Colombia al borde: el atentado contra Miguel Uribe y el frágil equilibrio de su democracia
El intento de asesinato del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay revive los fantasmas de la violencia política en Colombia ante una contienda electoral crucial.
Una herida que sangra en plena campaña
Colombia vivió un estremecedor episodio el pasado sábado cuando el senador Miguel Uribe Turbay, miembro del partido conservador Centro Democrático, fue víctima de un atentado a balazos durante un mitin de campaña en Bogotá. El violento acto, ocurrido en un parque del barrio Fontibón, dejó al político de 39 años en estado crítico, según reportes médicos del hospital Fundación Santa Fe.
Las imágenes del parlamentario cubierto de sangre rodearon las redes y pusieron en marcha una rápida condena nacional e internacional. Lo que a todas luces es un intento de asesinato coloca a la ya polarizada política colombiana en una situación alarmante a menos de dos años de las elecciones presidenciales del 31 de mayo de 2026.
¿Quién es Miguel Uribe Turbay?
Uribe Turbay es mucho más que un simple senador. Hijo de Diana Turbay, una reconocida periodista secuestrada y asesinada en 1991 por grupos vinculados al narcotráfico, su historia familiar está entrelazada con los momentos más oscuros del país. Su trayectoria política se definió por una postura fuerte contra el populismo y un marcado enfoque en la seguridad y la inversión económica. Su candidatura presidencial, anunciada en marzo de 2024, se planteaba como una alternativa de derecha a la administración de Gustavo Petro.
Los hechos del atentado
Según información oficial del Fiscal General, Uribe Turbay recibió dos impactos de bala que también lesionaron a otras dos personas. Inmediatamente después del ataque, un joven de 15 años fue arrestado con un arma en el lugar. El presidente Petro condenó el hecho con contundencia y ofreció recompensa por los responsables, además de cancelar su viaje a Francia para liderar un consejo de seguridad extraordinario.
El contexto de violencia política
En Colombia, la mezcla entre política y violencia no es nueva. Según el informe del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), al menos 30 líderes sociales o políticos fueron asesinados solo en el primer trimestre de 2024. Esta violencia se despliega con fuerza en épocas electorales, donde intereses armados y políticos suelen entrelazarse.
Que un senador en campaña sea atacado en plena capital no solo es alarmante, sino que pone en duda la capacidad del Estado de garantizar una contienda democrática libre y segura.
Reacciones: entre solidaridad y polarización
Desde diversos rincones del continente se alzaron voces de apoyo. Gabriel Boric, presidente de Chile, enfatizó que "no hay lugar para la violencia en una democracia". Por su parte, Daniel Noboa, mandatario de Ecuador, mostró solidaridad total con la familia del senador.
En Colombia, el expresidente Álvaro Uribe, figura clave del partido de derecha, dijo: “Han atacado la esperanza del país”, dejando claro que ve en Uribe Turbay una figura clave para el futuro político del país.
Por su parte, el senador estadounidense Marco Rubio declaró que el ataque era consecuencia del “discurso violento de la izquierda” desde el gobierno de Petro, lo cual encendió aún más el debate político, desplazando el centro del asunto hacia una batalla discursiva entre izquierda y derecha.
¿Qué dice el gobierno?
Petro no se quedó atrás, afirmando que habrá "transparencia total" en la investigación del caso. Además, anunció que se revisarán posibles fallas en el esquema de protección del senador. En palabras del ministro de Defensa Pedro Sánchez, se destinaron “todas las capacidades de inteligencia militar y policial para esclarecer el hecho”.
En medio de esa respuesta oficial, se evidencia una urgencia institucional: restaurar la confianza de la ciudadanía en un proceso democrático seguro y libre de violencia. La sombra de un magnicidio en plena precampaña es una alerta roja que ningún gobierno, sin importar su ideología, puede minimizar.
Una historia que se repite
Este hecho evoca inevitables recuerdos de otras figuras políticas en Colombia que han sido víctimas de atentados o asesinatos. Desde Luis Carlos Galán, acribillado en 1989 por orden del narcotráfico, hasta Rafael Pardo o Antanas Mockus que vivieron de cerca amenazas durante sus campañas. ¿Estamos ante un ciclo de repetición?
Este patrón persistente desafía la idea de una transición democrática posconflicto. A pesar del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016, la violencia política continúa mutando, ahora alimentada por economías ilegales, polarización ideológica y debilitamiento institucional.
Un candidato incómodo para algunos sectores
Uribe Turbay representa un discurso contrario al modelo progresista de Petro. Ha criticado la reforma agraria del actual gobierno, se ha opuesto a la propuesta de "paz total" con grupos armados y ha defendido modelos económicos más tradicionales. Esto lo convierte en un objetivo ideal para quienes buscan silenciar voces opuestas, tanto desde sectores ilegales como ideológicos.
El fracaso de la seguridad en Bogotá
Bogotá, la ciudad más vigilada del país, no pudo prevenir un atentado a plena luz del día. El hecho revive las exigencias hacia la Policía Metropolitana y su capacidad para proteger no solo a figuras públicas, sino a ciudadanos comunes. En palabras del general Carlos Triana, jefe de la Policía, Uribe Turbay estaba rodeado por más de 20 personas, incluida su escolta, pero aun así fue atacado.
¿Qué falla aquí? ¿Infiltración? ¿Relajación de protocolos? La respuesta aún no está clara, pero el gobierno insiste en investigar “todas las responsabilidades posibles, incluso la de los encargados de proteger al senador”.
Una democracia al borde del abismo
Colombia, con una historia sangrienta ligada a su política, corre el riesgo de repetir su pasado si no se toman medidas contundentes. La tentación autoritaria ronda cuando las garantías democráticas flaquean y la violencia reconfigura el mapa electoral. Este atentado no solo es un ataque a Miguel Uribe, sino una señal de advertencia contra todo el sistema democrático del país.
Como bien escribió la esposa del senador en sus redes: “Miguel está luchando por su vida. Recen por él”. Esa lucha, más allá de lo físico, es una batalla simbólica por el tipo de país que Colombia quiere ser.
¿Un país donde se debaten ideas? ¿O uno donde las balas sustituyen al diálogo?