La tragedia invisible de Mokwa: niños, lluvia y abandono estatal

Una mirada conmovedora al desastre causado por las inundaciones en Nigeria, donde la pobreza, la falta de infraestructura y el cambio climático se entrelazan en una catástrofe humanitaria

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Una noche de destrucción

El pequeño pueblo de Mokwa, situado a unos 380 kilómetros al oeste de Abuya, la capital de Nigeria, se convirtió recientemente en escenario de tragedia. En apenas cinco horas de lluvias intensas, una inundación repentina arrasó con hogares, escuelas y vidas. Según cifras oficiales, más de 200 personas han muerto, aunque los residentes temen que la cifra real supere fácilmente los mil desaparecidos.

En el corazón de esta catástrofe se encuentran los Almajiri, niños enviados por sus familias a estudiar el Corán bajo la tutela de maestros islámicos. Lejos del ideal de formación espiritual, estos menores viven en condiciones precarias, muchas veces pidiendo limosna en las calles para sobrevivir. Y ahora, también se convierten en víctimas anónimas de un desastre natural amplificado por décadas de negligencia estatal y pobreza estructural.

Una comunidad en duelo

Mallam Hassan Umar, un maestro coránico, se encontraba rodeado de agua cuando su escuela se derrumbó a su alrededor. Entre el barro y los escombros, gritaba desesperadamente los nombres de los niños bajo su cuidado. Intentó escapar con algunos por la parte trasera, pero el agua fue más rápida. Su escuela, que también era su hogar, quedó reducida a restos empapados. Varios menores fueron arrastrados por la fuerte corriente.

Haruna Yusuf, otro educador local, perdió a 14 familiares y 12 alumnos. Su hermano, Islamila, logró nadar contra la corriente pero regresó para intentar salvar a otros. Murió ahogado. “Estamos buscando aún a mis sobrinos, a mi tío, su esposa embarazada y sus tres hijos”, relató con lágrimas en los ojos.

Niños arriesgan sus vidas por aprender

En la cercana comunidad de Rabba, el colapso de un puente ha aislado a varias escuelas. Hussaina Aliyu, de 11 años, comenta aterrada cómo debe cruzar el río en canoa para ir a clases: “No hay chalecos salvavidas. Algunos días el bote no llega. Tengo miedo, pero igual voy”.

Fatiman Alhassan, maestra de la Escuela Primaria de Rabba, señala que la asistencia ha caído drásticamente. “Llegan tarde, empapados. Muchos ya no vienen”, lamenta.

Una ayuda que llega tarde

El gobierno intentó habilitar una escuela local como campamento para los desplazados, pero cuando finalmente estuvo lista, muchos ya habían construido refugios improvisados o se habían mudado con familiares. La distribución de víveres comenzó cuatro días después de la inundación, demasiado tarde para numerosos afectados.

Theresa Pamma, especialista del UNICEF, explicó que su organización está ofreciendo acceso a agua potable y servicios de salud básicos para evitar brotes de enfermedades: “La situación es crítica, especialmente para los niños, que ya estaban en situación de vulnerabilidad extrema”.

Mokwa y el círculo vicioso de las inundaciones

Este desastre no es un caso aislado. Cada año, Nigeria sufre de inundaciones provocadas por lluvias estacionales. Según la Agencia Nacional de Manejo de Emergencias (NEMA), en 2022 estas inundaciones mataron a más de 600 personas y desplazaron a más de 1,3 millones en todo el país.

Las causas son múltiples:

  • Cambio climático: el aumento sostenido de las temperaturas ha intensificado las lluvias.
  • Infraestructura deficiente: muchas ciudades y pueblos no cuentan con sistemas de drenaje adecuados.
  • Planes urbanísticos inexistentes: las construcciones ilegales bloquean los canales naturales de agua.

En palabras de Isaac Koni, quien perdió su laboratorio fotográfico recién remodelado, “el agua se llevó todo en minutos. Perdí 30 millones de nairas (unos 19.000 dólares). Esto no volverá, y nadie del gobierno nos responde”.

Las víctimas invisibles: los Almajiri

El sistema de enseñanza coránica Almajiri es una reliquia de tiempos precoloniales, cuando jóvenes musulmanes eran enviados a estudiar a escuelas en el norte nigeriano. Hoy, los más de 10 millones de niños Almajiri sobreviven en condiciones paupérrimas. Son marginados, estigmatizados y utilizados, a veces, como mano de obra o incluso víctimas de trata.

La tragedia de Mokwa expone como nunca antes la vulnerabilidad de esta población: “Vivimos en una casa improvisada. Las autoridades nunca vinieron antes ni después de la inundación”, dijo uno de los sobrevivientes, Muktar Isa, de 13 años.

Una respuesta internacional necesaria

Organizaciones como UNICEF y Cruz Roja Internacional han comenzado acciones humanitarias de emergencia. Sin embargo, exigen un compromiso más robusto por parte del gobierno nigeriano.

Además, expertos alertan de un patrón que se repite por todo el Sahel y África Subsahariana, donde el cambio climático, los conflictos armados y la debilidad institucional convierten incluso una tormenta en un arma devastadora.

Según el Global Climate Risk Index 2021, Nigeria ocupa el puesto 50 entre los países más vulnerables al cambio climático. Y sin una inversión masiva en infraestructura resiliente, planificación urbana y educación, tragedias como la de Mokwa seguirán ocurriendo.

¿Cómo romper el ciclo?

  • Política pública orientada al riesgo climático: Invertir en sistemas de alerta temprana.
  • Educación integral: No solo religiosa, sino técnica, climática y cívica para niños como los Almajiri.
  • Prohibición de asentamientos informales en zonas de riesgo.
  • Alianza entre gobierno y sociedad civil para reubicar y garantizar sostén económico a los desplazados.

La tragedia de Mokwa no es solo una historia nigeriana. Representa lo que ocurre cuando la pobreza, el olvido institucional y la crisis climática convergen. Es un grito de alerta a gobiernos, donantes internacionales y ciudadanos del mundo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press