El veto a atletas trans en deportes femeninos: ¿defensa de la equidad o discriminación disfrazada?

Dos adolescentes demandan la ley de New Hampshire y la orden ejecutiva de Trump mientras crece el debate en EE.UU. sobre la inclusión trans en el deporte escolar

Un debate nacional con implicaciones personales

En un silencioso rincón de New Hampshire, dos adolescentes han decidido desafiar tanto una ley estatal como una orden ejecutiva federal que les impide participar en deportes femeninos por ser chicas trans. Parker Tirrell, de 16 años, e Iris Turmelle, de 14, no solo se han convertido en las primeras en presentar una demanda contra la legislación local, sino también contra la orden firmada por el expresidente Donald Trump titulada “Mantener a los hombres fuera de los deportes femeninos.”

Aunque el caso avanza en los tribunales, una decisión judicial reciente les permite a ambas jugar en equipos femeninos mientras se resuelve su demanda. Lo que comenzó como un conflicto escolar ahora resuena en todo Estados Unidos, donde más de la mitad de los estados han introducido leyes similares que restringen el acceso de jóvenes trans a competiciones deportivas femeninas.

¿Qué dice la orden ejecutiva de Trump?

Firmada durante su mandato, la orden ejecutiva busca, según sus impulsores, defender la equidad en el deporte femenino prohibiendo que atletas trans compitan contra mujeres cisgénero. Su justificación: las diferencias fisiológicas debido al sexo asignado al nacer. Además, la orden instruye a las agencias federales a condicionar los fondos educativos y deportivos dependiendo del cumplimiento de esta visión.

Sin embargo, los abogados de Tirrell y Turmelle argumentan que esto constituye una grave violación de los derechos garantizados por el Derecho a la Igualdad consagrado en la Constitución, y por el Título IX, una ley federal que prohíbe la discriminación por razón de sexo en programas educativos que reciben financiamiento federal. Para ellos, negar el acceso a deportes femeninos a chicas trans representa una forma de exclusión basada en prejuicios más que en hechos científicos probados.

La posición del gobierno y su petición de desvincularse de la demanda

Recientemente, abogados del Departamento de Justicia han solicitado a un juez federal que desestime la parte de la demanda que involucra al expresidente y sus departamentos. Según argumentan, no se ha demostrado que las adolescentes corran un riesgo inmediato, ni que haya una amenaza real de aplicación de la orden ejecutiva en New Hampshire.

Richard Lawson, abogado del gobierno, escribió: “Los demandantes carecen de legitimación constitucional, y el riesgo que expresan es puramente especulativo.” En otras palabras, señalan que hasta ahora ninguna agencia ha amenazado con aplicar esta orden para recortar fondos en New Hampshire o a sus escuelas.

¿Un argumento respaldado por la ciencia o basado en temores?

El argumento principal detrás de estas medidas restrictivas es que las chicas trans tendrían una ventaja física sobre las competidoras cisgénero. Este punto ha sido objeto de debate científico y académico en años recientes, pero aún no hay un consenso definitivo que respalde plenamente esa afirmación.

  • Un estudio de 2021 realizado por la Universidad de Washington analizó el rendimiento de atletas trans en la NCAA y concluyó que tras un año de tratamiento hormonal, la ventaja física disminuye significativamente.
  • Sin embargo, quienes apoyan las restricciones subrayan que algunos efectos como la densidad ósea o el tamaño pulmonar pueden mantenerse incluso tras la supresión hormonal.

La propia Parker Tirrell ha declarado en entrevistas: “Soy menos musculosa que muchas chicas del equipo. No tengo una ventaja; si acaso, siento que tengo que esforzarme el doble por demostrar que merezco mi lugar.”

Por su parte, Iris Turmelle recuerda con humor que ni siquiera logró entrar al equipo de sóftbol en su primer intento: “Si hubiera tenido una ventaja, ¿no crees que me habrían aceptado?”

Una minoría en medio de una gran polémica

Según datos de 2022 del Instituto Williams, solo el 1.4% de adolescentes estadounidenses entre 13 y 17 años se identifican como transgénero, lo que representa unas 300.000 personas. A pesar de esa cifra relativamente pequeña, más del 50% de los estados estadounidenses han adoptado leyes que impiden su participación en deportes escolares según su identidad de género.

Esto ha convertido una cuestión íntima en un tema de gran carga política y mediática. Algunos gobernadores estatales y congresistas republicanos ven en estas iniciativas una forma de proteger el deporte femenino, mientras que activistas por los derechos LGBTQ+ las consideran un nuevo frente de discriminación institucionalizada.

¿Quién define “sexo” y “género” en Estados Unidos?

Una parte clave del conflicto es la interpretación legal del término “sexo” en el Título IX. Históricamente, este término se ha vinculado al sexo biológico, pero decisiones judiciales recientes, como el fallo de la Corte Suprema en Bostock v. Clayton County (2020), han ampliado su interpretación para incluir orientación sexual e identidad de género bajo el paraguas de la discriminación sexual prohibida.

Mientras la administración Biden ha favorecido esta visión inclusiva, la administración Trump adoptó lo que denominó una lectura biológica estricta. El choque entre estas interpretaciones ha creado un clima de incertidumbre jurídica para las escuelas, asociaciones deportivas y familias con adolescentes trans.

¿Y los efectos psicológicos?

Más allá del terreno legal y deportivo, este debate tiene un fuerte impacto emocional para jóvenes como Parker e Iris. Especialistas en salud mental alertan sobre el aumento alarmante de ansiedad, depresión e incluso intentos de suicidio entre adolescentes trans que experimentan rechazo, exclusión o discriminación sistémica.

Datos del Trevor Project en 2023 indican que el 54% de la juventud trans consideró seriamente el suicidio en el último año, y un 29% lo intentó. La exclusión en el ámbito escolar —incluyendo los deportes— es uno de los factores asociados al deterioro de su salud mental.

Participar en deportes no solo significa competir; para muchas chicas y chicos trans, es también una forma de integrarse socialmente, fortalecer la autoestima y desarrollar un sentido de pertenencia.

Reflejo de un país dividido

El litigio de New Hampshire es apenas una pieza más de un amplio mosaico de conflictos culturales, legales y políticos que polarizan a la sociedad estadounidense en torno a los derechos LGBTQ+ y la autoridad de los estados frente al gobierno federal.

Mientras algunos estados como California, Connecticut o Minnesota han adoptado legislaciones para proteger expresamente la participación de atletas trans, otros como Florida, Texas o Arkansas han introducido restricciones draconianas, incluso para el uso de baños o vestuarios escolares.

La decisión final del tribunal federal en el caso de Tirrell y Turmelle podría sentar un precedente crucial. ¿Debe primar la autodeterminación de identidad sobre los temores respecto al rendimiento físico? ¿Podrá el gobierno federal desempeñar un rol unificador o su ambigua posición solo profundiza la fragmentación?

¿Hacia dónde se dirige el futuro del deporte escolar?

En última instancia, este debate no solo se centra en quién compite en qué equipo, sino en qué tipo de sociedad aspira a ser Estados Unidos. La paradoja radica en que una política diseñada para “proteger a las mujeres” puede terminar excluyéndolas si no se reconoce la realidad y la experiencia de las mujeres trans.

Como dijo la adolescente Iris Turmelle en una entrevista: “Yo no quiero ser una pionera, no quiero ser un símbolo. Solo quiero poder jugar.”

Y esa, probablemente, sea la esencia de este conflicto: el derecho a vivir con dignidad, sin tener que convertir cada paso en una batalla legal.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press