Líbano y el turismo como puente diplomático y salvación económica

Tras años de guerra, crisis financiera y aislamiento regional, el país de los cedros busca revivir su época dorada atrayendo visitantes del Golfo y reconstruyendo su imagen como destino de lujo en el Mediterráneo.

Una noche retro en Beirut: ecos de una Líbano que quiere renacer

Los fuegos artificiales iluminaron el cielo nocturno sobre el célebre Hotel St. Georges en Beirut, mientras la música de los años 60 y 70 llenaba el aire. Este evento de temática retro, organizado recientemente por el Ministerio de Turismo del Líbano, fue más que una simple fiesta: fue una declaración de intenciones. Líbano quiere volver a ser lo que fue antes de la guerra civil que estalló en 1975: un imán para los turistas del Golfo, con playas en verano, montañas nevadas en invierno y una vida nocturna vibrante durante todo el año.

El auge turístico antes de la tormenta

Durante las décadas previas a la guerra civil, Líbano era conocido como la “Suiza del Medio Oriente”. Atrajo a millonarios del Golfo, artistas internacionales y políticos, deseosos de disfrutar de su combinación única de naturaleza, cultura y lujo. Ciudades como Beirut, Batroun y Byblos eran sinónimos de clase y cosmopolitismo. El turismo llegó a representar una proporción significativa de la economía libanesa: casi el 20% antes del colapso financiero de 2019, según cifras del Banco Mundial.

De regreso a la realidad: colapso económico y aislamiento regional

Pero la historia reciente no fue amable con el país. El incremento del poder de Hezbollah durante los años 2000 provocó el deterioro de las relaciones con países del Golfo, especialmente Arabia Saudita, que acusó al grupo apoyado por Irán de usar el territorio libanés para contrabandear drogas y armas. Esto desencadenó prohibiciones de exportación, bloqueos comerciales y vetos turísticos, estrangulando uno de los motores económicos del país.

En 2021, Arabia Saudita prohibió la importación de productos agrícolas libaneses, luego de que se incautaran millones de pastillas captagon ocultas en cargamentos, acto atribuido a redes criminales vinculadas a Hezbollah.

La guerra con Israel y una nueva ventana de oportunidad

La reciente guerra entre Hezbollah e Israel en 2023 dejó debilitado al grupo armado. Esto ha dado lugar a una transición política en Líbano, con líderes más dispuestos a distanciarse de Hezbollah para buscar una normalización con los países del Golfo. Según Laura Khazen Lahoud, ministra de Turismo, esta es una oportunidad para levantar las prohibiciones y reactivar los flujos económicos.

“El turismo es un gran catalizador, por eso es tan importante que se levanten los vetos”, declaró Lahoud.

Beirut cambia su rostro: de la propaganda a las playas

Uno de los indicios visibles del cambio es el escenario urbano. En la carretera al aeropuerto de Beirut, los omnipresentes carteles alabando a líderes de Hezbollah han sido reemplazados por anuncios comerciales y afiches que proclaman “una nueva era para Líbano”. En zonas buscadas por turistas, la policía y el ejército patrullan con más frecuencia y los panfletos políticos desaparecen, dando paso a cafés llenos y clubes de playa privados en plena actividad.

Golfo Pérsico: los amigos que el Líbano quiere recuperar

Las señales de reconciliación ya se notan. Emiratos Árabes Unidos y Kuwait han levantado sus prohibiciones de viaje. Todos los ojos ahora están puestos en Arabia Saudita, cuyo regreso como aliado político y financiero podría marcar un punto de inflexión. Aunque el cese de fuego con Israel se mantiene desde noviembre, los bombardeos intermitentes en el sur del país crean incertidumbre.

“Todavía hay preocupaciones sobre la seguridad”, explica Sami Zoughaib, del think tank The Policy Initiative. “Pero el turismo puede ser el primer paso para reconstruir la confianza y mostrar que Líbano quiere paz y desarrollo.”

Reactivación visible: playas llenas y vuelos agotados

Las aerolíneas ya reportan vuelos llenos hacia Beirut para el verano. En Batroun, un icónico destino al norte del país, los negocios están optimistas. “Estamos felices, y todos aquí también”, dice Jad Nasr, copropietario de un club de playa. “Después de años de boicot, esperamos estar llenos todo el verano.”

En el St. Georges Hotel, símbolo de la opulencia prebélica, Fady El-Khoury, su dueño, declaró con entusiasmo al ver las reservas crecer: “Siento que el país está regresando, después de 50 años.”

Turismo como pilar clave, pero frágil

La apuesta del gobierno libanés por el turismo es estratégica. Al representar una quinta parte de la economía, su impulso puede servir como “puente de oro” hacia una recuperación económica integral. No obstante, los expertos advierten que este enfoque, aunque necesario, es insuficiente por sí solo.

“Es como una inyección de morfina: quita el dolor temporalmente, pero no cura la enfermedad estructural”, afirma Zoughaib.

Problemas estructurales sin resolver

La precariedad del sector bancario, una moneda devaluada en más del 90%, la destrucción del 60% del poder adquisitivo del ciudadano promedio y un nivel de pobreza que se ha triplicado según el Banco Mundial son síntomas de un país en cuidados intensivos.

El colapso bancario de 2019, donde muchos libaneses perdieron sus ahorros, desencadenó una ola de protestas sin precedentes. Desde entonces, las reformas exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) —incluyendo la lucha anticorrupción, reestructuración bancaria y mejoras en servicios públicos— siguen sin concretarse.

Una oportunidad que no se debe desperdiciar

“Esta es una oportunidad única, pero no será eterna”, advierte Lahoud. “Por eso debemos actuar no solo para atraer turistas, sino para mostrar que Líbano ha cambiado.”

Según el economista Marwan Iskander, el turismo podría generar al país entre 5.000 y 7.000 millones de dólares si se alcanza un flujo sostenido comparable al de los años previos a 2010. Pero para que eso se sostenga, Líbano debe demostrar que es capaz de garantizar la estabilidad político-social.

El factor emocional: la nostalgia y el orgullo nacional

Más allá de los números, hay un componente emocional en juego. Para muchos libaneses dentro y fuera del país, ver llenar nuevamente las playas de turistas, escuchar la música árabe fusionada con beats europeos, beber café libanés frente al mar, representa un rescate de su identidad. Una forma de decir: “Líbano está vivo.”

Como dijo el historiador Fawwaz Traboulsi: “El turismo puede ser el vehículo para una reconciliación nacional, porque nos obliga a mostrar nuestra mejor cara, a proteger nuestros tesoros y a trabajar juntos para no perderlos.”

¿Realidad sostenible o espejismo estacional?

Queda por ver si la nueva era que los políticos anuncian a través de afiches y discursos se traducirá en una transformación práctica de la administración pública, del sistema judicial, de la lucha contra redes mafiosas o del desmantelamiento real del poder armado fuera del Estado.

Lo cierto es que una brisa de esperanza envuelve las costas mediterráneas del Líbano, empujada por bañistas, música, comerciantes optimistas y una clase política bajo presión para que el país no vuelva a caer.

Una vez más, el país de los cedros mira al mar y se pregunta: ¿seremos capaces de resurgir?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press