Místico, millonario y coercitivo: El oscuro mundo de OneTaste y la 'meditación orgásmica'

Cómo una empresa californiana de bienestar sexual pasó de ser un movimiento feminista revolucionario a un esquema de explotación y abuso

Un juicio que sacudió los cimientos del mundo del bienestar sexual

El pasado lunes, un jurado federal en Brooklyn declaró culpables a Nicole Daedone, fundadora de OneTaste Inc., y a Rachel Cherwitz, exdirectora de ventas, por cargos relacionados con trabajo forzado y conspiración. La decisión, tomada tras menos de dos días de deliberación en un juicio que duró aproximadamente un mes, pone fin a uno de los casos más controversiales y mediatizados sobre el abuso de poder en el contexto de movimientos de empoderamiento sexual femenino.

OneTaste comenzó su andadura en San Francisco en 2005 como una empresa que buscaba revolucionar la conexión interpersonal a través de la sexualidad, particularmente enfocándose en el empoderamiento femenino mediante el orgasmo. Su propuesta insignia, la llamada "meditación orgásmica", consistía en sesiones en grupo donde hombres estimulaban manualmente a mujeres durante 15 minutos bajo una estricta pauta ceremonial.

Durante años, fue presentada en los medios como una start-up innovadora con un enfoque progresista sobre la salud sexual y emocional. Sin embargo, detrás de esa fachada, se escondía un sistema coercitivo de control, abuso psicológico, explotación financiera y manipulación sexual.

De la iluminación al abuso: el giro perverso de OneTaste

La fiscalía demostró que tanto Daedone como Cherwitz construyeron un complejo sistema de adoctrinamiento que dependía de técnicas de manipulación emocional y explotación económica. Muchas de sus víctimas eran personas previamente vulnerables, con antecedentes de trauma sexual, que buscaban sanación y comunidad.

Bajo el pretexto de lograr un mayor estado de conciencia sexual y espiritual, estas mujeres eran forzadas a participar en actos sexuales con clientes e inversores, en ocasiones contra su voluntad. Se les inculcaba la noción de que el sacrificio y la transgresión de sus límites eran parte del camino hacia la libertad espiritual.

Como lo expresó un testimonio en el juicio: “Nos decían que debíamos superar nuestra resistencia, que si algo nos incomodaba era precisamente ahí donde estaba nuestra sanación”.

El imperio de Daedone y la expansión global

Durante la década de 2010, OneTaste se expandió rápidamente, abriendo centros en Los Ángeles, Londres y Nueva York. Atraía a figuras del mundo empresarial de Silicon Valley, clientes adinerados y entusiastas de las prácticas de «new age».

Incluso revistas reconocidas como The New York Times, Elle y Wired cubrieron favorablemente sus actividades, presentando a Daedone como una nueva voz del feminismo moderno y disruptivo.

OneTaste ofrecía programas de formación que podían costar desde unos $2,000 por talleres de fin de semana hasta $15,000 anuales por membresías exclusivas. Algunos cursos incluían retiros prolongados y ejercicios de “limpieza emocional”, donde los participantes eran alentados a compartir confidencias profundas —que luego se usaban como herramientas de manipulación.

¿Movimiento espiritual o culto capitalista?

Una de las acusaciones más graves es que OneTaste operaba como un culto con elementos similares a organizaciones coercitivas como NXIVM y Scientology. Elementos como el aislamiento social, las prácticas pseudoterapéuticas sin supervisión profesional, y la dependencia económica y emocional de los líderes, apuntaban a una estructura piramidal de control.

Especialistas en sectas y cultos como Steven Hassan han señalado que ha habido un aumento exponencial de movimientos similares en las últimas dos décadas, particularmente aprovechando la vacuidad institucional en la salud mental y espiritual.

Como explica Hassan: “Cuando las personas buscan sanación fuera de estructuras convencionales, se vuelven especialmente vulnerables a gurús carismáticos que ofrecen soluciones definitivas a problemas complejos”.

Abuso financiero: tarjetas de crédito y promesas incumplidas

Otra de las prácticas documentadas fue el abuso económico. Miembros transformados en empleados eran motivados a dejar sus estudios, trabajos o familias para dedicarse completamente a OneTaste. La empresa les prometía grandes compensaciones económicas, que casi nunca llegaban.

Para continuar con los cursos, muchas personas fueron obligadas a abrir tarjetas de crédito nuevas y endeudarse profundamente. Según el juicio, algunas incluso se vieron obligadas a pedir préstamos financieros personales y firmar contratos laborales abusivos.

“Nos decían que el dinero era una manifestación del deseo, y que si no podíamos pagar, era porque no estábamos alineadas con nuestro propósito”, testificó una exempleada de la organización.

La caída y el rebranding de un imperio

En 2017, Daedone vendió su participación en la empresa y, poco después, comenzó a desmantelarse la fachada mediática. A finales de 2018, tras una profunda investigación de Bloomberg Businessweek, comenzaron las pesquisas federales que terminaron en los actuales cargos judiciales.

Hacia 2019, OneTaste fue renombrada como Institute of OM Foundation, y alegó que las acusaciones eran producto de malentendidos religiosos y sexuales. El grupo continúa operando virtualmente y ofrece seminarios internacionales.

Sus actuales representantes insisten en que la práctica de consentimiento ha sido siempre un principio fundamental y que las acusaciones contra Daedone y Cherwitz no representan los valores actuales del instituto.

Un despertar crítico en la era del empoderamiento

Este caso se enmarca en una creciente toma de conciencia sobre cómo el lenguaje del feminismo, la espiritualidad y el empoderamiento sexual puede ser cooptado para camuflar sistemas de explotación. A medida que la sociedad se aleja de sistemas conservadores y busca nuevas formas de expresión individual, también aumenta la presencia de falsos profetas.

El juicio contra OneTaste nos obliga a preguntarnos: ¿Cómo diferenciar entre una comunidad transformadora y una organización manipuladora?

Y también lanza una advertencia a futuros movimientos: No todo lo que se presenta como liberador lo es realmente, y no todo lo que lleva el sello de 'feminista' o 'espiritual' está exento de la crítica o el escrutinio público.

En palabras de una de las testigos del juicio: “Vinimos buscando libertad, pero nos encontramos atrapadas en una versión sofisticada del abuso”.

Repercusiones futuras

El veredicto abre la puerta a numerosas demandas civiles. Grupos de exmiembros han anunciado la creación de una plataforma para ofrecer apoyo legal y psicológico. Al mismo tiempo, se espera que haya un efecto disuasorio hacia otras prácticas similares que rozan lo ilegal bajo el disfraz de bienestar sexual.

OneTaste ha servido tanto de advertencia como de espejo. Como movimiento y como empresa, explora el peligroso filo de querer sanar al mundo sin regulaciones ni responsabilidad. La historia de Nicole Daedone no termina con el veredicto, pero sin duda marca el fin de una era para una empresa que prometía libertad a través del placer —y terminó ofreciendo lo contrario.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press