Greta Thunberg, deportada de Israel: El activismo enfrenta a la política global
El arresto y deportación de la joven activista sueca tras su viaje en el Madleen rumbo a Gaza destapa una vez más las tensiones entre humanitarismo, geopolítica y libertad de expresión.
Greta Thunberg, la emblemática activista climática sueca, vuelve a estar en el centro del escenario internacional. Esta vez, no por discursos sobre el cambio climático ante líderes mundiales ni por sus huelgas escolares, sino por su participación en una misión humanitaria con destino a Gaza que fue interceptada por el ejército israelí el lunes 2 de junio de 2025.
La travesía del Madleen: un viaje cargado de simbolismo
La embarcación Madleen, un barco cargado con ayuda humanitaria para la población civil en Gaza, zarpó con 12 personas a bordo, entre ellas Thunberg, otros dos activistas y un periodista. Organizado por la Freedom Flotilla Coalition, este viaje buscaba visibilizar las necesidades urgentes del pueblo gazatí en medio del conflicto bélico con Israel y el bloqueo naval que sufre la Franja.
Sin embargo, a unos 200 km de la costa de Gaza, el barco fue interceptado por la marina israelí. Acompañado por buques militares, el Madleen fue desviado al puerto israelí de Ashdod. El martes siguiente, Thunberg fue deportada al considerar las autoridades israelíes que su participación constituía una provocación y violación al bloqueo marítimo vigente desde 2007.
¿Solidaridad o provocación?
El gobierno israelí calificó la operación como un “espectáculo publicitario”, especialmente por las figuras públicas involucradas. En una publicación en la red social X (antes conocida como Twitter), el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel ironizó: “El 'selfie yacht' de las celebridades navega seguro hacia las costas de Israel”.
Sin embargo, desde el punto de vista de los activistas, su presencia tenía un fin claro: protestar contra el asedio y las consecuencias humanitarias del conflicto que aqueja a Gaza desde hace más de una década. De acuerdo con la organización Freedom Flotilla Coalition, la misión del barco era entregar medicinas, alimentos y suministros médicos.
Un conflicto prolongado: Gaza bajo bloqueo
Desde que Hamás tomó el control de Gaza en 2007, Israel impuso un cerco marítimo, argumentando razones de seguridad para evitar que ingresaran armas a esa zona desde el mar. Esto ha sido criticado por numerosas organizaciones humanitarias, incluyendo Amnistía Internacional y Human Rights Watch, que señalan que dicho bloqueo afecta a la población civil y constituye una forma de castigo colectivo.
“El bloqueo ha convertido a Gaza en una prisión a cielo abierto para sus 2 millones de habitantes.” — Amnistía Internacional
Según cifras publicadas por Naciones Unidas en 2024, más del 80% de la población de Gaza depende de ayuda humanitaria para sobrevivir. Además, durante el último año, los ataques aéreos, cortes de electricidad y el desplome del sistema sanitario han agravado una situación ya crítica.
Thunberg, del cambio climático al activismo integral
Desde sus inicios con la huelga escolar por el clima en 2018, Greta ha ampliado su marco de activismo. En discursos en plataformas globales como el Foro Económico Mundial de Davos y la Asamblea General de la ONU, ha interpelado a líderes globales no solo por la inacción climática, sino también frente a crisis humanitarias conectadas con el deterioro ambiental y la desigualdad global.
En 2023, Greta fue arrestada en Alemania tras una protesta contra una mina de carbón y en 2024 participó en la COP29 en Dubái, denunciando la “hipocresía verde” de los países desarrollados que invierten en energías renovables mientras siguen respaldando empresas extractivas en el Sur Global.
Activismo bajo amenaza
La deportación de Thunberg es solo uno de los múltiples incidentes recientes que evidencian las crecientes restricciones a la protesta y el disenso globalmente. Según el informe global de CIVICUS Monitor en 2023, solo el 3,2% de la población mundial vive en países donde se garantiza plenamente la libertad de expresión y asociación.
En el caso israelí, organizaciones como Adalah —grupo legal que representó a los activistas detenidos en el Madleen— han denunciado detenciones arbitrarias, uso excesivo de la fuerza y restricciones legales a las protestas pacíficas, especialmente en contextos relacionados con Palestina.
El silencio de Europa y la reacción global
Mientras algunos gobiernos europeos han expresado preocupación por la situación humanitaria en Gaza, la respuesta institucional frente a la detención de ciudadanas europeas como Thunberg ha sido tibia. Fuera de un comunicado de la embajada de Suecia en Tel Aviv solicitando información sobre la activista, no se han registrado pronunciamientos oficiales contundentes condenando la deportación.
Estados Unidos, por su parte, respaldó la actuación de Israel, reafirmando su derecho a aplicar el bloqueo marítimo “por motivos de seguridad nacional”.
Greta y los márgenes del discurso dominante
El caso Thunberg pone sobre la mesa las tensiones entre derechos humanos, libertad de expresión y las políticas de seguridad de los estados. También plantea preguntas clave: ¿Puede el activismo cruzar las fronteras políticas sin enfrentar represalias? ¿Hasta qué punto el derecho internacional ampara a quienes buscan defender causas humanitarias desde la desobediencia civil?
En una reciente entrevista con el medio sueco Dagens Nyheter, Thunberg declaró:
“No podemos luchar contra el cambio climático ignorando las injusticias sociales. Gaza necesita más que hashtags; necesita solidaridad real.”
En este sentido, su viaje en el Madleen no solo fue un acto político, sino también un llamado de atención hacia la interconexión entre la crisis climática, los conflictos armados y las políticas extractivistas.
¿Y ahora qué sigue?
Tras ser deportada a Francia y posteriormente a su natal Suecia, Thunberg ha prometido que continuará “alzando la voz desde cualquier lugar del mundo”. El activismo, no cabe duda, se ha convertido en un fenómeno que traspasa nacionalidades y se mueve como red transnacional de resistencia y conciencia.
La historia de Greta y el Madleen no es un capítulo cerrado, sino posiblemente el inicio de una nueva estrategia de visibilización en alta mar —una táctica que recuerda a las campañas de Greenpeace en los años 80, cuando sus barcos interrumpían pruebas nucleares en el Pacífico.
¿Hasta dónde llegará esa ola nueva de activismo flotante? ¿Y cómo responderán los Estados? El mundo observa.
Y tú, ¿cómo interpretas la acción de Greta Thunberg? ¿Fue una provocación innecesaria o un acto de valentía en medio del silencio oficial? Puedes dejar tu opinión en los comentarios.