre todo, vencer el estigma. Porque detrás de cada banda sonora festivalera hay una silenciosa emergencia de salud pública.
Estadísticas clave
- Más de 109,000 muertes por sobredosis se reportaron en EE. UU. en 2022, el 68% vinculadas al fentanilo.
- 46,146 unidades de Narcan distribuidas en 2024 por This Must Be The Place.
- 45 jurisdicciones de EE. UU. han despenalizado el uso de tiras reactivas para fentanilo.
El auge de la reducción de daños en festivales no solo salva vidas, sino que también legitima nuevas formas de convivencia cultural, donde la música y el cuidado colectivo no están reñidos, sino entrelazados en una misma nota.