¿El futuro de los precios en el supermercado? Las etiquetas digitales en la mira
Entre eficiencia, polémica y vigilancia: la revolución silenciosa que transforma tu experiencia de compra en el supermercado
Imagínate caminar por tu supermercado favorito y notar que los pequeños letreros de papel con los precios han sido reemplazados por diminutas pantallas electrónicas. Luces que parpadean, etiquetas que cambian solas y un precio que puede fluctuar varias veces durante el día. No es una escena futurista: es la realidad que se está colando silenciosamente en los pasillos de los supermercados de Estados Unidos. ¿Qué está pasando? ¿Debemos alarmarnos?
El auge de las etiquetas electrónicas: eficiencia ante todo
El concepto de las etiquetas electrónicas de precios (Electronic Shelf Labels o ESL) no es novedoso. Supermercados en Europa como los de la cadena Albert Heijn (Países Bajos y Bélgica) llevan más de una década utilizándolas ampliamente. En contraste, apenas entre 5% y 10% de los supermercados en EE.UU. han adoptado estas tecnologías hasta la fecha. Pero esa realidad está cambiando rápidamente.
Gigantes como Walmart, Kroger y Whole Foods han iniciado despliegues masivos de etiquetas digitales. Walmart, por ejemplo, espera tener esta tecnología implementada en 2,300 tiendas a lo largo de EE.UU. antes de 2026. El sistema permite actualizar los precios de más de 120,000 productos en cuestión de minutos, un trabajo que antes tomaba varios días y requería tiempo humano valioso.
“Las etiquetas digitales permiten trabajar de forma más inteligente, no más difícil”, comenta Amanda Oren, vicepresidenta de estrategia industrial en Relex Solutions.
Ventajas que encantan a las empresas
- Actualización centralizada: Un solo clic basta para cambiar los precios en múltiples sucursales.
- Reducción de errores humanos: Ya no es necesario que un empleado cambie etiquetas manualmente, lo cual reducía la precisión.
- Integración con IA: En Albert Heijn, un piloto de inteligencia artificial cambia precios cada 15 minutos para reducir desperdicio de alimentos.
- Sincronización con aplicaciones: Algunas etiquetas tienen códigos QR con recetas o información nutricional, e incluso, como en Instacart, parpadean para guiar al comprador.
¿Precios dinámicos o trampa para el consumidor?
La principal preocupación entre consumidores y legisladores es que esta tecnología podría dar pie al precio dinámico, el mismo que ya experimentamos en compañías como Uber o en portales de aerolíneas. ¿Subirá el precio del helado cuando el clima sea caluroso? ¿Pagaremos más si vamos al supermercado en horario punta?
El miedo se ha intensificado en redes sociales, con usuarios denunciando supuestos abusos relacionados con variaciones injustificadas de precios. Incluso algunos políticos han reaccionado. Los senadores Elizabeth Warren (Massachusetts) y Bob Casey (Pennsylvania) exigieron explicaciones a Kroger sobre la posibilidad de aplicar estrategias que afecten al consumidor injustamente.
“Es una lucha de corporaciones contra humanos, y esa brecha solo se hace más profunda”, expresó Dan Gallant, un consumidor preocupado en Alberta, Canadá.
¿Miedo injustificado? La ciencia responde
Una investigación publicada en mayo por tres universidades (Universidad de Texas, Universidad de California-San Diego y Northwestern University) ofrece una perspectiva más tranquila. El estudio examinó datos de precios de 2019 a 2024 en una cadena estadounidense que adoptó etiquetas electrónicas en octubre de 2022.
¿Qué descubrieron?
- Las subidas temporales de precios afectaron solo al 0.005% de productos antes de la implementación.
- Tras la instalación, esa cifra aumentó apenas 0.0006 puntos porcentuales.
- Había incluso un ligero aumento en la frecuencia de descuentos.
En síntesis: los investigadores concluyeron que no hay evidencia significativa de aumentos dinámicos injustificados.
La estrategia comercial lo impide
El economista Ioannis Stamatopoulos, uno de los autores del análisis, recuerda que vender alimentos es una estrategia a largo plazo: “No es como vender un sofá, donde el comprador aparece una vez y no vuelve. Necesitas que regresen cada semana”. Por eso, subir precios de forma agresiva podría ahuyentar al cliente habitual.
Kroger, por su parte, ha negado la implementación de técnicas de reconocimiento facial o de precios según género y edad, luego de que la prensa reportara una alianza con Microsoft para visualizar datos de clientes en tiempo real. Según la empresa, su estrategia es reducir precios para atraer mayor volumen de compras.
Impacto en el empleo: otra preocupación visible
El representante legislativo de Arizona, César Aguilar, ha presentado un proyecto de ley para prohibir las etiquetas digitales en su estado. ¿Su principal argumento? Su temor a que generen pérdida de empleos en los supermercados.
Aguilar destaca que muchos ciudadanos ya están hartos de ver menos cajeros y más máquinas automáticas mientras los precios siguen subiendo. “Estas compañías deberían contratar a gente de nuestras comunidades, no reemplazarlos por pantallas”, afirmó.
Según Relex Solutions, el enfoque no es despedir personal sino redistribuir recursos. “No se trata de eliminar puestos, sino de asignarlos a actividades donde el ser humano agrega más valor”, afirma Oren.
Europa lleva la delantera
En algunos supermercados europeos, la eficiencia ha alcanzado niveles sorprendentes. El sistema de IA de Albert Heijn ha salvado más de 250 toneladas de comida anualmente, simplemente ajustando precios cada 15 minutos en productos a punto de expirar. Otros beneficios incluyen medir la temperatura de los congeladores, alertar sobre el deterioro de frutas o recomendar recetas en tiempo real.
Por ahora, esas funciones solo están presentes en supermercados avanzados, pero podrían generalizarse si el despliegue sigue su curso en EE.UU.
Lo que viene: ¿más vigilancia o más comodidad?
La combinación de inteligencia artificial, sensores y datos de clientes crea una poderosa herramienta para personalizar la experiencia de compra. Pero si no se regula adecuada y éticamente, esa personalización puede convertirse en técnicas invasivas que rastreen patrones de consumo sin consentimiento.
Los próximos años serán clave para encontrar el equilibrio entre personalización, privacidad y justicia en los precios. Mientras tanto, la realidad es que el supermercado de siempre ya empezó a mutar... y quizás ni lo notaste.
¿Qué puedes hacer como consumidor?
- Infórmate: Averigua si tu supermercado ya utiliza etiquetas digitales.
- Observa los cambios: ¿Los precios cambian durante el día? ¿Presentan ofertas inesperadas?
- Compara precios online: Herramientas como Instacart te permiten seguir precios a través del tiempo.
- Reclama: Si notas variaciones inusuales o injustas, expresa tu preocupación a gerentes o mediante redes sociales.
- Participa en el debate público: Apoya iniciativas que busquen mayor transparencia en los precios digitales.
La revolución silenciosa en tu carrito de compras ya comenzó. ¿Estás listo para ella?