Desfile militar en Washington: entre la celebración patriótica y la controversia política
El cumpleaños del Ejército de EE.UU. y del expresidente Trump desatan un evento sin precedentes que mezcla símbolos de poder, seguridad extrema y manifestaciones sociales
Washington se prepara para un evento monumental que despierta tanto admiración como quejas. Este sábado, la capital será escenario de un desfile militar de gran escala para celebrar el 250º aniversario del Ejército de los Estados Unidos, en coincidencia con el 79º cumpleaños del expresidente Donald Trump. Pero esta conmemoración ha desatado opiniones encontradas, tanto por su magnificencia como por su significado político.
Una celebración que cambió de escala
Originalmente, el festejo del aniversario del Ejército estaba planeado como una jornada conmemorativa modesta. Sin embargo, la participación activa de Trump alteró significativamente el alcance del evento. Contará con la exhibición de tanques M1 Abrams, obuses autopropulsados Paladin y miles de efectivos en las calles de Washington D.C.
Las autoridades han previsto una asistencia masiva. Mientras el Ejército estimaba unas 200,000 personas, el Servicio Secreto se está preparando para "cientos de miles". Se desplegarán más de 18 millas de cercas anti-escalada y se instalarán 175 detectores de metales en los distintos accesos al evento. Además, se utilizarán drones de vigilancia pese a que normalmente su uso está prohibido en el espacio aéreo de la capital.
¿Un desfile o un acto político?
Aunque oficialmente se trata de una celebración del Ejército, la participación protagónica de Trump transforma el evento en algo más. A juzgar por los preparativos y el tono, este desfile refleja más una demostración de poder político que una ceremonia castrense tradicional.
Los críticos no han tardado en señalar el paralelismo con los desfiles militares de corte autoritario. El evento ha sido calificado de ensayo monárquico por grupos opositores, quienes han convocado a una contramanifestación denominada "No Kings Rally", con destino a la Casa Blanca. Sus organizadores denuncian que este tipo de manifestaciones suponen una normalización del culto a la personalidad, algo preocupante en una democracia.
Seguridad con sello de Estado
El evento ha sido clasificado como un Evento Nacional de Seguridad Especial (NSSE, por sus siglas en inglés), una categoría que se otorga solo a actos como investiduras presidenciales o funerales de Estado. Esta clasificación conlleva una coordinación federal de alto nivel que involucra al FBI, la Policía del Capitolio, la Guardia Nacional del Distrito de Columbia y, por supuesto, al Servicio Secreto, que lidera la operación.
"Estamos preparados para cualquier escenario", aseguró Matt McCool, del Servicio Secreto. Pamela Smith, jefa del Departamento de Policía Metropolitana, advirtió sobre "impactos graves en el tránsito" y recomendó utilizar el Metro en lugar del automóvil para asistir.
Sin amenazas creíbles, pero con atención al descontento
El FBI informó que hasta el momento no hay amenazas creíbles sobre el evento, aunque reconocen que la tensión social actual en ciudades como Los Ángeles, donde se han producido enfrentamientos entre fuerzas del orden y manifestantes por temas migratorios, podría replicarse en Washington durante el desfile.
“Tenemos un plan robusto anti-desobediencia civil”, subrayó McCool. Las autoridades locales observarán detenidamente cualquier intento de boicot o manifestación disruptiva.
Un desfile con tanques: ¿gasto o inversión simbólica?
La polémica también ha girado en torno al costo logístico y financiero del desfile. Si bien no se han divulgado cifras oficiales, se especula que el transporte y exhibición de los tanques M1 Abrams (que pesan 60 toneladas) y los obuses Paladin representa varios millones de dólares. Esto ha despertado críticas de sectores del Congreso y de ciudadanos que consideran uso excesivo de fondos públicos para pompa personalista.
Por otro lado, defensores del evento, incluidos algunos residentes de barrios cercanos a bases militares, consideran que se trata de un merecido tributo a las fuerzas armadas que también promueve el patriotismo en tiempos polarizados.
Trump, estrategia comunicacional invisible pero eficaz
Donald Trump ha sido una figura omnipresente, aunque no necesariamente física, en muchos de estos preparativos. Desde su anuncio inicial de convertir el acto en un gran desfile hasta su implicación en la selección de vehículos y disposición del evento, su huella es capital.
Este evento ocurre además en un momento en el que Trump busca capitalizar apoyo de bases militares y electorados patrióticos de cara a elecciones futuras. “No debemos subestimar el uso simbólico de este desfile en un panorama político donde las emociones pesan tanto como las propuestas”, afirmó el analista político Robert Maguire en una entrevista para NPR.
Protestas, simbolismo y política: una mezcla siempre tensa
Los organizadores del “No Kings Rally” y otras marchas paralelas han prometido presencia pacífica pero firme. En un comunicado, expresaron:
“Nos oponemos al uso del poder militar con fines políticos y rechazamos que un desfile represente los intereses del pueblo cuando está diseñado para glorificar a una persona”.
Las autoridades han indicado que no se tolerará ningún tipo de alteración del orden. Sin embargo, el simple hecho de declarar que se espera “desobediencia civil” anticipa una jornada cargada, donde el simbolismo militar se verá confrontado con la protesta ciudadana.
Washington: una ciudad cada vez más acostumbrada al caos logístico
Para la capital del país, los grandes eventos son parte de su ADN. Pero el último año ha sido especialmente intenso. Desde protestas por temas raciales hasta manifestaciones por el aborto y los derechos laborales, cada evento ha puesto a prueba la capacidad de adaptación de la ciudad.
Lindsey Appiah, vicealcaldesa para seguridad pública, reconoce que los planes para el aniversario del Ejército “se volvieron mucho más grandes en muy poco tiempo”. Sin embargo, afirma que Washington se ha vuelto ágil frente a estas exigencias: “Somos una ciudad flexible y preparada”.
¿Un modelo a seguir o una advertencia?
El desfile del sábado podría convertirse en un precedente tanto logístico como político. Si bien algunos podrían verlo como un evento ejemplar de orgullo nacional, para otros representa una peligrosa instrumentalización de las fuerzas armadas.
El uso de tanques en plazas cívicas, la casuística de NSSE y el involucramiento de un expresidente convierten este acto en algo más que una simple conmemoración militar. Será una vitrina de tensiones culturales y sociales —una encapsulación visual de lo que Estados Unidos representa para distintos sectores de su población.
Como dijo una residente del este de Washington: “Me siento orgullosa del Ejército, pero me pregunto si realmente esta celebración es sobre ellos o si se trata más bien de un desfile para un hombre”.
Para más información sobre cierres viales o restricciones de seguridad, se recomienda visitar el portal oficial: www.nsse.dc.gov.